Cadena nacional y superávit fiscal: épica cortoplacista con base en el default de la economía interna

El presidente Milei presentó el saldo positivo trimestral de las cuentas públicas en tono de "gesta nacional" y buscó empezar a fabricar su propio relato. La contracara de los números positivos es la licuación de partidas, la retención de fondos a las provincias y la suspensión de pagos a las empresas de Vaca Muerta.

«Este es el último tramo de un esfuerzo heroico que los argentinos estamos haciendo». Así inició el presidente Javier Milei la cadena nacional en la que anunció en tono de gesta épica el superávit fiscal alcanzado por el sector público nacional en el primer trimestre del año, por primera vez en veinte años.

El discurso de apenas 15 minutos estuvo cargado de consignas ideológicas, epítetos y descalificaciones destinados hacia la política y el periodismo y datos contrafácticos, imposibles de verificar más que en la imaginación del mandatario.

La puesta en escena del anuncio, mostró a Milei secundado por el ministro de economía Luis Caputo y el presidente del Banco Central Santiago Bausili, a quienes el presidente presentó como «nuestro equipo económico».

Solo esa definición merecería todo un análisis en profundidad en el marco de la teoría económica liberal, la cual sostiene como un dogma la «independencia de la autoridad monetaria» respecto a la política económica establecida por el Poder Ejecutivo de una nación. El propio Milei decía adherir a ultranza a esa idea que parece haber abandonado en la praxis.

«El superávit fiscal es la piedra angular desde la cual construiremos la nueva era de prosperidad de la Argentina».

Presidente Javier Milei en cadena nacional

Con una arenga inicial, el presidente volvió sobre su conocida idea de que “Nos enfrentábamos a la peor crisis de la historia de nuestro país”. Desde ese punto de partida enumeró una serie de datos imposibles de contrastar, a los que ya refirió en el cierre de campaña rumbo a las elecciones generales de 2023, en el acto de asunción, y en la Asamblea Legislativa de marzo pasado.

Entre los contrafácticos a los que volvió a acudir Milei, refirió una vez más a «un sobrante monetario similar al que teníamos en la previa del ‘Rodrigazo’», y a la inminencia de «una inflación anual del 15.000%», un dato que surge de una rústica, forzada e incomprobable extrapolación anual, partiendo del dato de inflación registrado en una sola de las semanas de diciembre.

No obstante, lo más polémico del discurso no fueron las trilladas consignas ideológicas que el presidente arrojó una vez más para el éxtasis de los propios. Lo más controvertido del anuncio emitido por cadena nacional surge de los datos realmente verificables del resultado fiscal del primer trimestre del año.

En efecto, las cuentas del sector público nacional arrojaron un superávit financiero de $276.638 millones en el tercer mes del año. El mismo resulta de un superávit primario de $625.034 millones, y luego de restar los pagos netos de intereses de la deuda pública por $348.396 millones. El gobierno estima que el saldo positivo equivale a un 0,2% del Producto Bruto Interno (PBI), y estructuró el anuncio en tono de épica colectiva histórica resaltando que es el primer trimestre con superávit desde el año 2008.

En efecto, el mandatario sentenció que «el superávit fiscal es la piedra angular desde la cual construiremos la nueva era de prosperidad de la Argentina», y se auto nominó como parte de la historia universal al señalar que «haber ajustado 13% del PBI en solo tres meses es una hazaña de proporciones históricas a nivel mundial».

Es justamente en esta definición que se pretende categórica donde radica la mayor debilidad del «esfuerzo heroico» que busca comunicar el presidente. Sucede que al analizar la composición del superávit alcanzado en el primer trimestre de 2024, se aprecia con claridad que el mismo difícilmente pueda ser sostenido en el tiempo.

Un informe publicado por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) luego de la cadena nacional de ayer refleja los fundamentos sobre los que el gobierno de La Libertad Avanza estructuró la mejora fiscal al inicio de la gestión. De allí surge que la estrategia de Caputo y Milei consiste en la licuación de las erogaciones en pesos (principalmente jubilaciones), la suspensión de pagos comprometidos por el estado nacional, y la retención de fondos ya presupuestados y devengados.

