El Frepaso se hunde

El interés público por las opiniones y actividades de "Chacho" Alvarez se fue agotando.

En el fondo, el Frepaso siempre ha sido una agrupación contestataria dominada por personas que a menudo se han mostrado más interesadas en protestar contra el statu quo que en hacer un esfuerzo auténtico por modificarlo, pero en su condición de movimiento político no tuvo otra alternativa que la de intentar llegar al gobierno, empresa que, desde luego, lo ha obligado a hacer frente a un dilema que en nuestro país es notoriamente espinoso: ¿cómo reconciliar los principios declamados con las exigencias del poder? Lo mismo que otro dirigente «principista», el ex presidente Raúl Alfonsín, el jefe espiritual, por decirlo de algún modo, del Frepaso, Carlos Alvarez, quiso privilegiar lo que a su entender era irrenunciable y el resultado fue similar. Mientras que la resistencia de Alfonsín a tomar en serio las advertencias de economistas sensatos pero en su opinión reaccionarios dio lugar a un estallido hiperinflacionario que terminaría destruyendo buena parte de lo que quería conservar, la negativa de Alvarez a continuar en un gobierno que a su entender no tenía la firmeza necesaria para luchar contra la corrupción endémica puso en marcha una crisis que nos llevaría al borde de un colapso económico que, de haberse producido, hubiera resultado tan espectacular como el ocasionado por el radical. Con todo, hay una diferencia que es fundamental: las propuestas de Alfonsín nunca tuvieron ninguna posibilidad de prosperar: en cambio, la causa que intentó impulsar el ex vicepresidente Alvarez tendrá que triunfar, porque de otro modo la Argentina nunca podrá convertirse en un país «moderno» en el que la corrupción sea un fenómeno secundario.

De todos modos, a pesar de la incorporación reciente de Juan Pablo Cafiero al gobierno del presidente Fernando de la Rúa y la presencia como jefe del gobierno porteño de Aníbal Ibarra, el Frepaso no ha podido recuperarse del trauma que le supuso el portazo que dio Alvarez. Formalmente sigue integrando la Alianza, pero sólo porque si la abandonara a su suerte podría desencadenar un desbarajuste político e institucional aún más embrollado que el ya existente. Sin embargo, aunque muchos frepasistas continúan soñando con volver al llano para entonces ponerse a recuperar el terreno perdido luego de que sacrificaran su independencia vinculándose con la UCR, partido que, como era de prever, ha querido contar con los votos del Frepaso sin dar ningún «espacio» a cambio de ellos, no es nada probable que un día logren hacerlo. En términos políticos, la experiencia en el poder de la otra referente del movimiento, Graciela Fernández Meijide, fue tan triste como aquella de Alvarez, desgracia que es de suponer se verá reflejada en las elecciones de octubre. A juicio de muchos, el Frepaso ya pertenece al pasado porque con escasas excepciones sus líderes son personajes «mediáticos» que no sirven para gobernar.

Para el propio Alvarez, los meses que siguieron a su salida del gobierno fueron agridulces. Durante algunas semanas, disfrutó de mucha popularidad porque buena parte de la ciudadanía compartía su convicción de que los senadores eran corruptos y que al país le convendría ya la abolición lisa y llana de la cámara alta, ya una renovación drástica. Pero el interés público por las actividades y las opiniones de «Chacho» se fue agotando. Mal que le haya pesado, se vio convertido en un operador partidario más. El movimiento ciudadano «virtual» que ensayó se ha borrado sin dejar muchos rastros, y si bien sus propuestas reformistas fueron a la vez imaginativas y prácticas, la preocupación creciente motivada por la evolución de la crisis económica a la cual contribuyó mucho a agravar ha supuesto que pocos se hayan sentido tentados a ayudarlo procurar aplicarlas. Puede entenderse, pues, su decisión de renunciar a «la política de día a día» y, tal vez, de disfrutar de un «año sabático» en Estados Unidos, alternativa ésta que no tendrán los demás militantes frepasistas, los cuales, como su ex jefe, seguirán oscilando entre la protesta testimonial y presuntamente estéril y la participación corruptora en un orden político que saben es tan injusto como deshonesto. No es que no haya otra opción – no es imposible en absoluto que un político sea a un tiempo decente, práctico, eficaz y realista-, pero es claramente muy difícil combinar las cualidades así supuestas.


En el fondo, el Frepaso siempre ha sido una agrupación contestataria dominada por personas que a menudo se han mostrado más interesadas en protestar contra el statu quo que en hacer un esfuerzo auténtico por modificarlo, pero en su condición de movimiento político no tuvo otra alternativa que la de intentar llegar al gobierno, empresa que, desde luego, lo ha obligado a hacer frente a un dilema que en nuestro país es notoriamente espinoso: ¿cómo reconciliar los principios declamados con las exigencias del poder? Lo mismo que otro dirigente "principista", el ex presidente Raúl Alfonsín, el jefe espiritual, por decirlo de algún modo, del Frepaso, Carlos Alvarez, quiso privilegiar lo que a su entender era irrenunciable y el resultado fue similar. Mientras que la resistencia de Alfonsín a tomar en serio las advertencias de economistas sensatos pero en su opinión reaccionarios dio lugar a un estallido hiperinflacionario que terminaría destruyendo buena parte de lo que quería conservar, la negativa de Alvarez a continuar en un gobierno que a su entender no tenía la firmeza necesaria para luchar contra la corrupción endémica puso en marcha una crisis que nos llevaría al borde de un colapso económico que, de haberse producido, hubiera resultado tan espectacular como el ocasionado por el radical. Con todo, hay una diferencia que es fundamental: las propuestas de Alfonsín nunca tuvieron ninguna posibilidad de prosperar: en cambio, la causa que intentó impulsar el ex vicepresidente Alvarez tendrá que triunfar, porque de otro modo la Argentina nunca podrá convertirse en un país "moderno" en el que la corrupción sea un fenómeno secundario.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora