El panadero de Roca que amasó su casa de barro para dejar de alquilar

Luego de años de “vivir como nómades” en barrios y chacras de Roca, José y su familia se animaron a la bioconstrucción. Sin ningún tipo de conocimiento, ya viven en una casa muy natural.

José Parra es ciclista y panadero de profesión desde los 14 años. Junto a su mamá María Elvesia Rivas, su papá (fallecido) José Ignacio y los ocho hijos vivieron alquilando.

“Nunca tuvimos un lugar fijo donde vivir. Éramos como gitanos o nómades. Papá era mecánico pero alquilaba viviendas en las chacras al principio, hasta que nos fuimos a los barrios”, cuenta José.

Los Olivos, Modelo, las 827 Viviendas, Stefenelli, fueron sólo algunos de esos barrios donde vivieron.

La necesidad de asentarse en un lugar llegó cuando los hermanos se dieron cuenta de que doña María iba entrando en años y era hora de asentarse en algún lugar, pero con el sueldo de cada uno era imposible comprar un terreno. Fue así que decidieron juntar lo que ganaba cada uno en sus respectivos trabajos y con la suma de tres sueldos y algunos ahorros lograron financiar la mitad del valor del terreno en un barrio de las afueras de Roca, al sur de calle Alsina. En el 2015 el valor era de $ 140.000.

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Con el terreno propio, empezaba otro dilema: ¿cómo levantar una casa con los altos valores de la construcción tradicional?

“Yo nunca agarré una pala, excepto la de la panadería donde trabajo desde hace 44 años, así que era muy difícil porque no sabía nada de albañilería”, cuenta José.

La solución llegó con la idea de su hermana Nieves que le propuso construir con barro. “En principio le dije que no, porque yo no tenía ni idea, pero ella insistió y me fue mostrando videos de Jorge Belanko, un bioconstructor que capacita a gente de todos los lugares y tiene videos con el paso a paso. Finalmente me entusiasmé y con la dirección de ella y su pareja, Eduardo París, arrancamos”, relata.

Mientras los hermanos cuentan la historia, su mamá prepara unos mates y se pasea entre la cocina y el comedor. Mira por una ventana cuyos marcos fueron construidos a mano con madera de álamo y parece disfrutar el llegar a este presente, donde ya no tendrá que mudarse más.

La casa es una vivienda grande, de 90 m², con tres habitaciones, baño, ante baño y cocina comedor. Las paredes ya terminadas parecen estar alisadas con cemento, pero ellos aseguran que no. “Es un tratamiento especial del barro que impide que se resquebraje, todo alisado a mano”, explica José.

Nieves explica el sistema de construcción mediante un sistema denominado “quincha” que consiste en levantar paredes sólo con un tipo de paja denominado agropiro. Se realiza una especie de encofrado que en vez de rellenar con cemento se hace con esa paja bien apretada. Luego unas finas varillas se clavan a los postes, para finalizar con el revoque de barro grueso y el detalle con barro fino tratado con productos como leche en polvo y aceite de lino, entre otras cosas.

“Hace cuatro meses que nos mudamos a la casa de barro y, si bien todavía falta terminar algunas cosas, estamos contentos. Dejamos de pagar alquiler y ahora toda la plata va para terminar la casa. Esto es impagable”, afirma José.

La panadería donde trabaja está en la otra punta de la ciudad, en Stefenelli, donde José trabaja de noche. En la madrugada llega a su casa para descansar algunas horas y esas manos que durante la tarde noche estuvieron amasando el pan de día preparan un barro bien consistente que se tira en la pared para tapar la paja y darle firmeza a la casa.

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“Hay que salir del no sé”

Nieves Parra y su pareja Eduardo París vienen incursionando desde hace años en la bioconstrucción y no dudaron en sugerir a José que dejara de alquilar para hacer su casa con las propias manos, a pesar de sus nulos conocimientos.

“Hace ocho años que veo el tema del barro y tiene muchos beneficios a la salud, pero además es una alternativa a la casa de cantoneras y de nylon que se ven en la tomas. Hay que salir del ‘no sé’ y del ‘denme’. Hay que meter las manos en el barro. Es un sacrificio, pero vale la pena. Es muy gratificante hacer tu propia casa, sólo hay que animarse y cambiar la cabeza”, recomienda Nieves.

Tanto ella como José y Eduardo no sólo se animaron al barro, sino que para abaratar costos decidieron comprar maderas de álamo y construir también las aberturas de la casa. Todas las puertas y ventanas están construidas a mano. Sólo las bases y el contrapiso tienen cemento.

El toque decorativo y de iluminación lo dan las botellas y damajuanas de distintos colores que se colocaron en lugares estratégicos de las paredes de barro. El tramo final de la casa es el techo. “Ahora tenemos un gran nylon puesto sobre maderas de álamo, simulando un machimbrado. La idea es hacerlo también con barro mezclado con productos que impiden que el agua se filtre”, explican.

Los hermanos se muestran orgullosos por lo logrado hasta el momento e invitan a lo que aún no se animan a construir al menos una habitación con barro, para disfrutar de un verano más fresco y un invierno más cálido en el interior del hogar, que toma mayor valor cuando se hace con las propias manos.

fotos cesar izza

Datos

Datos

120.000
pesos es lo invertido por la familia Parra hasta el momento en la construcción de su casa.
es la dimensión de la casa, con tres dormitorios, cocina, comedor, baño y ante baño.
90 m²
2
años fue el tiempo que llevó construir la casa con paredes de barro, paja, maderas de álamo y bases de hormigón.

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