El futuro y la reforma sanitaria

JAVIER VILOSIO (*)

El futuro es incertidumbre y, como tal, un acicate para nuestra imaginación y un desafío. Desafío, en términos sociales, a la capacidad de prever escenarios posibles para el devenir de nuestro futuro y, fundamentalmente, el de nuestros descendientes. Mientras en algunas sociedades pensar en el largo plazo resulta una práctica habitual, ciertamente no lo es entre nosotros. Nuestro horizonte político, al menos en su expresión pública, parece no extenderse mucho más allá de las expectativas de reelección de una administración de gobierno, los meses que falten hasta una elección, o el ciclo de una cosecha. El cortoplacismo es, sin duda, un síntoma más de la mala calidad de nuestro sistema político. Pocos días atrás, Alejandro Katz, un ensayista argentino, afirmó que “El futuro es uno de los grandes temas ausentes en la Argentina”. En perspectiva política, la historia enseña que no existe ningún poder eterno, todos acaban. El futuro, entonces, se constituye en una amenaza. Un presente que se pretende eterno requiere que nada cambie. En materia de la atención de la salud, en enero de este año el Foro Económico Mundial publicó los resultados de una serie de rondas de discusión entre 200 líderes, responsables políticos y expertos de 21 naciones, con la consigna de imaginar cómo serán los sistemas de salud dentro de 30 años. ¿Por qué pensar en el 2040? Porque durante los últimos 50 años el gasto en salud de los países de la OCDE aumentó más rápido que su PBI, en un promedio anual del 2%. Y si no se producen cambios significativos, estiman que podría aumentar entre 50% a 100% más hasta ese año, y los cambios sociales y epidemiológicos acentuarán la presión sobre los costos. Ante las urgencias de la actualidad (muchos de los gobiernos de países miembros de la Organización están aplicando actualmente recortes al gasto sanitario, como parte de programas de austeridad más amplios) el objeto explícito de “mirar 30 años adelante” es, justamente, priorizar lo importante sobre lo urgente. El documento llama incertidumbres críticas a las cuestiones que escapan al control del liderazgo sectorial y pueden influir sustancialmente sobre los sistemas de salud en el futuro: ¿estarán las personas más o menos dispuestas para compartir los riesgos de salud del conjunto de la población?, ¿predominará el poder político local, el nacional o el supranacional?, ¿se generará innovación desde dentro o fuera del sector, cómo se financiará, qué tipo de innovación será predominante?, ¿quién será responsable de gestionar y analizar datos sobre la salud de la población?, ¿las personas darán su consentimiento para que su información personal esté disponible, en un contexto de creciente desarrollo de los sistemas de información y su interconexión?, ¿hasta qué punto aceptarán la influencia de los gobiernos sobre sus hábitos de vida?, ¿el concepto de vida saludable es una opción minoritaria, un deber cívico o una aspiración? Es decir, el futuro previsible exige una agenda política que en materia sanitaria requiere poner en discusión programas políticos que permitan, en el contexto de cada una de las realidades nacionales, pensar en nuevas reglas de juego, nuevas instituciones, nuevas formas de gestión y diferentes aptitudes profesionales para un cambio radical en la forma como pensamos los sistemas de salud. Y, en términos de la idea de vida saludable, las formas de producir, promover y consumir bienes y servicios, y los paradigmas de éxito social. Un tema más relevante todavía, en términos poblacionales. Un programa político que, en el caso argentino, ponga sobre la mesa cuestiones de fondo que impone la subsistencia del sistema democrático, vinculadas con la responsabilidad y la autonomía de las personas, las potestades y los límites del Estado, la cuestión del federalismo en toda su extensión y la reformulación de estructuras sanitarias y modalidades de gestión anquilosadas. Mientras tanto, además, tenemos que asegurar la universalidad del acceso a los cuidados, mejorar sustancialmente la equidad, asegurar la calidad de la atención, sostener las coberturas de vacunación, reducir la mortalidad materna, reducir la mortalidad infantil evitable, etc. El documento que citamos señala, y lo compartimos, que “… mientras los límites de la medicina llegan hasta los límites de la ciencia, el modelo de prestación de asistencia sanitaria está firmemente anclado en el pasado”. En la Argentina debemos, además, conciliar estos dos extremos y asegurar el acceso para todos. (*) Médico. Máster en Economía y Ciencias Políticas. Exsecretario de Salud de Río Negro


Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $2600 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios