El eterno retorno de Iggy Pop
<b>“La Iguana”, padre del punk, canta baladas en francés en su disco “Après”. Vida y obra de un provocador. </b>
Han pasado 45 años desde que el joven James Newell Osterberg jr., por algún extraño y oscuro hechizo, se convirtió en “La Iguana” o en Iggy Pop (Muskegon, Michigan, 21 de abril de 1947). Y aunque muchas bellas princesas lo besaron (y no sólo en las mejillas), Iggy siguiendo Iggy además de Pop.
La historia oficial data el nacimiento del punk a mediados de los 70. Pero el hombre de cuerpo fibroso e hipertrofiado, de estructura plasmática de superhéroe mucho antes de que los actores de Hollywood descubrieran los esteroides y los carbohidratos, venía haciendo punk por lo menos tres años antes de que los punks le pusieran un nombre al movimiento.
Si los hippies querían construir una mundo mejor, inspirándose en las leyes de la naturaleza, los punks sólo pretendían destruir un mundo peor, basándose en las posibilidades negativas del urbanismo contemporáneo. Así fue.
Hoy Iggy Pop, verdadero padre del punk rock, anda por los 65 años y todavía “le va” la gira. No con la intensidad de sus años gloriosos, pero sí con el mismo temple y la misma mirada de quien ha nacido con la inocencia perdida.
Días atrás el cantante mantuvo una muy interesante conversación con el periodista de “The New York Times” Andrew Goldman , donde no hablaron tanto de música como de la vida personal del entrevistado.
En un momento de la charla Goldman le preguntó por su salud, tomando en cuenta “tu abuso del consumo de heroína, durante mucho tiempo, y las diversas lesiones accidentales y autoinfligidas a lo largo de tu carrera”. A lo que Iggy Pop contestó con una honestidad y un raro tipo de sabiduría oriental (si puede definirse de tal modo el discurso del músico): “Me he dañado de unas 15 maneras diferentes, y estuvo bueno que ningún área dañada se haya convertido en un problema importante. Soy algo más que un hombre medianamente sano de 65 años que se ha salido vivo de un montón de cosas”.
En su juventud el líder de los Stooges fue la viva imagen de un estudiante prometedor. De hecho, sus compañeros de comisión y sus amigos esperaban que Jim Osterberg jr. se convirtiera un día nada menos que en presidente de los Estados Unidos. ¿Pueden imaginarse un país dirigido por Iggy Pop?
“Es justo decir que tengo mi costado prudente y otro que no. En la secundaria me encontraba conforme con las normas de conducta que sigue una persona normal, obedeciendo a mamá y papá. Entonces un día salí del secundario y me mudé de casa y, a falta de un término mejor, salí corriendo libre”, le relató a Goldman.
A lo largo de su increíble carrera Iggy Pop atravesó, como si fueran puertas hacia distintas dimensiones, una amplia variedad de géneros. Junto con David Bowie, “La Iguana” estuvo casi siempre en el lugar y momento adecuados y a pesar de sus excesos sobrevivió para contarlo. O cantarlo.
A principios de los 70, en Londres, dándole la largada oficial al punk o inspirándolo de un modo definitivo –ya que a sus recitales asistieron los integrantes de “The Clash” y “Sex Pistols”– ; a fines de esa década y hasta 1983 se refugió en Berlín (cuando nadie pensaba más que en Londres y Nueva York), se atiborró de heroína en compañía de David Bowie, disparó nuevas y locas ideas compositivas, para luego regresar a Estados Unidos y dedicarse a limpiar el alma y el cuerpo con miras al siguiente paso en su carrera.
En los 90 retomó el camino del hit y volvió a disfrutar de la ola de rock and roll que corría por las arterias de un mundo posmoderno que ahora irónicamente adoraba los colores oscuros. Por ejemplo, se dio el lujo de volver a los rankings de las radios con el tema “Candy”, interpretado a dúo con la vocalista de los B-52, Kate Pierson. Estuvo solo y sí, cómo no, re-reunió a los Stooges.
Con “Candy”, Iggy Pop marcó un récord de permanencia en la industria puesto que cada década, desde los 60 hasta hoy, ha tenido al menos una melodía suya en el aire.
Tomando como referencia los múltiples domicilios que ha tenido un hombre que vive en tránsito, Goldman le preguntó por su actual residencia, Miami. “Comencé a ir allí porque conocía a un tipo que quería vender un departamento en zona mala de la ciudad que había sido ocupada por un grupo de cubanos locos que Castro había enviado en un barco antiamericano en los 80. Lo compré, era mi tipo de lugar. Nadie me ha molestado, nadie me molesta. Tenías que cuidar tus modales”, le explicó el artista.
Sea Miami, Nueva York, Londres o Berlín, Iggy Pop todavía es un ícono en plena vigencia. Un creador que siempre está llegando al barrio. Cualquiera que éste sea.
Claudio Andrade
candrade@rionegro.com.ar
Han pasado 45 años desde que el joven James Newell Osterberg jr., por algún extraño y oscuro hechizo, se convirtió en “La Iguana” o en Iggy Pop (Muskegon, Michigan, 21 de abril de 1947). Y aunque muchas bellas princesas lo besaron (y no sólo en las mejillas), Iggy siguiendo Iggy además de Pop.
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