El viaje a Cuba será una prueba para Fox

Por Andrés Oppenheimer

Quizás sea injusto criticarlo antes de tiempo, pero el presidente mexicano Vicente Fox podría estar a punto de quebrar su palabra en un tema clave para los grupos internacionales de derechos humanos: su promesa de reunirse con los disidentes cubanos en su viaje a Cuba.

En mis dos últimas entrevistas con Fox, y en una reunión con la junta editorial del Miami Herald en setiembre, el presidente mexicano dijo que en caso de que visitara Cuba, haría lo mismo que ha hecho en todos los países latinoamericanos a los que ha ido desde su elección en julio del 2000: hablar con líderes de todo el espectro político.

Asimismo, cuando le pregunté el año pasado al canciller Jorge G. Castañeda si Fox se encontraría con opositores pacíficos como el dirigente de los derechos humanos Elizardo Sánchez si viajaba a La Habana, me confirmó que «eso es lo que Fox ha hecho en cada uno de sus viajes, y eso es lo que haría en un viaje a Cuba»».

Tal reunión no debería tener nada de extraordinario. Después de todo, el presidente vitalicio cubano, Fidel Castro, se reunió con los principales líderes de oposición mexicanos en su último viaje a México para la inauguración de Fox. Castro fue incluso homenajeado con las llaves de Ciudad de México por una de las figuras de izquierda más críticas de Fox, la entonces alcaldesa de la ciudad Rosario Robles.

Y Fox, quien se enorgullece de ser el primer presidente de la transición política mexicana después de siete décadas de autoritarismo, quedaría bastante mal si mostrara menos simpatía hacia las fuerzas pro-democráticas en Cuba que su antecesor del Partido Revolucionario Institucional, Ernesto Zedillo.

Durante un viaje a Cuba en 1999, Zedillo defendió públicamente el derecho de los cubanos a elegir su propio gobierno y autorizó a su canciller, Rosario Green, a reunirse con los líderes de la disidencia cubana, incluido Sánchez.

Pero ahora, según la prensa mexicana, parece que Fox se está echando atrás en su promesa de reunirse con la oposición pacífica en su viaje de dos días -3 y 4 de febrero- a Cuba.

Gustavo Iruegas, el diplomático mexicano enviado a Cuba para negociar los detalles del viaje, me dijo el miércoles que Fox se reunirá con Castro, pero que un encuentro con los disidentes «no está en los planes»» del presidente.

Un día antes, Iruegas le había dicho al Congreso mexicano que el viaje de Fox será una corta «visita de trabajo»» y no una visita de Estado. Explicó que en el protocolo diplomático las «visitas de trabajo»» no incluyen aspectos que forman parte de las visitas de Estado, como discursos al Congreso y, presumiblemente, encuentros con los líderes de la oposición.

Semejante argumento, por supuesto, no puede ser tomado en serio. Si los asesores de Fox creen que algún grupo de derechos humanos va a aceptar esa excusa para justificar la falta de un encuentro con la oposición pacífica, deben estar soñando.

«Fox está renegando de su palabra», dice Edelmiro Castellanos, un activista de los derechos cubanos asentado en México. «Sería una contradicción gravísima de su parte, porque se supone que el primer presidente de la alternancia democrática en México debería ser quien tuviera el mayor compromiso con la causa democrática en Cuba»».

Curiosamente, el viaje de Fox a Cuba parece estar más impulsado por los empresarios mexicanos que por los políticos de la izquierda. La Red Nacional de Organizaciones de Derechos Civiles y Humanos de México, más conocida como La Red, cuyos 70 grupos proderechos humanos incluyen organizaciones de izquierda que defienden a prisioneros zapatistas, firmó un documento el año pasado exigiendo libertades fundamentales en Cuba.

Intrigado, llamé el miércoles al canciller Castañeda y le pregunté sobre la falta de una cita con los disidentes en la agenda de Fox. Castañeda me dijo, con cordialidad y firmeza a la vez: «No tengo ningún comentario que hacer, ni on the record ni fuera de record»».

Entonces, le pregunté, ¿qué pasó con sus anteriores declaraciones de que Fox «obviamente»» se reuniría con los disidentes si alguna vez iba a Cuba? El canciller respondió que las declaraciones del embajador Iruegas «hablan por sí mismas»».

Mi conclusión: encuentro muy difícil creer que Fox, el histórico luchador por la democracia, vaya a dar la espalda a las fuerzas prodemocráticas de Cuba. Si uno lee detenidamente las palabras de Iruegas, el hecho de que un encuentro con los disidentes «no está en los planes»» de Fox no quiere decir necesariamente que tal encuentro no se dé.

Pero si Fox va a Cuba y se deja agasajar por Castro sin aparecer públicamente con los líderes prodemocráticos, pasará a la historia no sólo como el presidente que le dio la espalda a los derechos humanos, sino como el hombre que sólo habló de democracia como un artilugio para llegar al poder.


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