El arte de alimentarse en los sectores de bajos ingresos
En los últimos años, los sectores de ingresos bajos redefinieron sus estrategias de acceso a los alimentos necesarios para su supervivencia. Esto les permitió optimizar la obtención de recursos escasos en un 27%.
NEUQUEN (AN).- Los sectores de ingresos bajos, denominados pobres, de la Argentina reformularon las prácticas sociales para acceder a los alimentos necesarios para su supervivencia.
Diversifican las fuentes de recursos y de abastecimiento, reducen la composición familiar, sustituyen alimentos y apelan a estrategias de consumo que los diferencian de las clases media y alta.
Así lo reveló Patricia Aguirre, representante en la Argentin
a de la Comisión Internacional de Antropología Alimentaria, dependiente de la Universidad de Bordeaux de Francia, en su ponencia “Una mirada antropológica en el proceso alimentario”, presentada en el Primer Congreso Internacional de Alimentación y Sociedad, que se realizó el pasado 6, 7 y 8 de abril en Neuquén capital. La implementación de estas prácticas sociales, les permitió a los sectores de bajos ingresos optimizar la obtención de recursos escasos en un 27 por ciento.
La Organización Mundial de la Salud define como “pobres” a aquellos individuos que cuentan con menos de dos dólares por día para subsistir. Frente a esta realidad ¿cómo hacen los pobres en Argentina para alimentarse, alimentar a su familia y subsistir?, fue el interrogante que despejó Aguirre.
Se ven obligados a aplicar nuevas prácticas sociales relacionadas con el acto alimentario. Una de ellas fue diversificar sus fuentes de recursos. Para ampliar los niveles de acceso a la alimentación recurren al trabajo formal o informal; crean redes de ayuda mutua entre vecinos y familiares, basadas en la confianza y la reciprocidad; gestionan la asistencia social alimentaria y se dedican a la autoproducción en huertas comunitarias.
“Sin embargo, hay que aclarar que la asistencia social apenas alcanza a cubrir el 10 por ciento del total de ingresos de los pobres. Además, el recurso de las huertas no se aplica en forma uniforme en todo el país, ya que en muchos casos la tierra no es apta para el cultivo por ser zonas inundables o de alta contaminación”, explicó la disertante. Sus estudios en esta materia, le permitieron arribar a la conclusión de que “las huertas decrecen a medida que aumenta la pobreza. En zonas de ingresos medios y bajos hay más huertas que en zonas de pobreza e indigencia porque cuesta más mantenerla que lo que se saca de ella”.
Además de diversificar las fuentes de recursos, los pobres amplían las fuentes de abastecimiento. Para obtener alimentos recurren a los mercados formales como almacenes y supermercados y al mercado informal de los vendedores ambulantes, quintas y faenas clandestinas. “Las mujeres combinan las ofertas de ambos circuitos. Y de esto se valió el mercado de consumo. Durante los últimos diez años surgió el mercado de los pobres, un mercado formal que ofrece segundas y terceras marcas con menor calidad, envases más baratos a precios más reducidos. Esto está desplazando al circuito informal”, comentó Aguirre.
La tercer práctica del acto alimentario que implementaron los sectores de bajos ingresos es la reducción de la composición familiar. El tamaño de las familias se explicaba hasta hace algunos años por el flujo de ingresos. Cuando el flujo iba de los hijos a los padres las familias tendían a ser numerosas, cuando el flujo era de los padres a los hijos las familias se contraían.
“En este momento estamos viendo que en los sectores pobres el flujo va de los padres a los hijos, lo que está provocando que el tamaño de las familias decrezca. En áreas urbanas, según estudios, se necesitan cuatro hijos para mantener un padre anciano. Si ahora el tamaño de la familia baja a menos de cuatro hijos, que pasará en el futuro con ese padre”, se preguntó la especialista. La última estrategia que utilizan los pobres para sobrevivir es la autoexplotación, que en los últimos tiempos consiguió una reformulación de su concepto.
“En una situación de pleno empleo la explotación se daba mediante el aumento de las horas de trabajo por trabajador o el aumento de la cantidad de trabajadores en el mercado por unidad familiar. Ahora la autoexplotación se presenta como comer menos. Esto significa reducir la cantidad de alimentos que se ingieren, sustituir alimentos caros por otros más baratos, optar por alimentos rendidores antes de nutritivos y redistribuirlos de otra manera entre los miembros de la familia”, detalló Aguirre. La antropóloga destacó sin embargo, que “éstas estrategias no son buenas, pero es lo mejor que se pudo lograr para optimizar la obtención de recursos, que no quiere decir que sea bueno. Llevan a los pobres a caer en la mala alimentación, la desnutrición o al sobrepeso”.
Comida acorde a cada posición social
NEUQUEN (AN).- Desde una mirada antropológica, los diferentes sectores sociales de Argentina eligen el tipo de los alimentos que van a consumir de acuerdo al ideal de cuerpo que persiguen y esto condiciona a su vez, el ritual de compartir la mesa.
La antropóloga Patricia Aguirre que disertó en el Primer Congreso Internacional de Alimentación y Sociedad, explicó que la manera en que cada individuo explica su realidad y le da valor a lo que es importante, sano o vital, está condicionado por su posición social. En el acto alimentario sucede lo mismo.
«El ideal de cuerpo, los alimentos que consume y la comensalidad adquieren significaciones diferentes en cada estrato social», sostuvo Aguirre.
Según esta tesis, el ideal de cuerpo para los sectores de ingresos bajos es el cuerpo fuerte, de formas redondeadas y proporciones grandes, capaz de afrontar el tipo de ocupación laboral que realizan. Para los sectores medios el cuerpo ideal no es el fuerte sino el lindo, «que quiere decir flaco», en tanto que en los sectores altos se persigue lograr el cuerpo sano. Estas representaciones sociales determinan la categoría de alimentos que se consumen en los tres sectores.
«En los sectores pobres el alimento tiene que ser rendidor, tiene que llenar y tiene que gustar para poder alimentar ese cuerpo fuerte. Prefieren los guisos de fideos y las sopas porque ese tipo de comidas se puede estirar para que coma uno más», detalló la antropóloga.
En los sectores medios, los alimentos son ricos en azúcares y grasas.
«Es el sector que afronta la paradoja de vivir a dieta para ser flaco pero quiere seguir comiendo. Son los principales consumidores de dietas, cuyo concepto es un período de abstención entre dos períodos de descontrol. Recurren a las dietas para poder seguir comiendo», continuó.
Los individuos que forman parte de los sectores altos, toman los alimentos como una medicina para lograr un cuerpo sano. «Son grandes consumidores de productos ligth y toman la salud del cuerpo como un trabajo que hay que realizar a diario en base a dietas y deportes. La dieta es acá un régimen de vida», consideró la especialista.
Estas representaciones sociales, entendidas como creencias y valores condicionan el ritual de compartir la mesa. Según los estudios de Aguirre, en los pobres la comensalidad es colectiva, a la mesa no solo se sienta la familia sino todo aquel que este en ese momento.
En los sectores de ingresos medios la comensalidad es familiar y sólo se invita en ocasiones especiales.
En tanto en la clase alta la comensalidad es individual, que no quiere decir que se coma solo, sino que el llenar un plato con determinados alimentos es responsabilidad de cada uno, porque cada uno es responsable de comer para mantener el ideal cuerpo sano.
NEUQUEN (AN).- Los sectores de ingresos bajos, denominados pobres, de la Argentina reformularon las prácticas sociales para acceder a los alimentos necesarios para su supervivencia.
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