
En su discurso a la Nación, el presidente estadounidense Donald Trump confirmó sus principales objetivos geopolíticos: imponer aranceles a socios y rivales como arma de negociación, una cruzada contra la inmigración, prometió “recuperar” el canal de Panamá y controlar Groenlandia de alguna manera. Por otra parte, ratificó su intención de negociar la paz y la soberanía de Ucrania con Rusia, sin tener en cuenta la opinión de los ucranianos o sus socios europeos, además de dar casi por hecho que controlará las tierras y metales raros de ese país como parte del trato.

Argentina en un mundo gobernado por caprichosos
En plena guerra comercial con México, Canadá y China, sostuvo que los aranceles “no solo sirven para proteger los empleos estadounidenses. Sirven para proteger el alma de nuestro país”, aunque reconoció que “habrá algunas perturbaciones”. No eludió su postura revanchista. “Otros países han utilizado aranceles contra nosotros durante décadas, y ahora es nuestro turno de comenzar a usarlos contra ellos”, sostuvo en referencia a Brasil, la Unión Europea, China, India, México y Canadá, entre otros.
En este contexto, la Unión Europea decidió esta semana multiplicar varias veces su gasto militar en un plan de 800.000 millones de euros y conformar su propio sistema de seguridad, ante la “amenaza existencial” que implica Rusia cerca de sus fronteras y la certeza de que ya no será posible contar con el apoyo estadounidense en la OTAN, como antes.
Al mismo tiempo, la reunión anual del principal comité asesor del Partido Comunista en China definió u aumento sustancial del gasto en Defensa del 7,2%, mientras advertía a Estados Unidos que está dispuesta a librar “hasta el final” una eventual guerra comercial.
Los movimientos parecieran reforzar un nuevo perfil “transaccional” y de relaciones de fuerza descarnadas que pareciera tomar el escenario internacional, lo que hace preguntar a muchos analistas si el mundo no se encamina a una serie de acuerdos en el reparto de “zonas de influencia” entre las potencias, como ha ocurrido ya en el pasado reciente, con consecuencia a menudo devastadoras para las poblaciones locales y desestabilizantes para la paz global. Parte de estas hipótesis se analizaron en una reciente conferencia abierta organizada por la organización “Save Democracy”, que invitó a varios especialistas a dar su punto de vista.
Allí, el académico, empresario y político mexicano José Alberto Aguilar Iñarritu desglosó los alcances de esta “geopolítica imperial descarnada” que pareciera proponer el liderazgo del presidente Trump.
Iñarritu admitió las debilidades del sistema global que propuso la globalización neoliberal, donde “las democracias se quedaron en el plano electoral, sin cumplir su tarea de inclusión y lejos de las necesidades de la mayoría de la gente” y al mismo tiempo crecía la sensación de que “las grandes decisiones se tomaban en otras latitudes, sin corresponderse con las necesidades de las poblaciones locales”, entre otros aspectos.

El aumento de las desigualdades “ha sido el caldo de cultivo de los nacional-populismo, como el de Trump, que hoy vemos es ascenso”, explicó, señalando los casos de Alemania (al ascenso de la AfD), Italia ( Giorgia Meloni), Francia (con Marie Le Pen) o Hungría (Víctor Orban). “La novedad es en Occidente porque de la mano de la multipolaridad este fenómeno ya venía produciendo en Asia, cuyo mayor ejemplo es la entronización de Xi Jinping en China y el interesante proceso de Vladimir Putin en Rusia, “que, con gran audacia, teniendo una economía chiquita pero muchas bombas y recursos energéticos, paulatinamente logra meterse en este reordenamiento global, hasta sentarse en una mesa que pretende ser un nuevo Yalta, sin que Rusia sea económicamente importante como EE.UU. y China”.
¿Mesa tripartita?
Sin embargo, para este analista “la idea de esta mesa tripartita que decide todo no sé cuánto puede durar, porque hay actores regionales como Europa, India , Arabia Saudita, Irán y varios países de América Latina que no pueden quedar simplemente afuera”. Por el momento “crece una sensación de reparto político imperial similar a lo que fue antes y después de la II Guerra Mundial que nos lleva a una situación muy descarnada”, con un resquebrajamiento de las instituciones creadas por Occidente (y sobre todo por EE.UU.) en la posguerra, que son reemplazadas por una “dinámica de repartos donde la ideología cuenta muy poco, los principios se cambian por las negociaciones de intereses. La verdad es que, en eso, Trump es un campeón”, agrega.
“Trump habla del Canal de Panamá, Groenlandia como un territorio que en su neo-doctrina Monroe le pertenece como zona de influencia o primer cordón de seguridad, pero lo mismo hace Xi Jinping en China, cuando se refiere a su mar territorial o la posibilidad de invadir Taiwán. Y Rusia se suma con su idea de dominio en Eurasia”, señala. Iñarritu estima que este “proceso que telúrico”, donde se priorizan los intereses nacionales, “sin dudas va a llegar a algún puerto, pero en el mientras tanto va a generar mucha incertidumbre”.
Para este analista, el uso de los aranceles como arma política “tiene sin dudas límites, puede terminar perjudicando la propia estructura productiva de EE.UU.. Y lo vemos en estos días con la caída de las bolsas ante las marchas y contramarchas de las medidas y la pérdida de puntos de aprobación incluso en su base electoral”. Recordó que el uso excesivo de aranceles por el presidente Herbert Hoover en 1928 para proteger a la agricultura estadounidense está entre las causas principales del crack económico y la Gran Depresión de 1929. Otro riesgo es “que se destrocen cadenas productivas de 35 años en América del Norte, no es broma. Un ejemplo es la industria automotriz, hay insumos que atraviesan hasta 17 veces las fronteras en el proceso”, agregó.
Por otra parte, María Fernanda Garza Merodio, titular honoraria de la International Chamber of Commerce, cuestionó la idea que se está instalando del uso del comercio como arma geopolítica, tanto por parte de EE.UU. como de China. Merodio consideró que esta metodología de las potencias “amenaza cada vez más a un sistema basado en la cooperación y las reglas”, que con todas sus falencias funcionó. La analista destacó que “hay años críticos donde la historia parece acelerarse y quizás 2025 sea uno de ellos”, como lo fueron 1945 (fin de la II Guerra Mundial) y 1989 (caída del Muro). Sin embargo, alertó que otros años bisagra, como 1919, alertan que un orden basado en la revancha y la exclusión “claramente a generan más conflictos”.

