El profesor activo y las personas mayores

Marcelo Angriman*

Es una “persona mayor” aquella de 60 años o más, salvo que la ley interna determine una edad base menor o mayor. Así la define la “Convención Interamericana sobre la protección de los derechos humanos para personas mayores”  (a la cual Argentina adhirió por Ley 27.360, B.O. 31-5-17), desterrando conceptos utilizados hasta el momento,  tales como tercera o cuarta edad.  


Además dicha norma reconoce el derecho a acceder a un “envejecimiento activo y saludable” como aquel por el cual se optimizan las oportunidades de bienestar físico, mental y social, de participar en actividades sociales, económicas, culturales, espirituales y cívicas, y de contar con protección, seguridad y atención, con el objetivo de ampliar la esperanza de vida saludable y permitirles así seguir contribuyendo activamente a sus familias, amigos, comunidades y naciones”.


A su vez reconoce que la persona, a medida que envejece, debe seguir disfrutando de una vida plena, independiente y autónoma, con salud, seguridad, integración y participación activa en las esferas económica, social, cultural y política de sus sociedades. Para que estos postulados no sean meras palabras, se requieren de acciones concretas, tanto del individuo como de la sociedad en la que vive.


 La práctica de ejercicio físico regular es una de las principales estrategias no farmacológicas para envejecer de forma más saludable y mejorar la calidad de vida.


Así, para las personas mayores, se recomiendan actividades recreativas u ocupacionales, desplazamientos caminando o en bicicleta, tareas domésticas, juegos, deportes o ejercicios programados en el contexto de los quehaceres diarios, familiares y comunitarios. Se aconseja dedicar no menos de 150 minutos semanales a actividades físicas aeróbicas moderadas.


Entre los múltiples beneficios de la actividad física regular en adultos mayores, se ha comprobado que física y orgánicamente: disminuye la incidencia de todas las enfermedades cardiovasculares, reduce el riesgo de síndrome metabólico, desciende la incidencia de obesidad y diabetes tipo II, achica la pérdida mineral ósea, previene el riesgo de fracturas, favorece el fortalecimiento muscular y mejora la funcionalidad física del individuo, disminuye el riego de caídas, refuerza el sistema inmune, morigera la incidencia de algunos tipos de cáncer (especialmente los de mama, colon y páncreas), desciende el dolor músculo-esquelético asociado al envejecimiento y protege frente a la osteoartritis.


En el plano mental, conserva e incrementa la función cognitiva, protege frente al riesgo de desarrollar demencia o Alzheimer, incrementa la funcionalidad física y favorece una mejora de la autoestima, disminuye la prevalencia de depresión, ansiedad y otras enfermedades mentales y favorece la cohesión e integración social.


Su mensaje vivencial y no discursivo contagia, elemento que es clave para estimular la voluntad de la persona mayor. Así en la región  existen grupos de natación adaptada, gimnasia,  newcom , yoga, caminata o  tai chi chuan, entre otras actividades.

La prevención en caídas
Estar de pie es una frase que no solo refiere a la bipedestación,  sino a una actitud frente a la vida.
La autosuficiencia es uno de los procesos cerebrales que  todas las personas  poseemos desde que nacemos. Tal característica tiende a acentuarse cuando alguien a lo largo de su vida,  se ha acostumbrado a no depender de terceros.


Apuntar a que tengan buena movilidad articular, propioceptividad, flexibilidad, conservando su tono muscular acorde a la edad, es clave.



El sostenimiento de esa autonomía,  es uno de los objetivos principales de los gerontólogos, que ven en las caídas a uno de los factores disruptivos de una vida adulta saludable. Situaciones como las vividas por el cantante Sergio Denis o  el cineasta José Martínez Suarez,  son sintomáticas de tales efectos no deseados.


La  especialista Brenda Borrelli, sostiene que:  “la Educación Física es importantísima para las personas mayores, en tanto y en cuanto preserve en la práctica su componente educativo, es decir que  el profesor debe explicitar los objetivos y contenidos de la clase, así como los grupos musculares trabajados y toda información que nutra el conocimiento de los participantes.


Actualmente uno de los flagelos que más preocupa en esta población es el deterioro cognitivo; y si bien son los psicólogos quienes ofrecen sesiones de estímulo cognitivo,  los profesores de educación física tienen un campo fértil en estimular  la atención, memoria, visuoespacialidad, coordinación óculo manual, motricidad fina, planificación y ejecución de secuencias de movimiento”.


Apuntar a que la persona mayor tenga buena movilidad articular, propioceptividad, flexibilidad,  conservando su tono muscular acorde a la edad, es clave para evitar moverse “en bloque”, tener mejor equilibrio y con ello  evitar caídas o disminuir sus efectos si estas ocurren.
Las clases deberían estar orientadas hacia actividades preventivas. Prevenir caídas, sedentarismo, dependencia, deterioro cognitivo, el aislamiento y la soledad en clases flexibles que acompañen las necesidades de cada grupo en particular.


Terrenos fértiles, que bien comprendidos y administrados, pueden actuar como enormes estímulos a favor de aquellos mayores que no encuentran en la actividad física a un santo de su devoción.
El hecho que el profesor activo visualice tales necesidades etarias, resulta  esencial para entender cómo  ayudar  eficientemente a las personas mayores.


* Abogado. Profesor nacional  de Educación Física. Docente Universitario.


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