El virus de la indiferencia

Aumentan los muertos en vida, porque han dejado de ser algo digno, afectados por el grave virus de la indiferencia y la exclusión. ¡Cuánto mal podría ser evitado!


El estigma social y la falta de cuidado entre semejantes continúan siendo los principales obstáculos, sobre todo en la búsqueda de asistencia para el germen de la desesperación, lo que pone de relieve la necesidad de campañas que nos concienticen en la escucha de la mente y en la sintonía entre similares. La intoxicación social es tan fuerte que además todo se confunde. La falsedad gobierna al mundo. Cada día son más las personas que no se aguantan ni ellas mismas. Así pues, vivir, que es un depender y un compartir como especie pensante, se ha convertido en un triste morar de piedra en piedra.


No acertamos a labrar horizonte alguno, nos endiosamos antes. Por otra parte, somos incapaces de implantar una convivencia armónica y de hermanarnos, fallamos en los principios y valores, en la recta razón que ha de ser y en el deber responsable. Por si fuera poco, caminamos ausentes e individualistas, levantando barreras y sembrando veneno.


Víctor Corcoba Herrero

Madrid


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