El método y el sentimentalismo

Marcelo Ángriman *

La continuidad de Marcelo Gallardo en la conducción técnica de River Plate ha sido el tema dominante en materia deportiva de las últimas semanas. Mucho se ha hablado del modelo que “el Muñeco” ha implementado para llevar adelante en siete años y medio, la campaña más exitosa que el club recuerde.

En una destacada nota titulada: “La economía y el espejo del modelo Gallardo” de Diego Penizzotto -sección Economía del Río Negro-, éste destaca como elementos salientes de la gestión: el proyecto, la mirada integral, la planificación, un equipo multidisciplinar, la exigencia extrema, el enfoque y el aprender a vivir con lo propio.

Superfluo seria seguir profundizando en tan claros conceptos, que demuestran la existencia de un método. Un camino milimétricamente pensado para llegar a un fin. Una suerte de hoja de ruta que se sigue día a día a rajatabla, para que el objetivo final se cristalice.

Es el método de las personas a las que le va bien en su vida, quizás uno de los caminos más apasionantes a atravesar, a la hora de saber por qué ese sujeto, en ese tiempo y lugar, logra lo que tantos otros no consiguieron antes. Qué hay en su mente y luego en su práctica que lo lleve a pulsar teclas nunca antes ejecutadas.

Hay sobre el método podcast, entre los cuales sobresale el del periodista Hugo Alconada Mon que indaga de a partículas, cómo se construye un profesional, un artista, en fin… un distinto.

El método implica planificación, rigor, disciplina, constancia para marchar en una dirección, pero también creatividad y versatilidad, cuando las circunstancias exigen algún viraje.

Muchos de estos elementos ha sabido demostrar Marcelo Gallardo como director técnico de una institución tan apremiante como la de Núñez.

Un club que ha encolumnado a dirigentes, cuerpo técnico, jugadores e hinchas tras un ideario común, en un fenómeno atípico para la realidad argentina.

En particular para las arenas políticas, donde muchas veces los ministros, aparecen como piezas desencajadas del mensaje presidencial o entre fuerzas opositoras, estériles a la hora de actuar en conjunto y propender al bien común.
Cuando fue consultado el Muñeco acerca del porqué de su continuidad, dijo: “Merezco seguir”, “elijo seguir estando” y “que el tiempo lo había puesto más viejo y sentimental”… que había tenido poco tiempo para pensar y que de pronto ante ciertos pedidos y situaciones, se le hizo un clic.

He aquí un punto que para muchos resultará elogiable, pero que a mi entender no es saludable y es que el DT se ponga la camiseta del hincha.

Que salga a promover el festejo y arengue durante el mismo a su gente a imaginar qué hubiera pasado si River hubiera perdido la final de Madrid de 2018, aparece como un discurso innecesariamente demagógico.

Que se pierda por momentos la referencia del Señor Técnico que es Gallardo no es algo que le haga bien a él, ni a la Institución. Como tampoco lo son las parcas declaraciones de Juan Román Riquelme cuando en el centro de la cancha ocupa el lugar de un jugador y habla como un hincha.

Hay allí un conflicto de roles, que al argentino le cuesta distinguir. No es lo mismo utilizar el sentimentalismo para llegar a las fibras de un jugador como técnico, que hablar siendo técnico, como hincha al público.

En definitiva el sentimentalismo debiera ser un patrimonio principal de los hinchas. Para directores técnicos y dirigentes, se necesitan personas cada vez mejor formadas, que privilegien su función y su probidad.

Entender cuál es el lugar de cada uno es capital para que la sinergia fluya y para que el método, con todas sus aristas alineadas, lleve al navío al puerto deseado.

*Abogado. Prof. Nacional de Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com