En el centro de la escena

Mientras las dos coaliciones mayoritarias siguen enfrascadas en sus internas, el libertario Javier Milei sigue avanzando en las encuestas y esta semana presentó sus principales propuestas de gobierno, muchas de ellas extremas y polémicas, que le han permitido ganar el centro del escenario político.

Esta semana, el candidato presidencial de Libertad Avanza presentó en sociedad el programa electoral incluido en su pedido a la Justicia para que su fuerza sea reconocida como partido político. Hasta ahora, Milei se había focalizado en eslóganes como “echar a patadas en el culo a la casta política” o “dinamitar el Banco Central” y dolarizar la economía para combatir la inflación. En su presentación, ofreció más de 60 puntos que abarcan las áreas económica, laboral, educativa, sanitaria y de seguridad, entre otras.

El plan propone un fuerte recorte del gasto público que incluye eliminar subsidios, privatizar las empresas del Estado y reponer el sistema privado de jubilación. Eliminará los planes sociales, dejará de coparticipar a las provincias y promoverá una “competencia de monedas” para que los consumidores elijan libremente entre el peso o el dólar, abandonando los cepos cambiarios, las retenciones y los derechos de exportación. En lo laboral, reemplazará las indemnizaciones por un seguro de desempleo.

Fuera de lo económico están las propuestas más polémicas. En salud planea cobrar los servicios en hospitales públicos y el libre comercio de órganos; en educación reemplazaría el sistema público actual por “vouchers” o cheques educativos para que los padres inviertan en escuelas privadas de su elección. Propone el fin de la obligatoriedad de la Educación Sexual Integral y la “protección de la vida desde la concepción” abandonando el aborto legal. Plantea unificar Seguridad y Defensa y cambiar la ley para que el Ejército actúe en el territorio junto a otras fuerzas. Admite la libre portación de armas y promueve un sistema penitenciario de gestión público-privada, también con participación militar.

Estas propuestas siguen políticas ya adoptadas por Donald Trump en Estados Unidos o Jair Bolsonaro en Brasil y rompen importantes consensos sobre derechos sociales, educativos y de género, sin explicitar cómo lo haría en un Congreso donde no tendrá mayoría, salvo una vaga referencia a “plebiscitos”. Muchos creen que Milei buscará facultades extraordinarias para el Ejecutivo, con el riesgo de concentración de poder y autoritarismo, sumado al protagonismo de los militares. Más allá del sesgo ultraconservador en materia sexual y de género, varias iniciativas comprometen seriamente derechos humanos básicos de minorías étnicas, sexuales y extranjeros.

Su plan dolarizador fue cuestionado por economistas progresistas y liberales, ya que podría ocasionar una brusca aceleración inflacionaria y pérdida de ingresos, generando desequilibrios económicos muy difíciles de manejar.

La paradoja es que el innegable avance de la popularidad e intención de voto de Milei se da mientras varias de sus propuestas son rechazadas incluso entre quienes planean votarlo. Un sondeo de Zuban Córdoba muestra que un 61% rechaza dolarizar la economía, un 77% está contra la libre portación de armas, un 68% se opone a privatizar YPF y un 84% a privatizar la educación.

Más que una “derechización de la sociedad”, Milei canaliza el enojo y urgente búsqueda de cambio de una generación que evalúa muy negativamente el desempeño económico de las dos grandes coaliciones. Sobre todo de jóvenes y sectores de bajos ingresos, que encuentran en su estilo y su relato soluciones concretas a la ausencia de futuro, mientras los principales dirigentes de JxC y el FdT no logran acuerdos mínimos sobre un plan económico y se distraen en disputas internas sobre cargos y candidaturas.

Como señala el lingüista norteamericano George Lakoff en su célebre libro “No pienses en un elefante”, imponer el marco de referencia de la discusión pública (¿dolarizar o no?, ¿hay que portar armas?¿sirve el BCRA?) da la ventaja estratégica, y hoy Milei ha logrado que se debata en sus términos. Dependerá de la clase política ver si halla enfoques, propuestas y relatos alternativos creíbles que logren conmover y dar horizontes de futuro a una sociedad enojada y descreída.


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