Se frenó el crecimiento del consumo de carne de cerdo en la región
Varios son los factores que están afectando al sector. La rentabilidad de la cadena porcina disminuye drásticamente por la suba de costos y el complejo contexto económico.

Los precios de los distintos cortes de carne bovina siguen creciendo sin pausa. Y con salarios pulverizados por los efectos de la inflación, los consumidores comienzan a buscar productos alternativos como es el caso del cerdo que, en todos estos últimos años, mantuvo su demanda sostenida.
La estadística marca está clara tendencia. En el año 2002 el consumo de cerdo per cápita en el país (fresco más chacinados) alcanzaba los 4,8 kilos cerrando el 2021 con un indicador que finalizó en los 20,9 kilos. Es decir que en solo 20 años el consumo se multiplicó casi por cinco.
Otro de los números clave que muestra la fortaleza del sistema es la evolución que han mostrado los distintos tipos de carnes frescas en el mercado argentino. En 2002 de los poco más de 93 kilos per cápita que se consumían en el país, la carne vacuna concentraba el 72% del total de ese mercado, el pollo el 22% y la carne de cerdo solo el 6%. Con los cierres oficiales del año pasado, el consumo alcanzó un total de 109 kilos reflejando una participación del 44% la carne vacuna, 41% la de aves y 15% se llevó el cerdo. El salto relativo de esté último producto casi se multiplicó por tres.

A estas dos mejoras mencionadas hay que agregarle otro dato comparativo de importancia. La ratio del asado de carne vacuno/pechito de cerdo tenía un valor equivalente a 0,85 en enero de 2007, esto significa que el corte porcino reflejaba un precio superior del 15% al kilo de asado. Luego, esa relación se invirtió y, en esta primera parte del 2022, este cociente arrojó un resultado de 1,48 equivalencia que refleja que se necesita casi 1 kilo y medio de pechito de cerdo para comprar un kilo de asado. La ratio llega a casi 2 cuando se lo compara con cortes de cerdo más económicos.
Cualquiera de los indicadores que se quiera tomar sobre la producción y comercialización de cerdos en el país durante este último tiempo resultan positivos, y lo realmente valorable es que todo este escenario se da independientemente de los ciclos económicos que sufrió Argentina.
Sin embargo, la actividad hoy muestra algunos síntomas de estancamiento. Creció fuertemente durante gran parte de los últimos años, pero en estos días se observa una desaceleración en algunos sectores.
La región productiva ubicada al norte de la Patagonia, si bien maneja volúmenes marginales respecto de la escala existente a nivel nacional, sufre con algo más de fuerza esta retracción.

“Estamos sintiendo el impacto de la crisis en una caída de demanda. Hoy vendemos 15% menos en términos interanuales”, confió el titular de la firma Granja El Amanecer, Carlos Cantoni, en dialogo con Río Negro.
La empresa es las más importante en este rubro y se encuentra ubicada en Cutral Co. En una superficie de 40 hectáreas, se ubican las instalaciones que poseen una capacidad de producción anual de 2.500.000 de kilógramos de carne de cerdo destinada a abastecer el consumo de la Patagonia.
Cantoni se mostró preocupado por la situación económica que atraviesa el país y menciona que son tres, entre otros, los factores determinantes que hoy están afectando a la cadena productiva y comercial del cerdo.
-Costos. Están creciendo en forma desproporcionada. El ejemplo más claro es el alimento para los animales. La tendencia sostenida en las cotizaciones de los granos en Chicago impactó de manera directa en la producción de proteína animal en el mercado local. En un año, el precio del maíz aumentó 120 dólares por tonelada y esta situación pega de lleno en la rentabilidad de la cadena porcina, con una suba constante en sus costos de producción. El panorama no parece mostrar signos de cambios a la baja sobre los precios internacionales de los granos, al menos en lo que al corto y mediano plazo se refiere. Con una soja que se ubica hoy arriba de los 610 dólares y un maíz que perforó los 310 dólares, los analistas mencionan a estos valores como nuevos pisos en las cotizaciones.
-Pérdida del poder adquisitivo. La política económica del Gobierno que se apalanca con una “inflación controlada” buscando así licuar gastos, termina por afectar al consumo. Los salarios están hoy pulverizados y el poder de compra de los consumidores está muy limitado. Si bien hasta hace poco tiempo se observaba que muchas de las familias argentinas que antes compraban carne vacuna pasaron a consumir cerdo, hoy varias de ellas ya buscan el pollo como carne alternativa por ser más económica. El escenario de corto plazo es bastante complicado ya que no se visualizan cambios en el modelo económico que se aplica desde el Gobierno.
Estamos sintiendo el impacto de la crisis en una caída de demanda. Hoy vendemos 15% menos en términos interanuales»
Carlos Cantoni, titular de la firma Granja El Amanecer.
-Mayor oferta. Mientras existe una retracción de la demanda, la oferta local de carne de cerdo crece (por la caída de las exportaciones y aumento de las importaciones). Esto tiene un impacto directo sobre los precios en góndola. Pese a que hoy la mayor parte de la suba de los costos es absorbida por la cadena de producción y comercialización -para que no se traslade de lleno a la góndola- las compras del producto siguen estancadas.
“En este contexto en el que nos encontramos, los productores o las industrias pequeñas tendrán serios problemas para poder seguir en el sistema. Los que tenemos una escala adecuada y algo de espaldas financieras podemos soportar algo mejor este complicado escenario. Lo que no tenemos en claro cuanto más podríamos soportar”, remató Cantoni.
Crecen las importaciones
A los problemas por los que atraviesa la cadena porcina, este año hay que sumarle el frente externo con un freno en las exportaciones y un fuerte aumento en las importaciones.
En este primer trimestre del año más del 25% de la bondiola de cerdo que se comercializa en el país llego desde el exterior, especialmente desde Brasil.

En la región del norte de la Patagonia también se observó este fenómeno. En las grandes superficies minoristas la bondiola de Brasil estaba en góndola a poco más de 700 pesos el kilo, el valor más bajo entre los cortes porcinos nacionales.
Las estadísticas oficiales dan cuenta de que las importaciones totales de carne de cerdo alcanzaron en este primer trimestre del año las 13.500 toneladas, volumen 80% superior al compararlo con el mismo período del año anterior. Esta cifra representa dos veces la faena anual que se realiza en los frigoríficos de Río Negro y Neuquén.

Lo llamativo es en que contexto se da este incremento de las importaciones: en un mercado donde se observa una demanda retraída, exportaciones en caída (oferta que se reorienta al mercado local) y un Banco Central que asegura no tener dólares baratos (a 120 pesos) para la industria argentina pero sí para las importaciones de cerdo que llegan de la mano de empresas de Brasil y Dinamarca. Todo muy extraño.

Los precios de los distintos cortes de carne bovina siguen creciendo sin pausa. Y con salarios pulverizados por los efectos de la inflación, los consumidores comienzan a buscar productos alternativos como es el caso del cerdo que, en todos estos últimos años, mantuvo su demanda sostenida.
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