Sostuvo que con la guerra de aranceles entre Estados Unidos, Rusia y China “en vez de un sistema basado en reglas, están generando un comercio de coerción y transacciones geopolíticas de suma cero, donde el comercio en lugar de cooperación se transforma en un arma” lo que vuelve al mundo en un lugar más inseguro y conflictivo. “China subvenciona industrias estratégicas y restringe el acceso a su mercado, forzando la transferencia de tecnología. Rusia utiliza a la energía como arma geopolítica, manipulando el comercio de gas y petróleo para presionar a los países dependientes de sus recursos. Estados Unidos ha paralizado a la OMC , eliminando mecanismos de resolución de controversia y amenaza con aranceles a distintos socios comerciales” explicó la experta en comercio.
Aseguró que, en un mundo donde las relaciones económicas están tan interconectadas, el conflicto permanente perjudica a la economía global. Y agregó que el fuerte aumento del gasto en defensa de la mayoría de los países se hará en detrimento de planes de desarrollo y bienestar social.
Un desprecio por las reglas y estilo «mafioso» de negociación

Por su parte, Delia Ferreiro Rubio, abogada, consultora en temas electorales y experta en temas de corrupción, ex titular e integrante de Transparency International, se refirió a las consecuencias que tiene a nivel global el desprecio que ha moostrado Trump por los organismos internacionales y los cambios que ha impulsado tanto a nivel nacional como internacional en materia de corrupción.
Ferreiro Rubio destacó que el concepto de gepopolítica nace a principios del siglo XX para analizar el impacto del tamaño, la economía, el poder militar, la posición geográfica de los Estados y su impacto en el sistema global. Sostuvo que desde una perspectiva actual «los espacios de la política ya no se limitan a los espacios geográficos. Los avances de las comunicaciones, la Inteligencia Artificial, entrev otros, han redefinido estos espacios. Hoy tenemos actores internacionales casi tan poderosos como los Estados, a veces ocultos o notan ocultos, detrás de las políticas públicas y el posicionamiento de los Estados». Señaló que estos 60 días de presidencia de Trump han sido de una «movilización brutal» en esos espacios, con la implantación de «un verdadero estilo mafioso» de negociación en todos los ámbitos. «Primero te someto, te golpeo, te levanto del piso y luego retomo la negociación, al mejor estilo de las películas de El Padrino» graficó.
Estimó que ese estilo «no es privativo de Trump, sino de los que Anne Applebaum ha denominado ‘Autocracias SA’, donde tenemos líderes que utilizan este estilo, incluso en democracias», agregó. Alertó que este desprecio por organismos internacionales e instancias normativas globales, sin que haya capacidad de reacción de las instituciones y ejemplificó eso con la anulación de la norma que sancionaba a las empresas estadounidenses que pagaran sobornos en el exterior, habilitando prácticas de corrupción y facilitando los vínculos con el crimen organizado.
«Es una verdadera agenda pro-cleptocracias y pro-corrupción» la de Trump, sostuvo la especialista en temas de transparencia e integridad, revirtiendo los avances sobre controles y sistemas basados en cooperación basado en reglas. «Está presentado como una forma de beneficiar a pequeñas empresas, pero en realidad abre la posibilidad para el anonimato y el ocultamiento de beneficiarios de los negocios y con ellos la facilitación de los flujos ilícitos internacionales para el crimen organizado y estructuras corruptas». La promoción de los «pasaportes dorados» a grandes inversores y la invitación a los oligarcas rusos a invertir en EE.UU. «es una práctica que ya hemos visto tiene graves consecuencias en Gran Bretaña y otros países de Europa, con facilitación de lavado de dinero. «Se favorece este circuito de robar, esconder y luego disfrutar sin tapujos de lo robado», concluyó.
Destacó la cuenta «Rapid response 47» de la presidencia de Trump que utiliza mecanismos de desinformación para ganar el discurso internacional en las redes, una especia de «universo informativo paralelo» que pretende desligar a las audiencias de los medios informativos tradicionales, críticos de sus decisiones. Las grandes firmas tecnológicas se han adaptado rápidamente a este nuevo entorno, limitando sus políticas respecto a la desinformación y discursos de odio, al tiempo que revirtieron muchos avances en materia de inclusión de minorías y diversidad de género.
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