El que ríe último es Boca, el campeón que se sobrepuso a todo y ahora festeja

A lo largo de la Copa de la Liga, el equipo de Sebastián Battaglia pasó por varios sucesos críticos, futbolísticos y otros no tanto. Pudo superarlos a tiempo y la campaña tuvo un final feliz.

El ruta hacia una final generalmente no es un camino de rosas. Los obstáculos aparecen y si es que se llega vivo al último día de competencia, está claro que las soluciones también. Pero en ese trayecto difícil por el que transitó Boca, hubo heridas serias donde alguna de ellas pudo ser fatal.

Este equipo de Sebastián Battaglia llegó plagado de cicatrices de guerra a la batalla de Córdoba contra Tigre. En el Xeneize, la inestabilidad ha sido un incómodo distintivo en la campaña que acaba de consagrarlo campeón.
El entrenador, que es del riñon del club, ha sabido desde siempre que en el Xeneize todo es provisorio y que aquello de rendir examen todos los días en una realidad y no sólo una frase hecha.

Battaglia, que fecha a fecha tuvo que lidiar con “una salida inminente” del cargo, hoy celebra haberse mantenido firme en los momentos adversos, que no fueron pocos, a lo largo de la Copa de la Liga Profesional que acaba de finalizar.

Boca es el campeón. Llegó a la final y no importó cómo. Por peso histórico su obligación al éxito es permanente y ayer lo certificó al vencer 3-0 al Matador, que fue por la gloria máxima aunque interiormente ya estaba hecho. Le faltó sólo un escalón de ser el mejor en la elite por segunda vez, cuando hace sólo siete meses ascendía desde la Primera Nacional tras ganarle la final a Barracas Central.

El cabezazo goleador de Marcos Rojo para abrir el partido sobre el cierre del primer tiempo (Foto/Télam)

Si bien Boca convirtió 21 de los 32 goles a través de sus delanteros, el título en la final se lo comenzaron a dar dos de sus defensores. El cabezazo de Marcos Rojo en la última jugada del primer tiempo, encaminó un partido donde Tigre supo estar a la altura hasta que Frank Fabra metió un zurdazo digno de un lateral brasileño para el 2-0.

Mientras estuvo en partido, el Matador tuvo en Mateo Retegui a su hombre más peligroso. Quizás esta actuación de delantero haya sido suficiente para que Boca lo tenga en cuenta para formar parte de su plantel, una vez que finalice su préstamo con el club de Victoria.

El Xeneize ha sido un campeón de menos a más, con altibajos en su juego y con sucesos como los actos de indisciplina de algunos jugadores que jaquearon la autoridad de Battaglia. Tuvo que lidiar además con la injerencia del Consejo de Fútbol, que en varios momentos de este campeonato no le vio uñas al León como para torcer la historia.

El caso de Sebastián Villa, con una segunda denuncia de abuso sexual antes de la semifinal con Racing, sumada a la posterior actuación por demás discreta del equipo, sólo salvada por los penales, marcó la última mirada con desdén para este Boca que ayer en Córdoba ganó a lo campeón.


El Xeneize encontró respuestas en la efectividad y en el 2-0 desactivó la presión de Tigre, que se fue definitivamente del partido. Boca, con ese oficio que sólo dan los pergaminos, se dio el gusto de decorar la final con un gol de Luis Vázquez, que como siempre, sabe qué hacer cada vez que reemplaza al Pipa Benedetto, el goleador del campeón con siete tantos.

En la final no se puede fallar, no hay desquite ni segundas posibilidades. Boca lo entendió así y en su grandeza y oportunismo está la explicación de esta nueva estrella.


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