El tipo de cambio más estable busca recuperar la actividad

La corrida cambiaria dejó sumamente herido al gobierno, que vio diluído gran parte de su caudal político entre diciembre y junio. Sin embargo, internamente aseguran que el objetivo inmediato es asegurar la estabilidad cambiaria y buscar recomponer el alicaído nivel de actividad económica.

Claramente la corrida fue mucho más fuerte de lo que suponían allá por principios o mediados de mayo, con la más grande salida de capitales registrada desde los últimos meses de la Convertibilidad y el vuelco de una economía local desesperada por dólares.

Una vez más, la sociedad argentina dio muestras claras de que en lo único que le da certeza es el dólar. Esto ocurre en el país desde hace por lo menos cuatro décadas y va más allá de los gobiernos y los programas económicos.

Un alto funcionario del gabinete económico lo admitió a “Río Negro” en una charla informal: “El único precio de la economía en que los argentinos creemos es el dólar y cambiar eso va a llevar mucho tiempo y que las cosas se hagan bien”, afirmó.

“Qué significa ‘que las cosas se hagan bien’?”, preguntó “Río Negro” a ese funcionario, en forma casi ingenua.

“Significa que haya un balance fiscal que tienda al equilibrio, que haya estabilidad, un nivel de inflación racional, condiciones de financiación accesibles, con tipo de cambio competitivo, y empezar a exportar más”, resumió la fuente del Ministerio de Hacienda de la Nación.

Eso suena muy bien, pero es elocuente que por ahora el gobierno nacional está lejos de conseguir esos aspectos que se consideran vitales.

En la propia interna del gobierno admiten que recién en este momento, a pesar de las dificultades que se ven a diario, se percibe que hay elementos que podrían significar una mejora hacia delante.

Para gran parte del Ejecutivo la coherencia fiscal y tener un tipo de cambio competitivo le brindarán al país dentro de unos meses un camino para tener un sendero que empiece a encaminarse hacia una mayor estabilidad.

Pero el invierno es duro y no sería apropiado recordar la célebre y penosa frase del ex ministro de Economía, Álvaro Alsogaray, sobre que “hay que pasar el invierno”.

Inflación alta y tasas de interés por las nubes son un cóctel peligrosamente explosivo, que el país lo ha vivido en otras épocas. En el gobierno estiman que “en dos meses se estará en condiciones de bajar las tasas , promover más medidas para recuperar el poder adquisitivo y el consumo”.

Esas metas suenan ambiciosas en este momento de baja de ventas y del nivel de actividad y alta inflación, aunque muchos analistas opinan que el nivel de aumento de precios se va a atenuar a partir de agosto.

Habrá que tener en cuenta el margen de maniobra del gobierno para ver si en dos meses puede empezar a bajar las tasas, generar mejoras de condiciones de acceso al crédito, con menor inflación, y todo esto dentro de un marco de continuidad de estabilidad cambiaria.

No es fácil, nada fácil, pero quizás tampoco imposible.


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