El beneficio de la duda
En materia de Derecho, el beneficio de la duda es una creación legal que utilizan los jueces para resolver a favor de una de las partes en litigio.
En el deporte espectáculo la duda puede ser la piedra basal de un gigantesco negocio. Aun cuando tal incertidumbre haya sido montada e insuflada artificialmente.
Tal vez sea ésta una de las principales conclusiones que haya arrojado el combate entre el ex quíntuple campeón mundial de boxeo Floyd Mayweather y el luchador Conor McGregor.
En la duda acerca de las equivalencias y de una mano salvadora de Mc. Gregor, se cimentó una descomunal empresa, que no paró de facturar hasta segundos antes del inicio de la pelea.
Una duda trabajada con maestría por los organizadores de la velada, aun cuando la lógica de las apuestas daba un 7 a 1 a favor de Mayweather.
A pesar de que desde la racionalidad, la especialidad del púgil, la utilización de guantes de ocho onzas, el piso, la utilización de botas y lo anaeróbico del deporte lo hacían prevalecer sobre el campeón de la UCF, el pequeño margen de duda arrasó con la emocionalidad de los consumidores del evento.
Duda a la que se sumó el agigantamiento intencional de la figura del contendiente, un verdadero neófito en materia boxística. Si el irlandés duró tantos rounds fue porque el boxeador de mejores piernas del siglo XXI colaboró en que así fuera.
Así el norteamericano se fue con una ganancia de más de 300 millones de dólares (entre bolsa, patrocinios y pay for view) y un récord de 50-0-0, números nada desdeñables para quien se encontraba retirado desde hacía dos años.
“La pelea de los millones” quizás sea el ejemplo más contundente de cómo se puede influir desde el marketing en el consumo de las personas. De cómo se puede construir algo de la nada y transformarlo en el objeto de deseo de cientos de miles de personas.
En ello influye el conocimiento milimétrico de las funciones cerebrales más primitivas. Una suerte de ADN de la emoción humana que desde que el hombre es hombre siempre busca la novedad, no quedar afuera y la comparación.
La extraordinaria taquilla que tuvo la contienda demuestra la falta de verdaderas estrellas en el firmamento del pugilismo y la avidez del público por ver algo que lo estremezca.
Cuestión que fue bien leída por los asesores de Floyd, para crear una ficción en la que éste último impuso condiciones, sin salir jamás de su zona de confort.
Prueba de ello es que Mayweather terminó atacando a discreción, frente un rival devastado por el vendaval de golpes recibidos. Algo que ni los más memoriosos eran capaces de recordar.
Puede que así y todo la pelea no haya sido un fraude y esto sea lo que ocurra cada vez que el espectáculo prevalezca sobre el deporte.
Una suerte de “mentime que me gusta”, de la cual el público sea cómplice.
*Abogado, profesor nacional de Educación Física y docente universitario
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