«El presidencialismo es incompatible con las democracias modernas»
Flexibilidad, coherencia, responsabilidad y eficacia por un lado.
Rigidez, gobierno dividido, irresponsabilidad e ineficacia por otro.
La contraposición de esas características de los sistemas parlamentarista y presidencialista sirvió como base para que Aleardo Fernando Laría afirmara anoche en Roca que la Argentina no puede demorar el debate sobre su régimen político. Fue durante la presentación de su nuevo libro, titulado «El sistema parlamentario europeo», desarrollada en el auditorio de «Río Negro».
El abogado roquense, radicado en España desde la década del 70, defendió su idea de avanzar en el país hacia el sistema parlamentario como garantía de una mejor calidad institucional. En este sentido, sostuvo que aunque algunos consideren superfluo este debate ante otros problemas estructurales, «son reflexiones que valen la pena». Además aseguró que los cambios que deberían implementarse serían mínimos -porque la figura del jefe de Gabinete está creada desde la reforma constitucional del 1994- y consideró oportuno pensar las modificaciones primero desde las provincias o los municipios, por sus autonomías reconocidas, para realizarlas luego en la organización del Estado nacional.
Laría puso en evidencia las enormes dificultades que genera el sistema presidencialista por su rigidez. Dijo que en Argentina «recién se conoce la verdadera capacidad de un presidente cuando se sienta en el sillón de Rivadavia y si se advierte que no sirve no hay manera de revocar su mandato». En cambio, el sistema parlamentario prevé la cláusula de censura para el mismo escenario, abriendo paso a un nuevo gobierno.
Además advirtió que el presidencialismo expone al dilema de los gobiernos divididos, cuando el oficialismo pierde la mayoría en el parlamento y comienza una puja con el Ejecutivo que deriva en una parálisis gubernamental.
Por último y antes del debate con el público, destacó la responsabilidad del parlamentarismo, donde el jefe de Gobierno debe concurrir todas las semanas a la cámara a dar explicaciones, algo que en Argentina ocurre una vez por año y sólo por la tradición de abrir el período de sesiones ordinarias.
Por eso concluyó que «el sistema presidencialista es incompatible con las democracias modernas».
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