El Limay fue el lugar elegido para celebrar la Navidad

Superado el frío de Nochebuena ayer la jornada regaló temperaturas cálidas. Amigos y familias se acercaron a los balnearios para pasar el día. Desde el sindicato de guardavidas afirmaron que no se registraron incidente, pese al alto consumo de alcohol.

Tras una fría Nochebuena, los vecinos de la ciudad de Neuquén fueron ocupando los distintos balnearios municipales a medida que aumentaba la temperatura, esta Navidad. Desde el cuerpo de guardavidas señalaron que pese a que se observó mucho consumo de alcohol, fue una jornada tranquila donde se apuntó a la prevención.

Las latas de cerveza que circulaban de mano en mano fueron las protagonistas de la tarde, opacando a la clásica ronda de mates o tererés, que son furor en la temporada de verano. Sin ser menos, el melón con vino también tuvo su momento, sobre todo entre los más jóvenes.

La temperatura fue ideal para disfrutar de un día a orillas del río Limay. Tras la fría noche del 24 de diciembre, el 25 la temperatura alcanzó los 28 grados, por lo que los vecinos trasladaron el asado de los patios de las casas hasta las parrillas de los balnearios.

El secretario general de guardavidas, Ariel Tarifeño, indicó que el Sandra Canale fue el más concurrido. Es el más elegido por las familias con niños, pues el parador número uno cuenta con poca corriente y una linda playa para que los más chicos puedan disfrutar del agua, en supervisión de los adultos y los bañeros.

El balneario Sandra Canale es el más elegido por las familias porque hay poca corriente y la playa es linda para que los chicos puedan bañarse».

Ariel Tarifeño es el secretario general del sindicato de guardavidas.

Un poco antes del segundo parador, el río cobra profundidad, entre tres y cuatro metros, según señaló el guardavida Esteban Hugo, y un conjunto de rocas sirven de trampolín para que los más grandes se animen a los clavados.

El balneario Gustavo Fahler, ex Río Grande, también es muy concurrido durante las fiestas, pero por grupos de jóvenes y no tanto por familias numerosas. En el tramo que va desde Avenida Olascoaga hasta el puente que une la Isla 132, se amontonaban bajo los árboles buscando resguardo del sol. Otros aprovecharon para estirar los toallones y broncearse o jugar a las cartas.

Para los que todavía no habían recibido su regalo de navidad, los vendedores ambulante de pelotas de playa y salvavidas fueron una buena alternativa ante los pedidos insistentes de los más chicos. Diego contó que fue un buen día de ventas, pues en menos de 10 minutos se acercaron tres chicos a exigir su regalo.

Sin embargo, para los vendedores de churros no fue una jornada en la que se pudiera remontar las ventas. Ricardo, uno de los churreros, enfatizó que la tarde fue “más dura que piedra de cascote”.


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