Elección presidencial: Argentina vuelve al bipartidismo y reivindica “la política”

La crisis económica y la unidad peronista explican la victoria. Casi 9 de cada 10 argentinos votaron por una de las dos principales fuerzas y la conformación del futuro Congreso replica esta característica.

Florencia Filadoro*


En la reciente elección presidencial del domingo 27 de octubre, nuevamente los argentinos eligieron al peronismo para resolver la crisis económica. La pregunta que muchos se formulan es por qué, una vez más, los argentinos confiaron en esta fuerza política que tanto divide las opiniones entre quienes están a favor y quienes están en contra.

En primer lugar, la misma crisis económica contribuyó de sobremanera a que los resultados finales sean los que fueron. Los números de la economía son contundentes. Según estimaciones previas a la elección del domingo, en 2019 la Argentina alcanzaría una inflación anual de casi el 55%, registrando un techo de inflación mensual de casi 6% para el mes de septiembre (esto la ubica en el tercer país con mayor inflación a nivel mundial). A fin de año la pobreza podría alcanzar al 40% de la población. La capacidad de producción industrial del país se encuentra funcionando al 60%.

Los dos bloques volvieron al formato habitual de la campaña con actos masivos y mensajes valóricos. Y tendrán que negociar en el futuro Congreso.

El valor del peso argentino sufrió una devaluación de casi el 30% desde agosto. Todas estas condiciones conviven en un país donde el 50% de los argentinos expresa haber contraído alguna deuda en los últimos seis meses, según un estudio de octubre de Reyes-Filadoro y Numeral 81. El dato más alarmante de ese informe es que, entre quienes solicitaron dinero prestado, el 64% lo hizo para cubrir gastos corrientes como comprar alimentos, pagar impuestos o servicios o pagar su vivienda.

Resulta muy difícil escaparse de esta realidad que cotidianamente afecta la calidad de vida de los argentinos. Sin embargo, una parte de la población aduce que estas circunstancias fueron creadas o favorecidas por el peronismo; mientras que otra parte aduce que dichas condiciones fueron creadas gracias a las políticas neoliberales del gobierno de Mauricio Macri. Es interesante destacar que cuando analizamos a través de estudios de opinión al primer grupo sus condiciones socioeconómicas resultan mucho más desfavorables que las del segundo grupo.

En otras palabras, quienes apoyan a los Fernández o al peronismo se encuentran en peores condiciones socioeconómicas que aquellos que apoyan a Mauricio Macri.

En segundo lugar, la unificación del peronismo jugó un papel preponderante a la hora de moldear los resultados electorales. El primer movimiento fue el de Alberto Fernández, quien trabajó incansablemente desde el 2017 para lograr la unidad de este espacio. Luego fue crucial el aporte de Cristina F. de Kirchner, quien sugirió al propio Alberto como candidato presidencial y ella se autopostuló como vicepresidenta. Se sumaron los gobernadores de varias provincias. Pero el tercer paso lo dio Sergio Massa, dejando atrás sus aspiraciones presidenciales (por el momento), uniéndose, potenciando y volviendo realidad la buscada unificación del peronismo. Todas fueron señales de enorme importancia para un electorado que veía desde el 2013 una oferta peronista dividida, habilitando las victorias de 2015 y 2017 de Cambiemos.

La unificación del peronismo da pie para el tercer punto de este artículo: el retorno de “la política” en las campañas electorales argentinas. Recordemos que las victorias de Cambiemos del 2015 y 2017 se destacaron por una vinculación particular con el ciudadano, lavada de simbología política tradicional, en la que primaron las propuestas por sobre los valores, la comunicación microsegmentada y muchas veces la estética por sobre el contenido del mensaje.

Por el contrario, en esta elección se impuso “el hacer política” entendido como convocar al diálogo, como reivindicar la experiencia previa en política, destacar el contacto directo con las bases de forma masiva (actos multitudinarios), cargado de simbología proselitista o mensajes enfatizando los valores que distinguen a una fuerza política de la otra.

