La ropa cuesta cada vez más y se vende cada vez menos

El gobierno amenazó con importar prendas si no bajan los precios. La inflación le pega fuerte a la vestimenta. En la región las ventas caen, pero los costos siguen creciendo.

Jeans que sobrepasan los 14 mil pesos, pantalones deportivos que alcanzan los 17 mil pesos y buzos de 18 mil. Muchas vidrieras promocionan descuentos en las prendas del 10 o del 15%, aunque sin especificar los precios. Los valores de la ropa registraron una suba del 118% a nivel interanual hasta el mes de septiembre. La región no escapa a la escalada de valores que sube al compás de la preocupación tanto de los comerciantes como de los clientes.

Semanas atrás, el ministro de Economía, Sergio Massa, advirtió a las empresas textiles que abrirá la importación si no bajan los precios. ¿Pero cómo hacen los comerciantes para sobrevivir a semejante disparada de precios?

“La situación es complicada. Ya nadie sabe qué es barato o caro. El rubro de la indumentaria aumentó, pero es general. Hoy vamos al súper y es lo mismo”, admitió Laura, responsable de un comercio de ropa femenina en la calle Mitre de Bariloche.

Admitió que todas las semanas realizan pedidos a los proveedores y no hay semana que no sufran aumentos. “En un año las cosas aumentaron el doble. Ya no sabemos cómo dibujar los aumentos. Las ventas bajaron estrepitosamente. Hay días que directamente no tenemos ventas. La gente pide cada vez más cuotas, pero las tarjetas te cobran un 20% de recargo”, admitió la mujer.

Agustín, otro comerciante de ropa de marca de hombre, aseguró que, durante la pandemia, cerraron muchos talleres de costura. “Hoy hay un 40% menos. En el caso de la marca que comercializamos, no puede entrar al país ni un 30% del producto que se necesita. Al no haber mercadería, los proveedores ponen el precio que quieren y esto impacta en los comercios”, especificó.

Desde el invierno a noviembre, reconoció Agustín, los precios aumentaron un 35% “como mínimo”. “En la primera y segunda semana de julio, el dólar llegó a 350 pesos. La tercera y cuarta semana aumentaron los productos por la suba del dólar que luego bajó a 290. Pero los precios no bajaron”, acotó y continuó: “¿Cómo incide en las ventas? Malísimo. Con la inflación siempre entra más plata, pero cae la cantidad de productos”.

Más allá de los precios, Agustín cuestionó la alta presión estatal sobre los comercios. “Tuvimos tres inspecciones de la Omiduc (Oficina de Defensa del Consumidor) en una semana. Entonces, nos encontramos con más presión, menos ventas y menos productos. Y eso que acá en Bariloche, con el turismo, la rueda más o menos gira”, reconoció el comerciante.

Semanas atrás, el gobierno firmó un acuerdo con 60 marcas de indumentaria para implementar un congelamiento de precios desde septiembre al primero de diciembre. Cumplido ese plazo, la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria debería adecuar los precios a la variación del tipo de cambio oficial. De modo que no podrían subir por encima de ese límite.

En los próximos días, la Secretaría de Comercio daría a conocer un nuevo acuerdo respecto de otro plazo de congelamiento de precios para hilados, tejidos y telas. Las empresas solicitaron al gobierno más acceso a los insumos importados.

En Roca

No hace falta hacer demasiadas cuentas para saber que el impacto en los precios de las prendas de vestir repercutió casi de manera inmediata en las ventas.

Con el inicio de la temporada primavera/verano los valores se dispararon y lo que hasta hace un año tenía un valor hoy prácticamente se duplicó. Mabel Szerman es la propietaria de la tienda El Coloso -una de las más tradicionales de la ciudad- y no ocultó su preocupación por los incrementos que, en varias prendas, llegaron al 100%.

“Es más: algunos no tienen precios, como las mallas de mujeres o los corpiños, en los que se utiliza material importado”, se quejó la comerciante, que aclaró que son prendas que se deben reemplazar por otras marcas.

Ante el fuerte aumento la gente compra menos y busca más ofertas por lo que se las tienen que ingeniar para tener alternativas y atraer al cliente. “Hoy la gente busca algo bueno, de calidad, pero sale caro. Entonces tratamos de acompañar con planes (Ahora 6-Ahora 12) o bien con tarjetas de crédito. Si el año pasado vendíamos 50 productos por día hoy tenemos que hablar de 30”, detalló.

Para Zserman la ecuación es sencilla: si se baja el consumo hay menos artículos y sobre esa menor cantidad de prenda de vestir se deben aplicar los incrementos (insumos, electricidad, sueldos). “Tenés que recaudar toda esa cantidad de dinero sobre menos productos. Esto también genera un aumento de precios”, señaló.

Para la comerciante, habilitar las importaciones también es un arma de doble filo porque va a quedar mucha gente en la calle. “Ya lo vivimos en la época de Menem, teníamos el 80% de productos importados pero el 80% de las fábricas cerradas”, señaló.

