Cómo la turbina eólica más grande del mundo alteró el clima en un pueblo de China

La turbina eólica MySE 18.X-20 MW genera energía limpia aún frente a climas extremos, pero debido a su tamaño ha causado alteraciones en el microclima de la zona, lo que plantea el desafío de desarrollar grandes estructuras sustentables sin generar un gran impacto en el ecosistema.

Desde China se anunció la creación de la turbina eólica más grande del mundo, lo que prometía ser un punto de inflexión para las energías renovables. En efecto, la estructura demostró una gran capacidad para generar energía limpia y resistir climas extremos, pero debido a su colosal tamaño ha causado alteraciones en el microclima de la zona, lo que llamó la atención de la comunidad científica.

La turbina eólica MySE 18.X-20 MW fue conectada en agosto de 2024 por Mingyang Smart Energy en el Mar Meridional del gigante asiático, con la meta de producir grandes cantidades de energía en un contexto adverso. La colosal estructura de 20 megavatios (MW) demostró una gran efectividad al abastecer a más 96 mil hogares.

Sin embargo, sus alteraciones en el microclima no tardaron en despertar el interés de la ciencia. Se trata de un fenómeno común en los parques eólicos, donde se pueden detectar alteraciones en el flujo del aire, así como cambios de temperatura, humedad y turbulencia.

Pero en el caso de esta turbina, las alteraciones se vieron potenciadas por su gran tamaño, ya que cuenta una altura total de 242 metros con palas de 128 metros, acorde a la necesidad de resistir climas extremos, como tifones que afectan a la región con ráfagas de hasta 79,8 m/s, según se indicó desde The Diary 24.

Sus efectos alcanzan un radio de varios kilómetros, y alteran sutilmente la temperatura superficial del mar, así como patrones de precipitación y los microhábitats de plancton y larvas. La atención también esta puesta en la interacción con rutas de aves marinas y mamíferos sensibles al ruido marino.


Efectos no deseados ¿Qué dice la ciencia?


El modelo MySE 18.X-20 MW plantea un dilema respecto a las grandes turbinas eólicas: a pesar de los efectos no deseados que pueden causar en el ecosistema, son importantes para generar energía limpia, lo que es fundamental para pensar en un futuro donde no se dependa de los combustibles fósiles, principales responsables del cambio climático.

Es por eso de la comunidad científica puso su mirada sobre este modelo para medir su impacto, combinando observaciones en el sitio con imágenes satelitales, y empleando tecnología avanzada como boyas instrumentadas, modelos numéricos de alta resolución y LIDAR -detección y localización por luz-.

El objetivo de estos análisis es poder planificar a futuro diseños que reduzcan la huella microclimática al reducir los efectos en el ecosistema, y de esa manera hacer aún más sustentable a un tipo de energía fundamental para combatir el calentamiento global.


Desde China se anunció la creación de la turbina eólica más grande del mundo, lo que prometía ser un punto de inflexión para las energías renovables. En efecto, la estructura demostró una gran capacidad para generar energía limpia y resistir climas extremos, pero debido a su colosal tamaño ha causado alteraciones en el microclima de la zona, lo que llamó la atención de la comunidad científica.

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