Dos luchadoras que completaron un desafío

Una transplantada y otra que sufrió graves lesiones al caer compitieron en la prueba Puente a Puente.

Evangelina Martínez

VIEDMA (AV)- El fin de semana pasado la competencia “Puente a Puente” ofreció un imponente espectáculo deportivo acuático en la capital rionegrina. Fueron más de 200 nadadores que se lanzaron al río para completar los 4.000 metros y unir ambos puentes. Varios con capacidades físicas diferentes que demostraron que se puede, a pesar de los obstáculos con los que a veces se tropieza en la vida. Dos de ellas son mujeres, la viedmense Daniela Epuñan y la cipoleña Patricia Woldwijh que lucharon mucho tiempo y con el apoyo incondicional de la familia, un pilar importante para adquirir fuerzas en los momentos más delicados, logran día a día vencer los obstáculos. Daniela sufrió un accidente hace menos de un año cuando practicaba tela área que le provocó lesiones graves en su columna vertebral y un cuadro de paraplejía. Con un intenso tratamiento de rehabilitación y la confianza en sí misma, volvió a caminar. Pero no se detuvo porque desafió el río Negro y se largó para completar la prueba Puente a Puente, recién de regreso a Viedma tras meses de internación en Buenos Aires. También lo logró Patricia, una mujer transplantada que venció los miedos y desde hace seis años compite en distintas pruebas acuáticas con el mensaje solidario de que donar órganos salva vidas. “Después del transplante uno sigue con medicaciones y con una recuperación lenta donde nunca obtenés el alta médica. Además el hígado tiene que responder, con controles cada cuatro meses pero te acostumbras” sostuvo. El 13 de mayo del 2000 recibió un transplante de hígado después de esperar mucho tiempo por su segunda oportunidad de volver a nacer. Salió todo bien y nada la detuvo para continuar con una vida normal. “Lo importante es que uno pueda salir adelante de todo esto. Hay personas que se encierran y no quieren salir porque tienen miedo. La idea es movilizarse y cuidándose hacer lo más te guste”, puntualizó Patricia. En 2004 realizó equitación pero se le presentó un problema para continuar con la actividad. “Tuve osteoporosis y me prohibieron subirme a los caballos. Los médicos me recomendaron natación y empecé a competir en las olimpiadas para personas transplantadas”. Patricia aseguró que sola no podría haber logrado tantas medallas y reconocimientos en la natación sin el acompañamiento de la familia. “Es muy valioso porque una persona en estas condiciones necesita mucho afecto y que te cuiden”. Patricia aprovechó el diálogo con este medio para reiterar el pedido que mantendrá durante toda su vida “donar órganos”. Desde su experiencia destacó la importancia de tener conciencia sobre el alcance de este gesto de enorme solidaridad. “Mi donante tenía 17 años y su familia decidió donar sus órganos cuando su vida se apagaba. Lo hicieron en un momento crítico y muy difícil, pero salvaron muchas vidas. Tal vez si todos pensáramos como esa familia no habría listas de espera tan largas. Donar es dar una segunda oportunidad de vida”. Patricia la tuvo y hoy disfruta de cada momento, del más simple, de cada brazada.


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