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GNL: Media sanción al futuro de Vaca Muerta

El Régimen de Promoción del Gas Natural Licuado fue aprobado en Diputados y resta su votación en el Senado. Por qué es clave para el desarrollo del shale gas. Y por qué urge su aprobación.

¿Se imaginan qué sería de la Pampa Húmeda si la producción agraria solo se destinara al acotado mercado nacional? Algo similar es lo que sucede con Vaca Muerta, en donde el potencial del gas natural es enorme y por eso la aprobación dada por la Cámara de Diputados al Régimen de Promoción del Gas Natural Licuado (GNL) es un paso indispensable para que la producción pueda saltar de escala y multiplicar los beneficios asociados.

Desde hace años se sabe que dentro de la roca generadora que es Vaca Muerta se encuentra el segundo recurso más grande de gas no convencional del mundo, suficiente para abastecer la demanda argentina por más de un siglo.

Pero la transición energética hacia fuentes de energía menos contaminantes le pone una fecha de vencimiento a esos enormes recursos: si no son extraídos en el siguiente puñado de décadas quedarán obsoletos bajo tierra.

Para poder multiplicar la producción de gas de Vaca Muerta es necesario por ende ampliar los mercados y exportar. Hacerlo por gasoductos, como se da con Chile, Uruguay y de momento el sur de Brasil, es abrir una canilla de calibre demasiado chico.

Las exportaciones a escala se dan con el GNL, con esa forma de reducir 600 veces el volumen que ocupa para que en buques pueda cruzar medio mundo y llegar a los mayores mercados como son el asiático y el europeo. Con una ventaja adicional de la contraestacionalidad: demandan gas en nuestro verano y por eso de ser necesario para el país la iniciativa contempla que hasta el 10% del GNL no se exportará.

El gas natural se licúa por un proceso térmico y se lo conserva a menos 160 grados.

Nuevamente allí hay una ventana de oportunidades acotada: hoy el mundo demanda GNL y la guerra en Ucrania sacó del mercado a un gran jugador del gas como es Rusia.

Pero no solo Argentina avanza hacia proyectos de licuar gas, que desde el inicio de su construcción toman unos cuatro años en materializarse. Y llegar tarde al mercado del GNL implicará aspirar a un menor precio, una regla simple en los juegos de oferta y demanda.

Esta semana la Cámara de Diputados le dio media sanción al proyecto de Régimen de Promoción del GNL, una iniciativa del Ejecutivo potenciada por el preacuerdo firmado entre YPF y la estatal de Malasia, Petronas.

La inversión potencial es enorme, 40.000 millones de dólares para montar una planta que licúe el gas, más un gasoducto exclusivo para el proyecto que no toque la red nacional que llega a los hogares, y claro está, más pozos en Vaca Muerta para obtener ese gas.

La clave que hace que toda la industria haya celebrado la media sanción es que la actual legislación nacional tiene hoy la principal traba al desarrollo de este tipo de proyectos, y no es el acceso al dólar, sino la libertad de exportar.

Las leyes vigentes marcan que no se pueden firmar contratos de exportación a largo plazo, algo que se necesita en el mercado global del gas, porque ata cada envío a la revisión previa del estado del abastecimiento nacional. Una ley pensada para épocas de escasez que hoy poco se condice con el potencial de Vaca Muerta.

El proyecto con media sanción contempla precisamente que el GNL podrá tener contratos de largo plazo y suma una serie de beneficios impositivos, como la devolución del IVA y amortización acelerada de ganancias, importaciones de piezas sin aranceles, y la gran zanahoria del momento que es la libre disponibilidad del 50% de las divisas generadas.

La iniciativa fue tratada apresuradamente en Diputados y por eso cosechó 126 votos a favor, 7 rechazos y 102 abstenciones.

Desde las empresas de Vaca Muerta se señaló que pese a la votación dividida, “lo importante es tener la ley, después se puede corregir si hace falta con una reglamentación. Pero sin la ley que garantice exportaciones de largo plazo, el GNL no arranca en Argentina”.


Los pasos previos al sueño del GNL


Y es que, más allá del tratamiento exprés que ahora deberá surfear en medio de la tormenta electoral-macroeconómica hacia el Senado, el proyecto del GNL se da tras una serie de medidas adoptadas en los últimos años, como escalones que no solo permitieron a las empresas de Vaca Muerta ilusionarse con el GNL, sino que lo consolidaron como una necesidad si es que no se quiere dejar esa riqueza bajo tierra.

La primera medida que cambió el mercado del gas -que venía en caída- fue el Plan Gas.Ar de 2020 que, a diferencia de los planes de subsidios anteriores, lo que hizo fue generar contratos de cuatro años con precio y volumen fijado.

Mientras el plan se extendió hasta el 2028, garantizando en gran medida el gas que necesita el país, tras años de espera finalmente este año se construyó la primera etapa del Gasoducto Néstor Kirchner para reemplazar con gas nacional las importaciones de energía. Y se espera que en este mes se adjudique la reversión del Gasoducto Norte para dejar también de importar gas de Bolivia.

Si bien aún falta la etapa 2 del gasoducto que una Buenos Aires con Santa Fe (Salliqueló-San Jerónimo), el mercado nacional está muy cerca del autoabastecimiento y por ende, el resto del potencial de Vaca Muerta está en el mercado exportador, ese en donde el GNL es la clave para lograr exportaciones anuales por hasta 20.000 millones de dólares.

A 8 días de las elecciones presidenciales, y con un dólar que superó los 1.000 pesos de cotización en el mercado paralelo como contexto para el tratamiento que debe darle el Senado, el futuro de Vaca Muerta tiene media sanción y una ventana de oportunidades que se achica, como la puerta de acceso de un tren en marcha.


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