Denuncian 40 desapariciones de menores por mes en Bariloche
Estadísticamente, la Policía de Bariloche tiene más casos de menores que abandonan sus hogares que de delitos sobre la propiedad. Muchas veces se hacen las denuncias, pero cuando aparecen, los padres no lo comunican a los uniformados. Entre las tres comisarías de la ciudad lacustre se reciben unas 40 denuncias mensuales por desaparición de menores. En la mayoría de los casos, suelen estar en las casas de amigos o de algún familiar.
SAN CARLOS DE BARILOCHE- Las causas iniciadas por denuncia de menores fugados del hogar o jovencitas y muchachos que no regresan a su domicilio después de una velada, dan tanto o más trabajo a la policía que los delitos contra la propiedad.
El síndrome de Cipolletti o de la causa Zambrano inquieta a muchos padres o familiares que a veces realizan la denuncia antes de verificar en los lugares de concurrencia habitual de los desaparecidos, y ponen en marcha la maquinaria policial. En ocasiones, por vergüenza o indolencia, ni siquiera comunican a las autoridades la aparición de la persona buscada y mantienen ocupada a la policía.
Entre las tres comisarías de la ciudad se denuncian unos cuarenta casos mensuales que mantienen en alerta permanente a toda la policía, que comunican la búsqueda a la red provincial e interprovincial.
La reciente desaparición de una menor de 16 años ocasionó alarma en su familia y en el barrio Nahuel Hué donde se domiciliaba, pero la policía, que ya había actuado en una desaparición anterior y voluntaria de la chica, confiaba en que se encontraba cerca y bien.
La preocupación se potenció con la declaración de un vecino, que aseguró haber visto «a dos muchachos y una chica que se internaron en el cerro Ventana y después regresaron los muchachos solos». Pero la policía desconfió desde el primer momento de un remisero sospechoso que negó información sobre el paradero de la chica.
En un sorpresivo allanamiento realizado el domingo de la semana pasada, los investigadores descubrieron que el remisero la ocultaba en su casa, aunque se ignora con qué fines. La menor se mostró agresiva al ser descubierta y se negó a ser revisada por el médico policial protegiendo a su anfitrión de la probable imputación de algún delito contra la honestidad. Ese mismo día aparecieron otras dos jovencitas cuya desaparición se había denunciado unas horas antes.
La comisaría 28 recibe 15 denuncias mensuales, en promedio, la mayoría referidas a chicas de entre 11 y 16 años que no regresaron después de salir a bailar o la casa de alguna amiga. Pocas veces la incertidumbre se prolonga más de 24 horas, pero en ese tiempo la policía debe recorrer varios domicilios, consultar en el hospital, clínicas y otras comisarías, y difundir la alarma por las redes policiales.
Colaboración del Bora
Si pasa más de un día las autoridades implementan mecanismos de búsqueda más complejos con la participación del Bora e indagan sobre las costumbres y amistades de la menor.
Los muchachos buscados suelen estar en la casa de algún amigo y algunas veces en la comisaría del Centro Cívico, demorados por desórdenes o en estado de ebriedad.
Los menores de 10 años constituyen otra preocupación cuando sus padres trabajan y no regresan hasta bien entrada la noche. Suelen salir de su casa y distraerse con amigos o familiares, y a veces se quedan dormidos en otro domicilio o en la calle. A partir de la denuncia los padres y la policía comienzan a peregrinar toda la madrugada por cada uno de los lugares donde presumen que pueden estar.
En la comisaría de Melipal se denuncia un promedio de tres desapariciones mensuales, de personas de distinta edad.
Durante el pasado fin de semana debieron encontrar a un hombre que padece demencia senil y se había alejado del Hogar de Ancianos que lo contiene.
En muy pocas ocasiones las desapariciones llegan a formar una causa judicial, a pesar de que se advierten reiteraciones y se presume el estado de abandono de alguno de los chicos buscados.
El antecedente del caso Zambrano sigue presente
En Bariloche hay una herida abierta que dejó la violación y asesinato de un niño de ocho años, Fernando Zambrano, que desapareció una noche de invierno de 1994 ante la inquietud de sus familiares y de sus amigos.
Lo encontraron muerto al día siguiente en el predio que ocupaba el Tiro Federal ubicado en las cercanías de las calles Beschedt y Brown.
Se responsabilizó por el crimen a varios menores marginales pero sólo recibió condena uno de ellos, que nunca confesó el delito y lo declararon responsable en fallo dividido.
A partir de lo ocurrido son pocos los padres que no sienten preocupación cuando sus hijos no regresan al hogar en el horario acordado.
El misterio de «Power»
Pese a que la justicia todavía no puede barajar una hipótesis delictiva, la desaparición de Alejandro «Power» Pzsemiarower es uno de los enigmas que arrastra la ciudad.
Se lo vio por última vez el pasado 14 de abril y no hay explicación para su ausencia, ni aspectos de su historia que justifiquen la sospecha de un secuestro u homicidio.
La denuncia se realizó 12 días después de su última aparición pública y esa circunstancia no permitió aclarar detalles claves para la investigación.
Al desaparecer dejó a su perro, su celular y su sombrero, compañeros inseparables de cada día, y su Trafic quedó abandonada en una calle del centro de Bariloche.
Nada coincide con sus costumbres y se presume que no salió de su domicilio por su voluntad, pero tampoco existen evidencias de que fuera secuestrado o asesinado.
Cada exposición recibe un trato especial
La comisaría Segunda es la que más exposiciones recibe por desaparición de personas y sus autoridades dan a cada caso un tratamiento especial. «No es lo mismo la denuncia de una mujer que confiesa haber tenido una discusión con su pareja desaparecida, que la de padres de chicos que tuvieron problemas en la escuela y buscan refugio temporal en otra casa», explicó uno de los jefes.
Para la policía es fundamental conocer qué ocurrió en las horas previas a la desaparición de la persona y con esos datos orientan la búsqueda en determinada dirección.
«En las menores puede haber antecedentes de amoríos no consentidos por los padres, peleas domésticas que los alejan del hogar o salidas distintas a las confesadas en sus casas. También se da el caso de chicos que no tienen contención y la denuncia llega después de dos o tres días de no saber nada de ellos», abundó el subcomisario Jorge Villanova.
La desaparición de personas mayores preocupan cuando están precedidas por problemas familiares, de pareja o malos entendidos, y son bastante frecuentes, pero la mayoría de las denuncias involucran a menores de edad de un o y otro sexo.
La habitualidad de los pedidos de paraderos no enerva la actitud de los policías, que saben que detrás de una denuncia puede haber un caso siniestro, y ponen en funcionamiento operativos que les restan esfuerzos en la lucha contra la delincuencia común.
SAN CARLOS DE BARILOCHE- Las causas iniciadas por denuncia de menores fugados del hogar o jovencitas y muchachos que no regresan a su domicilio después de una velada, dan tanto o más trabajo a la policía que los delitos contra la propiedad.
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