El cambio en los precios relativos, una carrera escondida detrás del dato de inflación

La inflación acumulada entre diciembre y febrero fue del 71%, y este viernes se conocerá el dato oficial de marzo que se ubicaría en torno al 10%. No obstante la velocidad a la que avanzan los precios de diferentes rubros es muy diversa, y los que más aceleran son los de la canasta básica. El salario, a la cola.

Desde hace años, la inflación es el principal problema estructural que arrastra la economía nacional. Se trata además del principal objetivo de política económica establecido por el gobierno nacional desde que asumió en el mes de diciembre.

Al llegar al poder, el presidente Javier Milei determinó una devaluación del tipo de cambio oficial del 120% y estableció una desregulación y liberación absoluta de todos los precios de la economía. El resultado fue un salto inicial en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), que registró una suba del 25,5% en diciembre, y mostró luego una marcada tendencia a la baja en enero (20,6%) y febrero (13,2%).

Con todo, la inflación acumulada entre diciembre y febrero llegó al 71%. A ello habrá que agregar el dato correspondiente al mes de marzo, que se conocerá este viernes, y se estima podría ubicarse entre el 10% y el 12%. El gobierno ya aventura que el dato mensual podría ser de un dígito para el mes de mayo, y espera confirmar la tendencia en el segundo semestre del año.

No obstante, hay un fenómeno que puede resultar imperceptible a los indicadores pero resulta devastador para el poder adquisitivo del salario medio, que se encuentra cuasi congelado desde 2023. Se trata del cambio en los precios relativos. Un fenómeno que se desató desde diciembre y que continúa luego de cuatro meses, pese a la tendencia a la baja que muestran los indicadores de precio.


Qué es el cambio en los precios relativos


Comprender la forma en que se mide la inflación, es clave para poder desentrañar el proceso de cambio en los precios relativos que se desató en el mes de diciembre luego de la liberación y desregulación de precios establecida por el gobierno de Javier Milei.

Los indicadores de precios, como por ejemplo el Índice de Precios al Consumidor (IPC) que releva el Indec, se estructuran en base a la valorización de una canasta de consumo modelo. A su vez, cada bien y servicio que forma parte de la misma, recibe una ponderación de acuerdo a la importancia que reviste en el consumo de esa canasta modelo.

Los precios relativos consisten en la relación entre el precio de un bien con respecto a otro bien. Cuando el precio de un bien sube a una velocidad mayor a la del resto de los bienes y servicios, cambia la relación de precios relativos.

De esta forma, el dato que mes a mes publica el organismo oficial en relación a la evolución del IPC, es un promedio ponderado de la evolución de los precios de cada uno de los bienes y servicios que componen esa canasta modelo.

Ello equivale a decir, que dentro de la canasta que releva el Indec, hay precios que suben por debajo del promedio, y otros que suben muy por encima del promedio. Cuando ese fenómeno se repite de manera sostenida durante cierto lapso de tiempo, se verifica lo que se conoce como «cambio en los precios relativos».

Los precios relativos consisten en la relación entre el precio de un bien con respecto a otro bien. Por ejemplo, cuantos kilos de arroz son necesarios para comprar un kilo de carne. Si el precio del arroz sube a una velocidad mayor que el de la carne, entonces cambia la relación de precios relativos, y necesito cada vez menos arroz a cambio de un kilo de carne.


La canasta básica y los esenciales, a toda velocidad


Más allá del indicador promedio en cuanto a la evolución de los precios minoristas, y de la tendencia a la baja que registra en los últimos tres meses, en los primeros cuatro meses del año se verifica una enorme dispersión en cuanto a las velocidades a las que crecen los precios de los diferentes bienes y servicios.

En efecto, hay ciertos rubros cuyo precio marcha al inicio de 2024 a una velocidad que duplica la del resto de los bienes y servicios, lo que inevitablemente reviste un drástico cambio en la relación de precios relativos. Esta tendencia se verifica en particular para ciertos alimentos básicos, y para otros bienes esenciales como por ejemplo los medicamentos.

Un informe publicado por la consultora EcoGo en base a datos oficiales de Indec y a relevamientos propios en el mercado, es revelador respecto a esta dinámica. En una sola imagen se refleja con elocuencia la dispar velocidad a la que «viajan» los precios de los distintos bienes y servicios, en medio de la desregulación.

El estudio muestra en un gráfico inferior la inflación acumulada en los distintos rubros entre diciembre del año 2018 y noviembre de 2023, previo a la asunción de Javier Milei. En la parte superior en cambio, se refleja la inflación acumulada para los mismos rubros (en la misma posición horizontal), pero considerando el periodo que va desde diciembre de 2018 hasta febrero de 2024.

La diferencia entre un gráfico y el otro permite estimar el cambio en la velocidad a la que crecen los diferentes productos al inicio del presente año.
La imagen permite apreciar de esta manera el enorme proceso de cambio en los precios relativos que tiene lugar en los primeros cuatro meses de 2024, con precios que avanzan a una velocidad que duplica o más que duplica a la del promedio general.

Tal es así que frente a un nivel general de precios que (según EcoGo) avanzó un 76% entre diciembre de 2023 y febrero de 2024, se ubica un lote de productos que creció por debajo del nivel general, y otro que creció por encima del nivel general.

Productos como el pan, la leche, o la manteca, se encarecieron en términos relativos respecto a la carne o la verdura. No obstante, el precio que ha quedado más rezagado en la primera parte del año, es el salario, que creció a una velocidad dramáticamente inferior al precio del resto de los bienes y servicios.

Por debajo del promedio general se ubican por ejemplo la carne, que entre diciembre y febrero aumentó un 71%, los alquileres (63%), los servicios recreativos (66%) o las frutas y verduras (60%). Por encima del nivel general en cambio, se ubican el pan y los cereales (89%), los medicamentos (90%), las leches, lácteos y huevos (91%), la medicina prepaga (97%), las mantecas, aceites y grasas (116%), el transporte (123%), y los combustibles (152%).

En otras palabras, es posible afirmar que el pan, la leche, o la manteca, se encarecieron en términos relativos respecto a la carne o la verdura. O dicho de otra manera, para poder comprar las mismas cantidades de pan, leche o manteca que se adquirían en diciembre, es necesario resignar una cantidad mayor de carne o verdura en febrero.

Párrafo aparte merece el capítulo salarios. De todos los precios que se aprecian en la imagen elaborada por EcoGo, la remuneración del trabajo es el precio que menos avanzó entre diciembre de 2023 y febrero de 2024. Lo hizo solo un 26% en dicho periodo.

Ello implica que mientras el resto de los precios de la economía se «reacomodó» a una gran velocidad desde diciembre, los salarios han quedado más que rezagados, lo que se traduce en el feroz golpe al salario real que se registra en la primera parte del año.


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