Cerezas en la Patagonia: en busca de la mejor calidad

Por INTA.

La comercialización a contra estación es una ventaja comparativa importante de los países productores de cerezas del hemisferio sur, cuya producción abarca un periodo de aproximadamente 19 semanas, que se inicia en octubre y finaliza en febrero del año siguiente en todo el país. Debido a que la exportación es uno de los principales objetivos de la producción de cerezas de la Patagonia, y que son frutos altamente perecederos, es fundamental poder producir fruta de alta calidad y mantenerla durante el proceso de transporte y almacenamiento.

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Las provincias patagónicas de Río Negro, Neuquén, Chubut y Santa Cruz gozan de una reconocida identidad a nivel internacional, con un beneficioso estatus sanitario (libre de mosca de los frutos). De acuerdo con las profesionales del INTA Alto Valle, Patricia Villareal “tanto el incremento en las exportaciones aéreas, es decir el 70 % del total exportado, como la diversificación de los destinos son significativos no solo para la región sino también para el país”.

Según datos de la Cámara Argentina de Productores de Cerezas Integrados, la Patagonia pasó a ser la principal región exportadora de cerezas frescas de la República Argentina, con el 89 % del volumen total. De eso, más del 56 % proviene de las provincias de Río Negro y Neuquén.

Respecto a la calidad de las cerezas se buscan atributos asociados a frutos grandes, crocantes, de color intenso y brillante, dulces y con un pedúnculo verde y turgente. Aunque hay una serie de factores y pautas de manejo recomendadas en los distintos momentos del cultivo que permiten alcanzar esas características, las investigadoras mencionan dos problemas que afectan la calidad: frutos dobles y cracking.

Entre los defectos que deterioran la calidad se pueden mencionar la formación de frutos dobles que se producen cuando dos carpelos se fusionan durante el desarrollo de la flor dentro de la yema y provocan el crecimiento de dos frutos. Esto hace que aumenten los porcentajes de descarte, ya que los frutos con estas características carecen de valor comercial. Entre las causas que provocan este fenómeno, se puede mencionar el registro de temperaturas mayores a los 30 º C durante el período de diferenciación de yemas (diciembre a febrero). De igual forma el estrés hídrico finalizada la cosecha es otro factor que favorece su aparición, ya que coincide con el momento de diferenciación floral y la máxima demanda de evapotranspiración del cultivo. Según la investigadora del INTA Patagonia Norte, Dolores Raffo, el uso de protectores solares y/o riego evaporativo en campo luego de la cosecha ayuda a disminuir la temperatura superficial del follaje, yemas y madera, reduciendo la aparición de frutos dobles.

Otro problema que afecta fuertemente la producción y rentabilidad de un monte frutal, es el cracking o partidura en cerezas. Si bien el daño por partidura está directamente relacionado a la ocurrencia de lluvias, existen ensayos que demuestran que este desorden involucra complejos mecanismos fisiológicos, en donde interactúan diversos factores relacionados con el fruto (variedad, tamaño, concentración osmótica, etapa de crecimiento del fruto, etc.), duración de las lluvias, y otros factores ambientales y de manejo que pueden inducir este problema.

Es importante destacar que hay variedades que presentan una mayor tolerancia o resistencia a esta fisiopatía. De todas maneras, las condiciones climáticas y el manejo realizado en cada temporada modifican dicha susceptibilidad. De acuerdo con las investigadoras es posible determinar la causa principal del cracking según el lugar en donde se produce la partidura: “Cuando la rajadura se ve en forma de medialuna en la cavidad peduncular es probable que haya sido ocasionada por una lluvia. Cuando se produce en el ápice sobre la sutura (tipo estrella) o lateral es generalmente ocasionada por fluctuaciones importantes en el contenido de humedad del suelo –por manejo del riego– o bien por sobremadurez de los frutos y exceso de humedad ambiente, lo que ocurre generalmente en las cámaras y precámaras frigoríficas”, explicaron.

A lo largo de los años, se buscaron diferentes soluciones para enfrentar esta problemática. Lo más común es la implementación de distintos tipos de cobertores, polietileno de diversas densidades, rafia u otros que ayudan a evitar el contacto directo de las precipitaciones con el fruto. Raffo comenta que el uso de un programa preventivo de protectores de naturaleza lipídica ayuda de alguna manera a fortalecer e impermeabilizar la cutícula y demostraron ser efectivos en la reducción del cracking a campo.

La producción de cerezas en la Patagonia, por las características de tecnología demandada tanto para la producción como para la comercialización (incluyendo la logística de cosecha y enfriamiento), está condicionada a segmentos de productores con alta capacidad de inversión. Asimismo, existen numerosas herramientas efectivas disponibles para producir cerezas con la calidad que requieren los mercados internacionales.

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