Así, la campaña peronista reivindicó “la política” como un medio para encaminar los tiempos turbulentos que ya vive el país (desde la negociación con los gremios para ajustar salarios hasta con los acreedores internacionales). Por su parte, el espacio de Juntos por el Cambio también tomó nota del resultado de las primarias y utilizó esta herramienta a través de su raid de recorridas por el país: “30 días, 30 ciudades”, culminando en una masiva marcha de apoyo al presidente en Capital. Quizás este espacio se haya dado cuenta tarde de la importancia de una herramienta tan poderosa como “la política”.

El resultado de la elección fue 48% de los votos para el Frente de Todos y 40% de los votos para Juntos por el Cambio, sorprendiendo en tanto se esperaba una distancia mayor. Con respecto a las primarias del 11 de agosto, los resultados no variaron demasiado para el Frente de Todos, pero sí registraron un crecimiento en el caso de Juntos por el Cambio -aumentando casi 8 puntos y estando muy cerca de un balotaje-.

En esta elección casi 9 de cada 10 argentinos votaron por alguna de las dos principales fuerzas, lo que confirma que Argentina vuelve a ser bipartidista. A su vez, la conformación del nuevo Congreso nacional replica esta característica, obligando al diálogo y la capacidad de negociación (“la política”) para concretar las reformas necesarias para vislumbrar una salida a la crisis actual: ¿reforma tributaria?, ¿reforma laboral?, ¿reforma impositiva?…

Al intentar interpretar cualitativamente el apoyo electoral resulta claro que una parte importante votó “en contra de” la otra fuerza.

Quienes forman parte de Juntos por el Cambio experimentaron una sensación “agridulce” en tanto que, si bien perdieron la elección presidencial, lograron crecer, fortaleciendo a este espacio como la “nueva oposición”. Ese efecto despeja los rumores de ruptura de la alianza entre la Unión Cívica Radical, Coalición Cívica y el Pro. Por el contrario, el apoyo electoral logrado “cohesiona” a su dirigencia partidaria. Sin embargo, aún no se vislumbra con claridad cuál será el futuro político en esta “nueva oposición” de sus principales figuras: Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta (jefe de Gobierno porteño, quien logró una histórica victoria), María Eugenia Vidal (gobernadora de Buenos Aires), Alfredo Cornejo (presidente de la UCR) o Rogelio Frigerio (Ministro del Interior), por mencionar algunos.

Al intentar interpretar cualitativamente el apoyo electoral resulta claro que una parte importante votó “en contra de” la otra fuerza. Este dato marca el desafío que tienen ambos espacios de mantener un vínculo aceitado, aggiornado, genuino y sincero con sus respectivas bases electorales. La opinión pública, especialmente por la delicada situación económica, estará muy atenta de los próximos movimientos de sus representantes.

En estos días se discute y especula activamente cómo será la transición del gobierno de Macri hacia el de Fernández. Una vez más, la urgencia económica marca una agenda: precio de los combustibles (congelados, pero con tendencia a la suba), obligaciones con acreedores y bonistas (no solo con el FMI sino también privados), inflación, precio del dólar y reservas del Banco Central, entre otros temas urgentes. Tanto Macri como Fernández dieron señales positivas, actuando por igual con responsabilidad y altura.

Por último, los argentinos están confiando y apostando a que esta generación de peronistas encamine no solo la situación económica, sino también social del país. Quedan muchas preguntas sin responder, a juzgar por lo que demostró el peronismo en la campaña: ¿cómo se resuelve esta crisis? ¿Estará este nuevo peronismo a la altura de la circunstancia? Al momento, se vislumbran buenas señales y solo el tiempo lo dirá.

*Especialista en Comunicación Política, directora de Reyes-Filadoro y vicepresidenta de Asacop (Asociación Argentina de Consultores Políticos). Twitter: @FlorFiladoro


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