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La Antártida tendrá más bases argentinas abastecidas con energía solar

La Comisión Nacional de Energía Atómica suma una cuarta instalación de generación solar en las bases ubicadas en la Antártida. Estos proyectos tuvieron su primer hito una década atrás, y promete extenderse.

La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) anunció que instalará un cuarto sistema fotovoltaico en la Antártida este mes. La cuarta instalación será en un refugio ubicado en Isla Vega, que se utiliza para estudios de glaciología y fue inaugurado el año pasado. En el continente ya están en funcionamiento las instalaciones que se pusieron en las bases Carlini y Marambio y en el refugio Elefante y proyectan sumar más.

El jefe del Departamento de Energía Solar de la CNEA, Hernán Socolovsky dialogó con Energía On y comentó que el proyecto inició a partir de estudios que llevaban a cabo sobre la Generación Distribuida, diez años atrás. En ese entonces, la Fuerza Aérea se interesó y les propuso hacer una instalación piloto, de poca potencia, en la base Marambio en la Antártida.

Después, «empezamos a colaborar con la Dirección Nacional del Antártico (DNA) para continuar haciendo instalaciones relativamente pequeñas de sistemas fotovoltaicos en las bases antárticas. El objetivo era (y es) disminuir el consumo de combustibles fósiles, como es el gasoil, que se utiliza en los generadores», explicó.

La CNEA ya lleva hechas tres instalaciones fotovoltaicas en el continente. Están ubicadas en la base Marambio, la base Carlini y el refugio Elefante. La cuarta, que llevarán a cabo a fin de mes, se instalará en el refugio de la Isla Vega, que fue inaugurado el año pasado y se ubica a 60 kilómetros de la Base Marambio. En la actualidad, es utilizado por la dotación científica de la Antártida Argentina para estudios de glaciología.

«Poner un litro de gasoil en una base antártica argentina es muy costoso porque necesita ser envasado, transportado por barco hacia la Antártida y a veces, elevado por helicóptero porque hay muchas bases que están a más altura sobre el nivel del mar y requieren maniobras para bajar los tachos de combustible. Por eso el beneficio no es solo ambiental, sino también económico«, destacó.

La CNEA instala los paneles en estructuras edilicias. Foto: gentileza.

«Será un sistema aislado, es decir, que además de los paneles solares, habrá baterías para almacenar la energía. Así podrá ser utilizada cuando el recurso solar sea escaso«, explicaron desde CNEA. En este sentido, será similar al ya instalado en el refugio Elefante: ambos están en un lugar más aislado y utilizarán baterías para almacenar el excedente de energía.


Energía Solar en la Antártida: una década de historia


El Departamento de Energía Solar de la CNEA instaló el primer sistema en la Base Marambio en diciembre de 2014. Allí hay ocho paneles fotovoltaicos de silicio que suman casi 2 kV de potencia. En su primer año de servicio, esta instalación inyectó 1740 kWh, un 51% más que la puesta en la base Carlini, a pesar de que esta última tiene mayor potencia. Esto se explica porque el recurso solar es mayor en Marambio.

En 2020 sumó otro sistema en el refugio Elefante, dedicado a la observación de fauna. Allí se instalaron cuatro paneles que en total suman 1 kW de potencia. Esta infraestructura se utiliza entre septiembre y marzo, ya que en invierno queda bajo la nieve. «Los investigadores tenían que llevarse un pequeño generador y combustibles para poder tener energía eléctrica. Ahora ya no es necesario», destacó Socolovsky.

En el 2022, instalaron un sistema de 2,3 kV conectado a la red en la Base Carlini, que ya aportó 1.150 kWh desde que se puso en marcha en enero del 2023. Allí se ubican dos laboratorios: el Antártico Multidisciplinario Carlini (Lacar) y el Argentino. El sistema eléctrico solar «inyecta energía a la red de Baja Tensión, por lo que cuando está funcionando, ese generador que alimenta a la base consume un poquito menos de combustible«, expresó el especialista.


Energía solar en la Antártida: cómo es la operación de los sistemas en condiciones extremas


Los paneles en el continente operan a muy baja temperatura, pero esto no afecta su funcionamiento. De hecho, es ligeramente más eficiente a medida que está más frío. Las complicaciones surgen con el viento, que puede provocar voladuras según cómo esté instalado.

«Casi todas las que hemos hecho han sido montadas sobre estructuras ya existentes: un techo, una pared en un edificio que ya está construido, entre otras. Las estructuras levantadas exclusivamente para paneles funcionan como alas, por lo que pueden salir volando si hay ráfagas de viento muy extremas«, señaló el especialista.

En el invierno, al mantenerse de noche las 24 horas del día, el sistema de generación solar no se utiliza, por lo que entra en operación constante el generador a gasoil. Sin embargo, el director explicó que es el periodo de menor actividad de investigación. Durante este periodo, en la Antártida quedan equipos reducidos de personas, por lo que la demanda eléctrica también es menor.

Desde este año, las instalaciones en la Antártida forman parte de un proyecto de inversión pública (Bapin) de CNEA. «Está la intención de continuar y darle más volumen a las instalaciones en la Antártida, por eso formamos parte del Bapin para aumentar la cantidad de instalaciones e ir disminuyendo de gasoil en la Antártida», adelantó Socolovsky.


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