El cine, una montaña rusa para John Travolta

BUENOS AIRES (Télam).- El actor estadounidense John Travolta, quien hoy cumplirá 50 años, saltó rápido a la fama por su protagónico en la mundialmente exitosa «Fiebre de sábado por la noche», pero su posterior trayectoria en el cine estuvo signada por altibajos, con logros como «Tiempos violentos» y pifiadas como «Vivir el momento» y «Batalla final: Tierra».

Cuando apareció esa imagen icónica de un joven de piernas abiertas que señalaba con mirada enérgica y dedo índice inequívocamente al lado izquierdo del afiche, alguna juventud argentina pareció encontrar en la música disco una forma de «aguante» ante la sangrienta dictadura que embotaba a la cultura local.

Así fue que en boliches y bailes familiares infinidad de émulos de Tony Manero -así se llamaba el personaje en la ficción de «Fiebre…»- se lanzaban como posesos a las pistas, identificándose con aquel muchacho de barrio bajo que encontraba la gloria las noches sabatinas del centro. Los discos LP de los Bee Gees ayudaban.

La desgracia de John Joseph Travolta fue que los productores vieron en él sólo un bailarín que trataron de explotar en «Grease-El compadrito» (1978), «Un cowboy en la ciudad» (1980) o «Sobreviviendo» (83), sin notar que detrás de ese movedizo, que sin ser negro llevaba el ritmo en la sangre, había un actor.

Por eso se dice que su carrera fue una especie de montaña rusa que lo llevó de ícono juvenil en los 70 a olvidado en los 80 y de nuevo a estrella en los 90, sobre todo gracias a su encuentro con Quentin Tarantino.

Al parecer fue su madre quien lo hizo tomar clases de actuación y baile con Fred Kelly, hermano de Gene Kelly, lo que facilitó que aprobase a sus 20 años algunos castings de los que atiborran la Costa Este y así ingresó a la serie de tevé «Welcome Back, Kotter» (1975).

Sus próximos trabajos fueron su debut en cine en un papelito en «The Devil's Rain», de Robert Fuest, no estrenado en la Argentina, y en «Carrie» (1976), donde Brian De Palma no hacía terminar nada bien a su tonto personaje y en el que el público tan sólo lo reconoció luego de haberlo visto en «Fiebre…», rodada un año después.

En la década del 80 el personaje Travolta parecía haberse hundido, por más que algunos títulos (por caso, «Blow out», otra joya de suspenso creada por De Palma) intentaran recuperar los viejos éxitos de boletería. «Vivir el momento», donde se lo cruzó en un trance amoroso con una mujer mayor (Lily Tomlin), estuvo más cerca del ridículo que del romanticismo.

En el tiempo libre que le dejó su alejamiento de 4 años de los sets, Travolta se dedicó a criar a los hijos que tuvo con la actriz Kelly Preston -aunque algunos grupos gay clamaban que John pertenecía a ellos-, a pilotear sus aviones privados y a adherirse a la «cientología», especie de religión para ricos.

Ya con unos cuantos kilos de más, el regreso de Travolta por la puerta de emergencia ocurrió al interpretar al padre adoptivo de «Mirá quién habla» (1989) y sus dos secuelas, en las que demostró que podía ser un buen comediante y hacer reír.

Pero la puerta grande, con alfombra roja, se la abrió Quentin Tarantino -debe haber visto muchas veces «Fiebre…» en sus años de videoclubista- cuando lo hizo protagonizar «Tiempos violentos» (1994) y lo ingresó, al parecer para siempre, en primera división.

Allí fue un policía duro, en el filo de l navaja entre la ley y lo indebido, dijo a la perfección las líneas escritas por Tarantino y se entreveró en un rock furioso en compañía de la drogadicta -en la ficción- Uma Thurman.

Ya entonces considerado por los cinéfilos como un actor completo, cualquier elenco se ve jerarquizado por su nombre: desde «El nombre del juego» (1995), de Barry Sonnenfeld, hasta «Fenómeno» (1996), de John Turteltaub, una tontería que valía únicamente por él.

Desde entonces fue convocado por directores como John Woo («Código: flecha rota» y «Contracara»), Nora Ephron («Michael, tan sólo un ángel» y «Números de suerte»), Nick Cassavetes («Cuando vuelve el amor»), Costa-Gavras («El cuarto poder») y Mike Nichols («Colores primarios».

La montaña rusa que fue la carrera de John Travolta está en uno de sus tramos bien altos, cuando nada indica otro feo descenso para un actor que puede transitar distintos géneros y que a los 50 aún tiene mucho para ofrecer.


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