El nivel de anhídrico carbónico es el mayor en 650.000 años

Más pruebas del peligro que genera el efecto invernadero.

Actualmente hay más anhídrido carbónico en la atmósfera que en cualquier momento de los últimos 650.000 años, afirma un nuevo e importante estudio acerca del efecto que han producido los llamados «gases de invernadero» -a los que se atribuye el recalentamiento global- a través de los siglos.

Al analizar las minúsculas burbujas de aire preservadas durante milenios en el hielo de la Antártida, un grupo de investigadores europeos ha recalcado hasta qué punto la actividad humana ha influido en el aumento de la concentración de esos gases en la atmósfera.

Los resultados de la investigación prometen «mejorar de manera espectacular la comprensión» de los cambios climáticos, dijo el especialista Edward Brook, de la Universidad Estatal de Oregón. El estudio, realizado por el Proyecto Europeo sobre el Hielo Profundo de la Antártida, apareció en la revista especializada Science. Hoy día, los científicos miden directamente los niveles de anhídrido carbónico y otros gases de invernadero que se acumulan en la atmósfera debido a la ignición de combustibles y otros procesos.

Esos gases ayudan a atrapar el calor del sol, tal como lo hacen los invernaderos que les dan nombre, y ello resulta en un recalentamiento gradual del planeta.

Las lecturas encontradas por los científicos en las burbujas de aire de la Antártida indican que los niveles de anhídrido carbónico aumentaron, de las 280 partes por millón que registraban hace dos siglos, a 380 partes por millón en el momento actual.

Entretanto, la temperatura promedio de la Tierra ha aumentado en aproximadamente medio grado centígrado en las décadas recientes, un incremento relativamente rápido.

Muchos especialistas advierten que el aumento continuado de las temperaturas podría tener impactos graves, tales como la subida de los niveles marítimos o cambios en las pautas de las precipitaciones.

Los escépticos procuran restar importancia al aumento de los gases como parte de un ciclo que fluctúa de manera natural. Sin embargo, el nuevo estudio proporciona pruebas que refutan esa opinión.

El hielo de las profundidades de la Antártida conserva pequeñas burbujas de aire que se formaron con la caída de las nieves sucesivas durante cientos de miles de años.

Al extraerse, esas burbujas permiten estudiar la composición de la atmósfera en épocas pasadas, y determinar así la fluctuación natural de tales gases.

El nivel actual de anhídrido carbónico es un 27% mayor que su máxima concentración en todas las épocas de las burbujas analizadas de la Antártida, dijo el investigador jefe, Thomas Stocker, de la Universidad de Berna en Suiza. «Estamos más allá de la fluctuación natural'' de esos gases en la atmósfera, añadió. En internet: Science: http://www.sciencemag.org


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