Distintas fórmulas y un mismo resultado: jubilados pierden

De forma desprolija y en sintonía con los pedidos del FMI, se decretó la nueva fórmula previsional. Las proyecciones muestran que al igual que en 2017 y 2021, el cambio volverá a significar una pérdida de valor real para los haberes jubilatorios.

“Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. La frase es falsamente atribuida al físico Albert Einstein, pero bien puede explicar el derrotero de la administración de las jubilaciones en Argentina.
Sin importar colores políticos, las últimas gestiones hicieron lo mismo: cambiar la fórmula de actualización previsional. El resultado también fue siempre el mismo: jubilados cada vez más pobres.


El gobierno de Cristina Fernández sancionó en el año 2008 la Ley 26.417 que estableció una fórmula de actualización semestral teniendo en cuenta un 50% la evolución de la recaudación del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de Anses y un 50% la evolución de la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Registrados (RIPTE).


La fórmula significó una recuperación de los haberes en términos reales del 20% promedio entre 2009 y 2012, y entre 2012 y 2015 sostuvo constante el valor real de las prestaciones.
Pero fue también durante el kirchnerismo en que se incorporaron cinco millones de nuevos jubilados mediante moratoria.


Habitualmente se responsabiliza por ello a los “millones de personas que se jubilaron sin aportes”. Rara vez se menciona en cambio, a los empresarios que durante décadas emplearon a esos millones de personas en negro, sin hacer los aportes correspondientes. Es decir a quienes realmente se robaron por años los aportes de los jubilados.

“Estamos convencidos de llevar adelante un ajuste fiscal, que tiene mucho de motosierra y licuadora”.

Presidente Javier Milei durante su exposición en IEFA Latam Forum.


Lo cierto es que si bien la política de moratorias permitió llevar la cobertura del sistema previsional al 95% de los adultos mayores en 2015, se generó un serio problema inter temporal para la sustentabilidad del sistema.
Esto es, los fondos que se recaudan con el aporte de los trabajadores activos no son suficientes a largo plazo para sostener el universo de beneficiarios.


Las tres siguientes gestiones de gobierno intentaron lidiar con el problema apelando a un cambio en la fórmula de actualización de los haberes.
En este sentido es evidente que si el punto de partida para el cambio de fórmula es la insustentabilidad del sistema a raíz del peso presupuestario del mismo, desde el vamos se supone que la idea en todos los casos es reducir ese gasto.


En otras palabras, los últimos tres cambios de fórmula previsional no tuvieron por objetivo cuidar el bolsillo de los jubilados. Por el contrario en todas las ocasiones, la premisa fue reducir la incidencia presupuestaria del sistema previsional.


En 2017 y en medio de una lluvia de piedras, la gestión de Mauricio Macri logró en el Congreso una fórmula que actualizaba los haberes cada tres meses considerando un 30% el RIPTE y un 70% la inflación. El resultado fue una caída del 20% en términos reales para los haberes mínimos hasta 2019.


Cuando asumió Alberto Fernández, decidió suspender por decreto la fórmula de 2017, y otorgó aumentos discrecionales por decreto de forma trimestral.
Recién en marzo de 2021 el Congreso de la Nación aprobó una nueva fórmula en la que se consideraba un 50% del aumento trimestral en la recaudación de la ANSES y un 50% la variación salarial, utilizando el Índice de Salarios de INDEC o el RIPTE, el más alto entre ambos.

Proyecciones privadas coinciden en que el cambio de fórmula de Milei apenas servirá para que el valor real de los haberes deje de caer, pero consolidará en el tiempo una pérdida real acumulada del 114% desde 2017.


El resultado, una caída real del 2% en las jubilaciones mínimas hasta 2023 y del 25% promedio en las prestaciones más altas.
Esto implicó en los últimos 4 años un virtual “achatamiento” de la pirámide de prestaciones (perdieron más los beneficiarios de haberes más altos).


Llegado el turno de Milei, el flamante presidente no se anduvo con eufemismos. Sin ir muy lejos, esta misma semana valoró frente a los encumbrados empresarios de IEFA Latam Forum el efecto de “la licuadora” para obtener el superávit fiscal de enero y febrero.


En efecto, la pérdida real de las jubilaciones llegó al 38% en el primer bimestre, permitiendo a la gestión Milei exhibir con orgullo una ecuación fiscal sin déficit en sus dos primeros meses.
El cambio de fórmula modelo 2024, estaba pensado originalmente dentro de la Ley Ómnibus que fue rechazada en febrero.
El fracaso legislativo y la necesidad de contener el golpe a los haberes, obligaron a acelerar los tiempos por decreto.


La decisión tuvo como telón de fondo un pedido explícito del FMI sobre la necesidad de revisar el gasto previsional.
El gobierno negocia desde hace al menos tres semanas un nuevo acuerdo que signifique desembolsos por al menos u$s 15.000 millones, lo que habilitaría a levantar el cepo, y en el ideal de Milei, a dolarizar.
La desprolijidad en los cambios anunciados para la liquidación de los haberes de abril, no tiene precedentes, con decretos que fueron promulgados con cinco días de diferencia y aún se contradicen entre sí.


Los cálculos de diferentes consultoras y centros de investigación coinciden en que el cambio de fórmula de Milei apenas servirá para que el valor real de los haberes deje de caer, pero consolidará en el tiempo una pérdida real acumulada del 114% desde 2017 (IARAF).


Fue el propio organismo el que advirtió la situación esta semana y señaló que “es importante sostener los esfuerzos para apoyar a los segmentos vulnerables”.
Hasta el propio Fondo lo entiende así. El resultado está escrito con el mismo molde que las reformas de 2017 y 2021: los jubilados vuelven a perder.


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