El fuego desnudó falencias en Bariloche

La red de agua para incendios no tiene la presión necesaria. “Fue una desgracia con suerte”, dicen los damnificados.

INCENDIOS EN LA REGIÓN

BARILOCHE (AB).- Un día después del fuego de interfase registrado en barrio Belgrano las miradas de autoridades y vecinos del lugar se focalizaron en los dos puntos débiles que dejó expuesto el siniestro mientras el resto de la ciudadanía se reponía del asombro por su magnitud.

La falta de presión en las tomas de agua del cerro Runge, donde convive lo que queda del bosque con una densa población residencial, y las limitaciones del sistema de Salud que habrían condicionado la evacuación del sanatorio San Carlos, que estuvo seriamente amenazado por las llamas. (Ver aparte)

El incendio que comenzó junto al sanatorio y saltó en forma errática entre las propiedades y la arboleda de las calles Salta, Tucumán y Belgrano, dejó un saldo de diez casas afectadas por las llamas, tres de ellas reducidas a escombros y una en pie pero con riesgo de demolición. No obstante, los damnificados y muchos de los vecinos que se sumaron al combate del fuego coincidieron al evaluar que “fue una desgracia con suerte porque pudo ser mucho peor”.

La mayoría de las viviendas afectadas estaba alquilada y los inquilinos sufrieron pérdidas cuantiosas, al igual que los propietarios. Ayer al mediodía, cuando la llovizna comenzó a precipitarse sobre la ciudad uno de los afectados lamentó que llegara tarde, “por un día”, y su vecina, que había perdido casi todo, le retrucó enfatizando: “bienvenida la lluvia, que todavía falta Cholila”.

La joven acompañaba a los integrantes de la familia Azcárate en la ardua tarea de remover los escombros en busca de “lo que se haya salvado” del feroz paso del siniestro que consumió la casa de material y madera que alquilaban en Tucumán 571. Los ventanales, puertas, algunas paredes y el techo desaparecieron y las estructura que quedó en pie enfrenta en riesgo de colapso.

Marisa Azcárate aseguró a “Río Negro” que todo lo que tenían “estaba ahí y se quemó todo”, mientras señalaba los restos casi imperceptibles del piano de la familia y el hueco donde estaba la biblioteca. “Se quemaron vinilos de mi abuelo de 1910”, dijo entre suspiros la mujer, madre de dos niños de 8 y 14 años que estaban en la plaza cuando comenzó la tragedia.

Con la llovizna como telón de fondo el secretario de Desarrollo Estratégico del municipio, Horacio Fernández, recorrió los edificios afectados para determinar los riesgos y daños en el sector arrasado por las llamas, donde los tachos y baldes utilizados el domingo continuaban dando testimonio del esfuerzo desplegado por un centenar de vecinos para frenar el avance del fuego.

El funcionario confió a este diario que los edificios evacuados sobre Salta continuarán cerrados, al igual que los tres departamentos y la casa ubicada sobre Tucumán, donde el riesgo es alto.

Para hoy se espera el informe técnico elaborado por los ingenieros del municipio y Fernández ya concertó una reunión con otro profesional, especializado en geotecnia, para definir las tareas que se deben realizar en el lugar y la línea de trabajo más rápida.

Acerca de la escasa presión en las bocas de incendios, el funcionario se hizo eco de la explicación brindada por Defensa Civil que lo atribuyó a que la toma de Tucumán a es abastecida por la misma línea de Salta. Se pedirá a Aguas Rionegrinas una revisión de la red contra incendios.

Fabián Torres, cuñado de Marisa, confió que sus familiares pasaron la noche en la casa de sus suegros y que están evaluando pedir un crédito bancario para recuperar muebles y enseres consumidos por el fuego.

Mientras removía las tejas sueltas y las chapas que representaban peligro de volarse, Torres coincidió con su vecino Gonzalo en que “la desgracia pudo ser mayor”.


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