El MPN ha perdido, larga vida al Movimiento

Gabriel Rafart

Historiador, docente e investigador de la Universidad del Comahue.

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Su vitalidad está tanto por conservar una estructura en condiciones de sumar más votos que sus competidores como en engendrar vástagos que lo desafíen. Lo segundo es más por defecto que por virtud.


Las elecciones del 16 de abril dejaron claro que hay un único partido político que se puede apreciar como tal en Neuquén. El Movimiento Popular Neuquino sigue vivo. Su vitalidad está tanto por conservar una estructura en condiciones de sumar más votos que sus competidores como en engendrar vástagos que lo desafíen. Lo segundo es más por defecto que por virtud. El partido “tronco” u oficial, como se prefiera, seguramente se mantendrá activo masticando bronca mientras digiere el fracaso electoral de su fórmula a gobernador y vice. Derrota que sin duda es sobreestimada por ser la primera. Es que no contamos con una ventana al futuro para saber si sobrevendrán otras. Hoy tenemos qué explicar por qué perdió. Pero pasado los días deberemos volver a plantearnos del porqué de tantos triunfos acumulados.

Hay que ser prudente en la evaluación, superada la euforia de los ganadores y el sufrimiento de los perdedores. Ni tanto ni tan poco. Igual que el peronismo que lo hizo parir como criatura neoperonista, el pejotismo tuvo una primera derrota en 1983, otra en 1999 y una tercera en 2015, sin saber aún su destino electoral en agosto y octubre de este año. Pero el peronismo subsistió y seguramente sobrevivirá, prevaleciendo a la muerte y el ocaso de varios de sus líderes, entre ellos quién con su nombre le dio entidad a ese movimiento político. Final de vida que también fue para Carlos Menem y Néstor Kirchner. Uno en el ocaso de su carrera política. El otro cuando podía haber ofrecido algo más. Lo curioso es que las culturas políticas del menemismo y el kirchnerismo rebasaron al peronismo. Eso mismo puede decirse del emepenismo. Por algo ambos se dicen Movimiento.

Épocas y liderazgos


Hay una vida larga para el MPN. Como partido ya hizo historia: 60 años de gobiernos consecutivos en tres tiempos diferentes. Una sucesión de épocas en las que fue capaz de sobrevivir a sus líderes fundadores; muertos, pero no olvidados. Le siguieron otros dos que aún están vivos, uno en su ocaso definitivo y el otro, testigo y responsable del final de un ciclo. Hablamos de los Sapag mayores, el Sobisch rupturista y el actual, de los Sapag herederos.

Cada liderazgo fue pretencioso, sobre todo los dos últimos, en sus intentos de síntesis tomando algo del pasado que buscaron contener y mezclar con su presente de vientos nuevos. Estos últimos tuvieron mucho de neoconservadurismo y la política como mera administración, devaluando la historia del desarrollismo con políticas de bienestar de la etapa fundacional del MPN.

Eso si, aprendieron de Felipe y Elías que se resistieron al peronismo padre, integrando varias de sus partes locales. Sobisch lo hizo contando a su favor con una parte de la familia fundadora y sumando partes por afuera y por dentro que esperaban un cambio democratizador. Muchos fueron defraudados. El último Sapag también ejecutó una síntesis teniendo a su favor la prosapia familiar. Y a la luz de los resultados recientes parece que defraudó.

Hoy es otro exvicegobernador quien quiere asumir la posta después de salir por una de las puertas que el partido debió haber mantenido entornada. La llave maestra de esa puerta eran las internas partidarias. Disputas intestinas que dieron oportunidad tanto a Sobisch como al Sapag de este último tiempo para ejercer el liderazgo partidario y gubernamental.

No hay duda que muchos apreciarán esta última época encabezada por un Jorge Sapag que aceptó ganarse un lugar bajo la protección de los liderazgos que le precedieron para finalmente establecerse como figura excluyente. Este último Sapag, pasará a la historia como quién proveyó de respiradores defectuosos a un partido que se mantiene vigente, pero que ha perdido su empuje original. Síntoma de esto último fue no haber registrado el humor que se cocinaba entre los suyos y por afuera de la torre de marfil desde donde se pensó ganar el 16 de abril.

También por insistir en recetas conocidas, pero esta vez mal trabajadas, como las de seguir jugando con “los otros”, o sea con un sistema de partidos y partiditos moribundo. No supo ver que cuando se tracciona una caravana con jinetes cansados los que van a la cola se pierden en el camino. Los partidos colectores le jugaron una mala pasada y aportaron poco a las aspiraciones de seguir ganando con el sello oficial.

En cambio, otros actores que no habían sido arrastrado a esa caravana supieron leer el momento y apostaron un pleno a profundizar la grieta a cielo abierto que se impuso a último momento en el MPN. Allí están los fragmentos de un peronismo sin liderazgo local, del radicalismo en igualdad de condiciones y de otros que están logrando una presencia provincialista desde las derechas políticas. Todo ello hizo posible el protagonismo de varios aspirantes a pequeños líderes, huérfanos de una política de partidos que viene deshilachándose desde hace más de veinte años.

El futuro de los partidos


Cabe señalar para los memoriosos que este “estallido” del universo de partidos y partiditos en la provincia tuvo una primera expresión a principios del 2000, cuando se imponía de manera arrolladora el segundo tiempo del MPN con Sobisch a la cabeza. En esa ocasión, con un Felipe añoso y una parte de los Sapag herederos, se pensó en un MPN Auténtico. Esa empresa partidaria, que resultó nonata, llegó a reunir peronistas, socialistas y otras yerbas neuquinas. Aquel tiempo parió la “política de las colectoras”.

Hoy empezó su historia el Partido Comunidad, una entidad inventada por quien le birló al candidato oficialista la posibilidad de que el sello MPN disfrutara el décimo triunfo consecutivo en comicios provinciales desde 1983. Esta membresía nueva, resulto el vehículo adecuado para un emepenismo de la resistencia que seguramente derivara mañana en el de la integración. Comunidad se rodeó de otras criaturas paridas en similares circunstancias. Todas ellas colgaron sus candidatos colectores y otras fueron espejo. Estas nóminas rindieron más que el novel partidito Comunidad con su candidato principal Rolando Figueroa quien no reniega de su historia partidaria. El MPN sigue vivo, larga vida al Movimiento.

* Historiador, docente e investigador de la Universidad del Comahue.


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