Lorena Vorraso es la propietaria de Rise UP y también coincidió en que los aumentos desde la temporada 2021 a la 2022 impactaron en un 100%. “Una remera que por ejemplo en agosto del año pasado costaba 900 pesos en el 2022 se pagó casi 2.000.”, señaló Vorraso, quien tiene un negocio dedicado a la venta de ropa para adolescentes.

“Lo que hemos hecho en muchos casos fue bajar el margen de ganancia, pero una remera que el año pasado valía 2.300 o 2.500 pesos hoy sale 4.200”, explicó.

Al igual que su colega dijo que la gente sale shockeada cuando consulta por una prenda de vestir, como por ejemplo un short, que hoy puede llegar a costar 10.000 pesos.

“No puedo decir esta temporada no compro nada porque no vendo y si no vendo no gano. A veces trato de ir a otras marcas más económicas pero las que son tradicionales deben seguir estando”, puntualizó.

Finalmente coincidió en que no se deben permitir las importaciones y pidió bajar los costos laborales y la presión impositiva. “Hay que buscar la vuelta para bajar el costo laboral. Si abren las importaciones las consecuencias las pagaríamos los minoristas”, señaló.

En Neuquén experimentan una suba en las ventas por las fiestas

En Neuquén, los comercios de venta de indumentaria ya miran con esperanza las fiestas de fin de año y de egresados para experimentar un crecimiento en sus ventas.

En algunos comercios de la capital, que apuntan al cliente adolescente y mujeres, ya registran un pequeño cambio en sus ingresos diarios.

El presidente de la Asociación de Comercio, Industria y Productos Afines de Neuquén (Acipan), Daniel González explicó que desde principio de año se experimentó una baja muy importante en las ventas de indumentaria, que rondaron entre el 15 y el 30%, “producto de la caída del poder adquisitivo del asalariado y por otro lado, porque las ventas online se afianzaron y en el comercio local impactó fuertemente”.

“En estos días de noviembre han mejorado un poco. La proximidad de las fiestas de fin de año, sobre todo las fiestas de egresados hace que repunten un poco las ventas en los comercios de indumentaria porque es la época del año en la que la gente decide invertir en ropa formal”, dijo González.

Se entiende que la mejora en las ventas en esta época del año, será estacional y desde la asociación que nuclea a comerciantes y empresarios, consideran que la solución para bajar los precios de la vestimenta va más allá de la actividad local. González explicó que “acá el problema son los formadores de precios. Los altos precios se trasladan directamente del fabricante”. Consultado sobre una posible salida fue contundente “mejorar la macroeconomía”.

El comerciante pequeño no tiene margen de maniobra.

Proponen crear empresas mixtas para bajar los precios


La investigadora del Conicet Marina Kabat, docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), indagó las razones por las cuales la industria indumentaria (ropa y calzado) experimentó aumentos por encima de la inflación durante el ultimo año.

“Frente a eso, el ministro de Economía amenazó con liberar las importaciones si no se llegaba a un acuerdo con los empresarios del rubro. Finalmente firmó un nuevo acuerdo de Precios Cuidados aplicado a la indumentaria, tal como el que habían lanzado tiempo atrás con un nombre más marketinero. El tema es que son productos acotados y a valores para nada accesibles”, objetó Kabat.

Recientemente, señaló, se acordó que los precios de la ropa no aumentarían más que un 30%. “Es ridículo porque los precios ya vinieron con un aumento en la temporada. Las políticas que instrumenta el gobierno no tienen un impacto real”, manifestó en referencia a la amenaza para importar ropa que implicaría, en su opinión, “una destrucción del empleo en el rubro textil como en la confección que involucra unos 170.000 puestos de trabajo”.

Kabat fue más allá: “Además, ¿de dónde se sacarían dólares para importar cosas que podemos producir?”. Consideró que la solución no pasa por “un planteo liberal” sino por reforzar el estado productivo, a través de la creación de empresas mixtas del Estado con capitales privados para abastecer el mercado interno con mejores precios.

“El Estado gasta más en subsidiar la industria privada que en desarrollar. La ropa representa entre el 6 y 7% de los presupuestos de las familias argentinas, según el Indec. Es algo que afecta el bolsillo y tiene una fuerte incidencia en el gasto de las familias obreras”, destacó.

Más allá de los altos valores de la ropa, Kabat planteó que “las costureras están ganando poco dinero porque el Ministerio de Trabajo no controla lo que genera una pérdida de estructura productiva y del saber hacer”. Dijo que las costureras más calificadas tienen más de 40 o 50 años y “no hay renovación real del oficio porque está mal pago. No solo se trata de esta crisis: en 2001 muchos talleres cerraron. A muchos trabajadores los indemnizaron dándoles máquinas de coser lo que produjo una desconcentración mayor de la industria y la logística se complica más”. Muchas costureras mantienen el trabajo en negro.

“Por eso, las empresas mixtas permitirían sortear ese problema. Mi abuela era costurera y tenía vacaciones pagas y aguinaldo. Pero desde los 70 para acá, ese rubro quedó como zona liberada. Se favorece el mercado en negro y este círculo vicioso y resulta imposible competir con la importación china”.


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