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Psicopedagogía: Bendita la luz de tu mirada

En esta oportunidad, la psicopedagoga Laura Collavini pone el foco en lo que ocurre cuando nos miramos.

Redacción

Por Redacción

Es un tema transversal. No hablo de política ni de fechas. Solo de las miradas. Tal vez hablando de este tema me refiera a todos los temas posibles. Los englobe como un gran mundo.


Mirar. Mirarse. Ser mirado. Aquello que me pasa cuando ejerzo el acto y cuando lo hacen conmigo. Sí podríamos decir que es uno de los más significativos. Un lenguaje de los más ancestrales. Incluso animal. No solo lo hacemos los animales humanos, sino todos.

Mirar es un lenguaje, un arte. Cómo mirar, qué decir, qué ocultar. Vamos perfeccionándola a través de los años. “Cómo me miró”, “Ni me miró” “Me miró de reojo” “Bajó la mirada” “Me clavó la mirada”. Tantas otras expresiones que denotan las connotaciones que les ofrecemos. Cómo nos provocan una reacción.

Mirar a nuestro hijo por primera vez, hacerlo y que por primera vez nos sonría. Las expresiones de amor, esas que, aunque pasa el tiempo no dejamos de estremecernos. Las de rechazo, que provocan angustia. Las de alegría, con las que se nos abre el alma. Las miradas están ligadas a ella. Lo aceptemos o no.

Una de las experiencias más enriquecedoras y desafiantes para mi es leer las miradas de las personas que acompaño. A veces me pregunto a mí misma si estoy jugando a adivinar. Me respondo que disfruto de mi percepción de las expresiones. Otra es la corporal. Pero hoy hablamos de las miradas.


Claro que ellas son, indefectiblemente acompañadas de nuestra interpretación y ahí sí que puede volverse un cierto acertijo.

“Piensan que lo miro mal, pero yo miro así” suelen decir por ahí. Claro, como la mirada está ajustada al alma tal vez ella diga que tiene miedo y es mejor defenderse antes de sufrir.

Mirar y ser mirado es un ejercicio constante. Nuestro cuerpo, historia está plagado de ellas. Las que se acompañaron con palabras que nos hirieron o nos dieron fuerza. Las que tenemos que mirar también para tamizar, sanar, apropiarse.

“Tu visión devendrá más clara solamente cuando mires dentro de tu corazón… Aquel que mira afuera, sueña. Quien mira en su interior, despierta” – Carl Gustav Jung.


“Cuando veo tus ojos, veo todo lo que quiero en el mundo y que nunca va a cambiar” – Stephen F. Campbell.

“Es incapaz de hablar de sus sentimientos, pero lo que él no sabe es que los lleva en la mirada. Que se le nota todo porque es transparente” – Belén López.

“Para disfrutar del éxito, sería maravilloso no ver la envidia en los ojos de los que te rodean” – Marilyn Monroe.

“Mirarte dice mucho sobre ti. Pero solo tu mirada me cuenta la verdad” – David Sant.

¿Bajar la mirada? Me preocupa la gente que lo hace. Me inquieta la niñez y adolescencia cuando lo hace. ¿A qué le temen? ¿De qué huyen? ¿Qué los avergüenza? ¿Qué esconden?


Porque si las miradas son expresiones del alma, no poder ofrecerla, también lo es. No poder mirar de frente. “Ver sin mirar”.

Si estuviésemos atentos a estas expresiones con dulzura y compasión a nosotros mismos y hacia los otros tal vez podamos transformar nuestro presente. Una mirada de respeto hacia esa realidad del otro que desconocemos, que juzgamos con nuestro filtro y tamiz.

Somos conjuntos de realidades complejas. Las personas con baja visión suelen padecer esta situación. Las personas con alguna desviación en la mirada. Con frecuencia son rechazadas por “mirar torcido”.

Quizás podamos percibirnos seres tan sensibles que nos altera una simple mirada. Si es así y podemos ser conscientes de nuestra herramienta poderosa en la que somos esclavos y dueños, deberíamos aprender a usarla para no ir por ahí, dañando. Podemos utilizarla para llenar la vida y el presente de comprensión y alegría.

Por Laura Collavini (laucollavini@gmail.com).-


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