El estudio de IARAF revela que el congelamiento de las partidas presupuestarias en pesos y su consecuente licuación por el efecto inflacionario, han sido el principal motor del superávit. En este sentido, las «jubilaciones y pensiones contributivas» que representan el 33,6% del gasto primario, cayeron 35,7% en términos reales entre enero y marzo.

A ello hay que agregar las «transferencias de capital a las provincias» que se desplomaron un 98,4% en términos reales en el primer trimestre, la «inversión real directa» que lo hizo un 82,5% y las «transferencias corrientes a las provincias» que cayeron 76,3% real en solo tres meses.

Este último ítem contiene pagos que la Nación indefectiblemente deberá remitir a las jurisdicciones provinciales tarde o temprano, sea por la vía natural y habitual, o mediante un litigio judicial. Se trata de pagos pendientes imposibles de evitar, los cuales simplemente han sido postergados.

Aún si se aplicase un criterio pura y exclusivamente «contable», cuesta comprender que se excluya dichos pasivos del cálculo del superávit. O al menos, es complicado interpretar el grado de algarabía y el tono de gesta épica nacional histórica, estructurado sobre el cortoplacismo de apenas un trimestre.

El superávit trimestral presentado como ‘heroico’ por el presidente Milei se estructura sobre la licuación de las partidas presupuestarias y el default con las empresas privadas.

Sin embargo la endeblez del cálculo sobre el que se basa el superávit «heroico» presentado por el presidente, no se basa únicamente en la polémica forma en que se administra la asignación de recursos hacia dentro de la administración pública. Lo insostenible emerge también de la deuda del estado nacional con las empresas privadas.

El gobierno de Javier Milei hace tres meses que no abona los contratos que mantiene el Estado nacional mediante Enarsa y Cammesa con las empresas privadas en el marco del «Plan Gas». Se trata de una porción de la tarifa que no abonan los usuarios, y que debe abonar el Estado, según establecen los contratos vigentes hasta el año 2028.

Equipo. El presidente fue secundado por el ministro de economía Luis Caputo y el presidente del BCRA Santiago Bausilli.

La deuda que acumula el gobierno de Javier Milei con las empresas productoras de energía por la falta de pago en el marco del «Plan Gas» durante los últimos tres meses, asciende a los u$s 2.000 millones. La suma equivale a unos $ 200.000 millones. Es decir que tres cuartas partes del superávit de $276.000 millones que presentó ayer Milei se explica por la suspensión de pagos a las empresas privadas de energía.

Sea en Argentina, en Estados Unidos, en China, en un régimen capitalista o en uno socialista, la suspensión de pagos de un contrato firmado con montos y plazos definidos, se denomina «default». De hecho, es el eufemismo que ya comienza a circular entre las empresas que operan en Vaca Muerta. Compañías multinacionales que con el correr del tiempo pueden terminar elevando sus reclamos a los tribunales internacionales.

Tal es el motivo por el cual los máximos exponentes del liberalismo argento comenzaron a levantar la voz durante las últimas semanas para señalar lo «insostenible» del ajuste que lleva adelante Milei. Es el caso del mismísimo Domingo Felipe Cavallo, del ex asesor del gobierno Carlos Rodriguez, o del reconocido economista Miguel Ángel Broda, que calificó el ajuste de Milei como «excesivo, burdo e insostenible».

«Nos habíamos convertidos en los mayores defaulteadores seriales del mundo», aventuró el presidente en cadena nacional. Lo afirma sin ponerse colorado, mientras presenta como un logro de proporciones descomunales haber suspendido el pago de la deuda pública comprometida con las mismas empresas privadas extranjeras a las cuales dice ponderar, defaulteando en este caso la economía interna.

Es imposible divorciar la cadena nacional emitida ayer del reclamo universitario que se anticipa masivo. No hay novedades en el horizonte político vernáculo. Milei es un exponente más de la vieja política, arrugada, manchada, mañera y corporativa. Esa que es capaz poner en tela de juicio el relato anterior para establecer uno nuevo, el suyo.


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