Video: reviví la charla con Sergio Cachito Vigil en Vértices, vida y obra de un hombre íntegro y apasionado

El histórico ex entrenador de Las Leonas fue el segundo invitado del ciclo organizado por el Diario Río Negro y dejó sus enseñanzas de vida en una charla a corazón abierto. Mirá el video completo. Este martes se viene la tercera fecha con la presencia de Ariel Ortega.

“¿El padre de Las Leonas? Yo más bien soy el hijo afortunado de ese grupo de mujeres”. Sergio Cachito Vigil se saca de encima con altura y humildad el mote de domador de aquel grupo de jugadoras, que marcó un antes y un después en la historia del hockey argentino.

A Cachito lo acompaña una especie de aura muy particular. Quizás se deba a esa atracción bondadosa que irradia en cada frase, en cada gesto, y que nos lleva a preguntar cómo es que cabe un corazón tan grande en una persona cuya talla sólo es aplicable a una ficha de datos particulares.

El poder hipnótico de Vigil a través de la palabra es notable. Cuando Cacho habla, el resto escucha irremediablemente con atención. Como si fuera un predicador de la vida, Vigil usó y usa el deporte de alta competencia como un vínculo supremo para formar, por sobre todas las cosas, mejores personas.

El auditorio del bello Complejo Cultural Cipolletti (CCC) hizo esta vez de anfitrión de la segunda entrega de Vértices, el ciclo organizado por el Diario Río Negro con personalidades destacadas del deporte argentino, donde Cachito habló de lo que es el éxito y el fracaso, del sentido real de lo que es ganar y de la cuota necesaria de entusiasmo para motorizar las emociones.

Cachito Vigil en el Complejo Cultural de Cipolletti. (Foto/Florencia Salto)

La entrevista con Vigil en el CCC fue el final de una jornada que tuvo varias estaciones. En cada una de esas paradas, el común denominador fue la charla sin desperdicios ni perezas. También confesiones.

“Yo soy actor y junto al hockey creo que fue lo que me ayudó a encontrar la felicidad”. Tratamos de procesar lo que acaba de decir Vigil: lo del hockey claro que lo sabemos. Ahora bien, ¿qué es eso de ser actor?


Habla Cachito y nosotros escuchamos. “Yo ya era el técnico de la selección de hockey de damas, todavía no eran conocidas como Las Leonas, y esa ocupación la compartía con mi otra pasión: la actuación. Y fue gracias al teatro que conocí a mi esposa. A fines de los ‘90 yo estaba haciendo una obra de Roberto Arlt que se llama “Prueba de amor” y Marcela, así se llama mi esposa, vino como espectadora. No una vez, sino tres veces vino a ver la obra. Fue así que la invité a cenar y fuimos a una pizzería en Núñez».

«Después de esa noche, yo me fui a Corea de gira con las chicas por un mes. No la vi más, hasta que volví de viaje y la llamé. Me atendió la madre, que a los gritos llamó a Marcela: “Es el muchachito…” (risas). A partir de ese día no son separamos más”.
“Ella es bibliotecaria y madre de mi hijo Thiago, que tiene 19”, dice Cachito y se le iluminan aún más los ojos. Con Marcela, con quien se casó en marzo del 2000, comparte el gusto por la música y la filosofía.

Antes de la entrevista en el CCC, Cachito Vigil visitó al club Marabunta, donde tiene gente amiga a la que no veía hace casi 20 años. El entrenador fue a inaugurar el campo principal de hockey del club en el 2004 y los directivos decidieron llamar a la cancha con su nombre.


Los dirigentes de la ‘Hormiga’ decidieron sorprender a Vigil con una placa con su nombre y Cachito no pudo contener la emoción: “Es la primera vez que me hacen un homenaje así…”, dijo entre lágrimas sin poder aportar más. No fue necesario.

En el CCC, el auditorio disfrutó de la charla profunda y sin dobleces de un entrenador que acaba de cumplir 58 años y que ya hace más de medio siglo está junto al hockey.
Cacho primero fue jugador pero dentro de él siempre convivió con el entrenador y con sólo 18 años se puso al frente de un combinado de jugadoras.


“La vocación por ser entrenador viene de chico, me acuerdo que bocetaba prácticas de entrenamiento en un papel y las compartía con mi técnico. Después con 18 años, ese tiempo yo jugaba en Ciudad y en la Selección Sub 21, me tocó dirigir a esas mujeres, todas más grandes que yo, que me enseñaron a desarrollarme como entrenador”.

Con el tiempo aparecería Luis Ciancia, un segundo padre para Vigil y manager de selecciones nacionales de hockey, y le ofreció dirigir al combinado de Damas a fines de los 90’.

“Yo no entendía por qué me había elegido a mí, sino había ganado nada…”, se preguntó Cachito. Pero el ojo clínico de Ciancia no se equivocó. Con Vigil hubo un antes y un después en la historia de hockey argentino, con Las Leonas como elemento transformador.


En el 2004 Cachito dejó a Las Leonas porque entendió que era el fin de ese proceso. “A mí me gusta empezar de cero, armar las estructuras, desarrollarlas, potenciarlas y después partir. No me llevo ni al cuerpo técnico, porque el que fuera mi asistente ya cuenta con las armas para ser entrenador principal. Hay que crecer y creer en las personas”.

Luego de pasar por Los Leones y también por River, donde transformó de raíz de hockey del club de Núñez, Cachito partió una vez más, sólo con un bolso colgado de sus hombros.

Se fue a Chile en el 2017 para dirigir a Las Diablas, la selección femenina de aquel país, que jamás habían ido a un Mundial. Tuvieron que pasar cinco años de proceso y el año pasado Chile fue mundialista, donde también ganó el primer partido de su historia en una cita ecuménica.


“Lo que me convenció para ser el entrenador de Las Diablas fue cuando me dijeron que querían llevar el hockey a cada punto del país. El deporte no puede ser de unos pocos, tiene que ser de todos”, apunta Vigil.

Cachito permanecerá en Chile hasta después de los Juegos Olímpicos del 2024. Será el fin de un proceso de 8 años y una vez más será el momento de partir porque “el hockey de ese país ya tendrá sentada sus bases para seguir proyectándose”.

¿Cuál será su nuevo destino? “No lo sé… Donde me necesiten y haya hambre de crecer”.
Cachito saldrá otra vez por la puerta principal aunque su grandeza excede dimensiones. Estará listo para volver a empezar, sin método ni tampoco recetas. “Sólo hay que tener pasión, sólo eso…”.


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