La economía argentina ante el enorme desafío de volver a crecer
La economía se encuentra amesetada desde el año 2011 y el presente año muestra heterogeneidad entre sectores. El impacto de la volatilidad de tasas sobre el nivel de actividad, y el posible reseteo de la política económica tras las elecciones de octubre.
Por Eduardo Fracchia (IAE Business School)
Después de la desinflación que se va alcanzando con éxito, la economía, debe desafiar el objetivo del crecimiento. Desde 2011 que no hay dos años consecutivos con suba del PIB. Éramos en 2011 el país 59 en el ranking de PIB per cápita global, y ahora estamos en la posición 75.
El nivel de actividad viene teniendo una forma de raíz cuadrada, con recuperación en forma de V en el segundo semestre de 2024 y amesetamiento a partir de abril hasta agosto incluido. El EMAE de junio cayó 0,7% con respecto al mes anterior y el índice de producción industrial lo hizo en un 3,3% comparando julio con junio. El índice de confianza del consumidor de la UTDT en la última medición descendió 3,3%. El PIB crecerá 5% este año promedio contra promedio, pero entre puntas para este año la tasa será mucho menor.
El panorama de la actividad se complica más, dada la alta volatilidad de las tasas de interés a partir de la eliminación de las Lefis. Fue una decisión cuestionable y seguramente con mala comunicación entre el sector bancario y el gobierno.
El panorama entre los sectores es heterogéneo. La industria en líneas generales tiene un desempeño frágil. Hay rubros, como el automotriz, motos y electrodomésticos, que, apoyados por el crédito, tienen un desempeño positivo. Pero esa situación cambiará con el nuevo panorama de tasas de interés que dificultarán el crédito. La construcción, por su parte, cayó fuerte 2024 comparado con 2023 y mantiene el mismo nivel en lo que va de 2025, un estancamiento muy asociado a la contracción de la obra pública nacional.
La situación del sector agropecuario ha mejorado levemente con la reducción de retenciones, pero los precios internacionales no pasan por su mejor momento y el nivel del tipo de cambio es bajo. El sector ganadero está mejor que el agrícola.
La actividad tiene forma de raíz cuadrada. Recuperación en V en la segunda mitad de 2024 y amesetamiento desde abril 2025 hasta agosto pasado.
Se espera que la inversión y las exportaciones lideren el crecimiento del PIB, pero se encuentran ambos aún en niveles bajos. La inversión es solo el 16% del PIB y las exportaciones siguen por debajo de los 90.000 millones de dólares, un número muy reducido en la comparación internacional.
Los sectores estrella que complementarán al agro en el comercio exterior, hidrocarburos y minería, proyectan un nivel conjunto de exportaciones del orden de 50.000 millones de dólares para 2032, que supondrá un gran impacto en el nivel de actividad, pero a largo plazo.
El consumo alcanzó un punto máximo en febrero de este año. Es muy sensible al crédito. El nivel de crédito con relación al PIB es muy bajo, solo del 9 % del PIB, aun cuando venía de un ratio de 4%. Hay países de la región que superan el 80% en este indicador. Particularmente, está caído el consumo masivo y esto se nota en los estados contables de empresas de este sector.
Dato
- 5%
- Sería el crecimiento de este año respecto al 2024, pero entre puntas la marca sería menor.
Sondeos de opinión cualitativos confirman que 8 de 10 familias han reducido sus niveles de consumo. Esta dinámica se explica, en parte, por la retracción del salario real promedio de la economía que está amesetado, 15 % por debajo de los niveles de ingreso real de 2017.
Por la suba de tasas, se complica más la actividad. Suben los niveles de morosidad y cae el stock de adelantos en cuenta corriente. Claramente, se nota la descoordinación entre el Banco Central y los bancos en el desarme de las Lefis. Las Lecaps no fueron un buen sustituto de ellas. Por otra parte, es difícil para los bancos “hacer de bancos” con el nuevo nivel impuesto de encajes en el 50%.
Este “apretón monetario”, que tiene por objetivo evitar el ascenso del tipo de cambio para que no influya en los precios, supone una retracción natural de la actividad. El objetivo del gobierno es secar la plaza de pesos. La base monetaria se encuentra en niveles muy bajos con respecto a la media histórica.
Tras las elecciones se vislumbra un reseteo de la política monetaria y cambiaria. Se especula con el final de las bandas hacia un tipo de cambio más flexible.
Las elecciones de septiembre y octubre son un acontecimiento bisagra para el gobierno. Si gana, se plebiscita el rumbo seguido por el gobierno. Se llega a estas elecciones con unas tasas de interés elevadas y volátiles, con una política fiscal dura y con una política monetaria contractiva. Esquema muy diferente a la decisión de los gobiernos de expandir el gasto con fines electorales.
Después de las elecciones, se vislumbra un reseteo de la política monetaria y cambiaria. El gobierno no ha dado definiciones, pero se especula con la supresión del régimen de bandas hacia un tipo de cambio más flexible. Este es un tema complejo por el miedo natural del dólar flotando en un país tan sensible a este indicador.
En 2026 la administración debe encarar las reformas estructurales y el fortalecimiento de sectores con una política industrial de tipo horizontal, sin privilegios, pero con un enfoque pragmático que acompañe, por ejemplo, la apertura comercial de la economía con un nivel de tipo de cambio más razonable. Esto implica complementar el esfuerzo macro con políticas pro competitividad que sustenten mayor actividad económica.
Tomado de “Informe Económico Mensual – Agosto 2025” – IAE Business School
Por Eduardo Fracchia (IAE Business School)
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