Scaloni, Aimar y Samuel: la historia impensada de un cuerpo técnico que también hizo campeón a Pekerman

Scaloni, Aimar y Samuel, líderes del seleccionado campeón en Qatar 2020, fueron parte del exitoso ciclo de José Pekerman en los seleccionados juveniles. Su modo de pensar, jugar y vivir el fútbol de este campeón lleva la impronta de aquellos campeones sub-20.

El fútbol, cuántas veces lo dijimos, es dinámica de lo impensado. Dicha, y escrita, por el periodista Dante Panzeri, la frase le dio título a su libro, acaso el más célebre dedicado a este juego que tanto nos apasiona, publicado en 1967.  

Lo impensado en tanto que todo lo que sucede en el campo siempre lo decide el futbolista. Pero en el fútbol lo impensado no siempre sucede dentro del campo de juego. Lo impensado también sucede afuera.  

Este domingo, el seleccionado argentino se consagró campeón del mundo por tercera vez en su historia, luego de una larga e injusta espera de 36 años. Y lo hizo dirigido por un cuerpo técnico inexperto en “cuestiones mayores”.  

Conformado en 2018 para conducir los seleccionados juveniles y menores, el grupo de trabajo liderado por Lionel Scaloni, a quien por entonces ya acompañaban Pablo Aimar y Walter Samuel, se hizo cargo del seleccionado mayor ese mismo año como consecuencia de una coyuntura impensada: tras la salida de Jorge Sampaoli, luego del turbulento paso del equipo albiceleste por el Mundial de Rusia, no había quién dirigiera, en septiembre de 2018, los dos partidos, ante Guatemala y Colombia, en el marco de una gira por Estados Unidos. 

Tras ganarle 3-0 a Guatemala y empatar 0-0 con Colombia, Scaloni y equipo siguieron a cargo de “La Mayor” hasta la siguiente ventana FIFA, donde, en una mini gira por Arabia Saudita, venció 4-0 a Irak y cayó 0-1 ante Brasil jugando bastante bien. No es necesario decir que Scaloni siguió al mando ni contar el final de esta historia, que ya es bien conocido: Argentina campeón del mundo, de la mano de Lio Messi y bajo la conducción de un cuerpo técnico impensado en su tiempo, sí, pero forjado por las manos sabias de un hombre fundamental para el fútbol argentino contemporáneo: José Pekerman. 

Doble Lío. Scaloni y Messi, compañeros en 2006, se reencontraron en el Seleccionado Mayor para conducir al fútbol a su tercera consagración mundialista.

Designado en 1994 entrenador de los seleccionados juveniles argentinos, Pekerman condujo el ciclo más exitoso de la historia del fútbol juvenil al ganar tres de los cuatro mundiales sub-20 que dirigió (Qatar 95, Malasia 97 y Argentina 2001) dejar sentadas las bases para las consagraciones en Países Bajos 2005 y Canadá 2007, un proyecto sobre cómo debía trabajarse con las categorías menores y, acaso tan importante como los cinco títulos en siete mundiales, una camada extraordinaria de futbolistas preparados para dar el salto a la mayor y conducirla al éxito. 

Tras cada consagración juvenil, la dinámica más pensada fue que cada generación campeona con Pekerman primero, con Tocalli y Ferraro, después, expandiera sus virtudes y talentos en la selección mayor, pero, una vez más, esa dinámica de lo impensado que es el fútbol dejó sin consagración a todas aquellas camadas campeonas que suponíamos estaban destinadas a ser campeonas del mundo como en 1978 y en 1986. 


Mundial de Alemania 2006, la reunión cumbre que no resultó


Casi sin lugar en los planteles de Francia 98 y Japón-Corea del Sur 2002, el Mundial de Alemania 2006 parecía ser el escenario ideal, el punto de encuentro entre Pekerman y su ayudante Tocalli, ahora a cargo de “La Mayor”, y aquellos juveniles consagrados, en títulos y en juego: 15 de los 23 futbolistas que integraban el plantel de 2006 habían pasado por los seleccionados sub-20 de Pekerman, Tocalli y Pancho Ferraro, este último un continuador del trabajo de sus antecesores.  

Dirigidos por Pekerman, allí estaban Sorín, Coloccini, Cambiasso, Saviola, Mascherano, Leo Franco, Gabi Milito, Leandro Cufré, Riquelme, Maxi Rodríguez, Nico Burdisso y Ustari. Otros tres futbolistas completaban aquella lista: Lionel Scaloni, Walter Samuel y Lio Messi. ¿Fue el seleccionado más talentoso después del de México 86? Sin dudas que sí. Tampoco dudamos en que fue el que mejor jugó de todos los seleccionados que intentaron ganar la tercera copa del mundo. Pero, una vez más, la albiceleste no pudo “cruzar el Rubicón”, como Alejandro Sabella les llamó a los cuartos de final del mundial, instancia insuperable después de Italia 90 y que recién su seleccionado logró hacerlo en Brasil 2014. 

Pero volvamos a Alemania 2006: allí están ellos, los dos Lionel, Scaloni y Messi; Pablo Aimar y Roberto Ayala, todos compañeros de un equipo que ilusionaba como pocos lo habían hecho desde Estados Unidos 94 cuyo punto más alto del fútbol que proponía fue la extraordinaria jugada de 26 pases que terminarían en el gol de Cuchu Cambiasso en el 6-0 a Serbia y Montenegro por la fase de grupos. 

