Ensalada y despelote
El MPN mira agazapado todo lo que está sucediendo con los partidos de la oposición para sacar alguna ventaja.
Neuquén
gerardo bilardo gbilardo@rionegro.com.ar
La rosa de los vientos de la política local gira sin pausa desde el momento en que los intendentes de Neuquén, Horacio Quiroga, y de Cutral Co, Ramón Rioseco, sorprendieron con el armado de lo que ellos mismos definieron de modo ligero como “un despelote”. Esta unión transitoria o permanente, el tiempo se encargará de la comprobación empírica, significa para el kirchnerismo una “ensalada” difícil de digerir en medio de un proceso electoral que genera incomodidades hasta desde los aspectos formales. En un solo movimiento, Rioseco quedó en medio de fuego cruzado. Le tendió la mano amistosa a Quiroga, un dirigente que en pensamiento y acción se encuentra en las antípodas del kirchnerismo, y al mismo tiempo es el candidato en primer lugar al Parlasur por el Frente para la Victoria, con un detalle adicional de alto significado: el suplente es el secretario de Intelingencia Oscar Parrilli. En este nuevo escenario político, el intendente de Cutral Co tendría una carta de valor para renegociar con el kirchnerismo de existir, como alguna vez se especuló, un acuerdo de candidatura testimonial para que, llegado el caso, Parrilli sea el parlamentario del Mercosur. Dicho de otra manera, los que quieran votar a Parrilli tendrán que hacerlo por Rioseco. Al revuelo mencionado hay que agregar que el partido de Rioseco, el Frente y la Participación Neuquina, quedó inscripto como Frente para la Victoria para las elecciones municipales de Cutral Co que se llevarán a cabo el próximo mes. Para esta ocasión, el actual intendente se presenta como candidato a concejal mientras que su hermano José peleará por sucederlo. De Quiroga, dicen que al incorporarlo a Rioseco a un proyecto de construcción común de mediano y largo plazo hizo “la gran Parrilli”, pero al revés. La modalidad alude a una definición que se acuñó antes de las elecciones provinciales de abril último, cuando el secretario de Inteligencia jugó fuerte para despegar a Rioseco de Quiroga, que trabajosamente intentaban construir una posible fórmula para gobernador y vice. “Antes lo sacó él, ahora se lo sacamos nosotros”, dicen en el círculo de confianza de Quiroga para describir “el pase del año”. Aquel movimiento dejó heridos en el peronismo. Entre los más afectados estuvo el intendente de Centenario Javier Bertoldi, que iba a ser candidato a gobernador por el kirchnerismo hasta que la opción de Rioseco lo dejó afuera con un premio consuelo nada despreciable: una banca en la Legislatura a partir del 10 de diciembre. Bertoldi hoy se frota las manos. Llegó su tiempo de revancha y a Rioseco lo llamó “microbio” y “traidor”. Hasta aquí fue la expresión más dura de condena a la decisión del exaliado del kirchnerismo. Después de una semana que lo corrieron por izquierda, Rioseco comenzó a defenderse. Dijo que él es más zurdo que el Che Guevara, una definición teórica que, de ponerla en práctica, podría incomodar a su nuevo socio, que no mira la política con ideas de un guerrillero sino con las que expresan los candidatos presidenciales Mauricio Macri y Sergio Massa. Quiroga y Rioseco dicen que se juntaron para construir una alternativa de poder al MPN para dentro de cuatro años. Se proponen armar una alianza de fuerzas locales, lo cual significa proyectar una disputa entre partidos provinciales para el 2019, un tiempo que en política equivale a mediciones propias de los geólogos. La idea de que los partidos nacionales como el radicalismo y el peronismo no tienen espacio para crecer en una provincia donde el MPN se moviliza estratégicamente frente a los gobiernos centrales de turno es central en este incipiente proyecto. Los intendentes de Cutral Co y Neuquén encarnan expresiones acentuadamente pragmáticas de la política y se sienten incómodos en estructuras partidarias que los interpelan. Rioseco creó su propia fuerza y su ámbito de confianza es, a juzgar por decisiones recientes, de alcance familiar. Quiroga se formó y creció en la UCR, pero desde hace tiempo no quiere saber nada con un partido que le discutió demasiado sus estrategias. Por eso impulsó una fuerza política, Nuevo Compromiso Neuquino, a la que ni siquiera está afiliado pero que le sirve de sostén jurídico para presentarse a elecciones. El intendente de Neuquén dice que ya no quiere ser gobernador, con lo cual, en teoría, se habría eliminado un punto de conflicto si prospera esta construcción política. De este modo Rioseco tendría vía libre para una eventual candidatura a gobernador en el 2019, aunque Quiroga reconoce que quiere algo: pretende transformarse en el conductor del armado de la fuerza provincial. El que mira agazapado todo lo que está ocurriendo en los partidos de la oposición es el MPN, que sale a buscar una oportunidad ante cada conflicto. El primer agujero que ve el oficialismo es Cutral Co, porque “José no es Ramón”, dicen al analizar el escenario electoral que se avecina en la localidad petrolera. El MPN también espera sacar alguna ventaja en las elecciones generales de octubre con el diputado nacional, a partir de esta complejidad que ahora envuelve al kirchnerismo en la provincia. El candidato Rodolfo Kaiser, que quedó tercero en las PASO, tuvo muchos votos anulados porque la boleta del MPN aparecía en los sobres junto a la lista completa del FpV que incluía sus propios candidatos a diputados. El MPN hará docencia con sus votantes para intentar recuperar unos cuantos miles de votos en la elección definitiva y buscará la forma de crecer a partir de la “ensalada” y el “despelote” que armaron sus adversarios.
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