Tras superar con cierta dificultad al México de La Volpe, por 2-1 en octavos de final, Argentina naufragó en el Rubicón ante una Alemania a la que superó en buena parte del partido, pero que no pudo evitar que le empatara 1-1 diez minutos antes del final. La lesión de un sólido Pato Abbondanzieri y la decisión de José de no incluir a Lio Messi en los 120 minutos de juego fueron el principio del fin de una historia que terminó en derrota por penales. Aquel día, ni Messi, ni Scaloni, ni Aimar jugaron. Sólo Ayala lo hizo: siendo titular, marcó el 1-0, pero falló su penal en la definición. Scaloni apenas jugó un partido en ese Mundial, ante México, y todo lo jugó en Mundiales. 

Aimar, Messi y Scaloni, compañeros en 2006, líderes en 2022.

Messi, en cambio, jugó los siguientes tres mundiales acumulando frustraciones y desencantos. Acaso la más grande de esas frustraciones haya sido la de Brasil 2014, donde llegó a la final y, tras un muy buen partido, vio cómo Mario Goetze, en el minuto 113, convertía el gol del triunfo alemán. Desde entonces, vivió los peores años con el seleccionado al punto de renunciar al mismo, entre lágrimas, tras perder por segundo año consecutivo y ante el mismo rival, Chile, la Copa América de 2016. 

Fueron años difíciles aquellos del Seleccionado. Gerardo Martino era un buen técnico que llevaba adelante un buen trabajo, pero no soportó las dos finales consecutivas perdidas ante Chile, por las Copa América de 2015 y 2016, y, al igual que Messi, renunció. Claro que Leo volvió y el Tata no. Su salida fue la consecuencia de un caos dirigencial que no lograba siquiera garantizarle la presencia de los jugadores.  


Dinámica de lo inesperado: Scaloni, DT


Tiempos turbulentos, de andar errático y decisiones apresuradas. La Comisión Normalizadora de la AFA, 38 a 38 mediante, designó a Edgardo Bauza, pero apenas Chiqui Tapia asumió su cargo lo echó y puso en su lugar a Jorge Sampaoli. Su derrotero con el Seleccionado es bien conocido. 

De su cuerpo técnico, se desprendió Lionel Scaloni, quien pidió trabajar con las selecciones juveniles. Sumó a Pablo Aimar, juntos dirigieron, y ganaron, con el Sub-20 el Torneo de L’Alcudia 2018. Y con toda la fuerza de lo impensado, el fútbol encontró en ellos, el germen de algo grande. Confirmado de a tramos, Scaloni sumó a Walter Samuel, otro hombre de la escuela de José, y a Roberto Ayala, quien, en esta historia escrita por aquellos juveniles de ayer, representó a las generaciones de grandes futbolistas post Italia 90 que lo intentaron una y otra vez y que injustamente eran el rostro de la derrota permanente. 

José Pekerman, emocionado testigo de la consagración argentina.

Apuntalado por César Luis Menotti, este cuerpo técnico inédito e inexperto tomó las riendas del Seleccionado argentino y se fue haciendo su propio destino a fuerza de ensayo error, como cualquier cuerpo técnico. Y para sorpresa de todos, hay que decirlo, el ensayo error devino en soluciones que funcionaron: ganó una Copa América después de 28 años y un Mundial, después de 36. 

¿Por qué este cuerpo técnico surgido del desorden dirigencial consiguió lo que ningún otro había podido nunca antes, como fue ganar Copa América y Mundial de manera consecutiva? Las respuestas son muchas y muy variadas. Pero algo no es casual: José Pekerman como punto de partida. Aquella generación de futbolistas de la que se esperaba trasladara su talento, pero, sobre todo su éxito en las juveniles a los seleccionados mayores, de manera impensada, e inesperada, lo hicieron, sí, pero como entrenadores.  

En Scaloni, Aimar y Samuel están representados todos aquellos juveniles que deslumbraron al mundo con su juego fresco, atrevido y tan representativo de aquello que siempre nombramos como “la nuestra”, ese modo argentino de sentir y jugar al fútbol.  

Con Scaloni, Aimar y Samuel también fueron campeones los Riquelme, Saviola, Cambiasso, Coloccini, Maxi Rodríguez, D’Alessandro, Pipi Romagnoli, Chori Domínguez, Zabaleta, Gago, Banega. En Roberto Ayala también se funden los Batistuta, Crespo, Simeone, Redondo, Ortega, Mascherano, Heinze, Higuaín, Almeyda… 

Y Pekerman, claro. El hombre que formó este cuerpo técnico, humana y futbolísticamente.  

Dieciséis años después de aquel maravilloso gol de los 26 toques contra Serbia y Montenegro, Julián Álvarez le sumó un toque más para convertir el 2-0 ante Polonia y sellar el pase a octavos de final como líderes del grupo. El de la Araña, en Qatar 2020, con Messi como maestro de ceremonia futbolera y con los viejos sub 20 en el banco, fue el gol con más toques en la historia del seleccionado argentino.  

Lo impensado suele ser a veces maravilloso. 


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