Días de cine patagónico: un refugio para compartir y ver películas hechas en la región

Con mucho público que asiste a las proyecciones gratuitas, la séptima edición del Patagonia cine convoca, reúne y da un respiro a la actualidad.

Acá, en los pasillos, en las aulas, y en el auditorio de Fundación Cultural Patagonia, en este momento, se habla de cine, de cortos, de producciones regionales. La séptima edición de Patagonia Cine, que organizan el Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA), y la Fundación Cultural Patagonia, parece un refugio a los temas que dominan la conversación puertas afuera.

No porque los temas de los que hablan las películas y los cortos sean ajenos a la realidad -al contrario, las historias tienen que ver con distintas realidades patagónicas, muchas de ellas bastante duras- sino porque en este contexto funcionan como un oasis.

Las proyecciones se hacen a sala llena, los directores invitados -Jorge Colás, Néstor Ruggeri, Juan Flores, Mariano Benito, Florencia García Long, Sandro Vogelman, y Diego Briata- van y vienen, se juntan a tomar café, a intercambiar ideas o proyectos, a ver cortos y largometrajes; los estudiantes y el público en general se suma a las propuestas.

El martes, a las 19, se realizó la apertura del encuentro, en el auditorio Dr. Tilo Rajneri, repleto de estudiantes de la Licenciatura de Artes Audiovisuales del IUPA, que además de público son partícipes de muchas de las producciones, algunos como colaboradores, y otros porque han presentado sus cortos en las categorías de competencia que hay este año. Hay además, 60 estudiantes que participan en las tareas de asistencia en sala, proyección en cabina, prensa, entrevistas en el set y edición de los resúmenes diarios.

El encargado de dar la bienvenida a todos, el martes, fue Lisandro Martínez, director del Departamento de Artes Audiovisuales, que no sólo repasó en números cómo creció la cantidad de alumnos que se acercan a estudiar la licenciatura en Artes Audiovisuales, sino que además destacó la importancia de contar aquí, en la región, con un lugar para hacerlo, en forma gratuita, con becas de residencia, comedor universitario y equipos disponibles. Fue, tal como vienen haciendo los hacedores del cine, no sólo una defensa del quehacer cinematógrafico, sino también de la educación pública y gratuita. Algo que cosechó aplausos de todos los asistentes.

«El festival sirve para reafirmar lo que venimos viendo al analizar la matrícula que no para de crecer, que cada vez mas chicos y chicas se interesan por aprender Artes Audiovisuales, fenómeno seguramente generado por una realidad relacionada al consumo audiovisual en dispositivos móviles, pero también por la transmisión de boca en boca desde quienes vienen a estudiar a IUPA que viven una experiencia muy satisfactoria en un lugar que los recibe amorosamente, que les ofrece condiciones únicas y que tiene la maravilla de la sinergia entre quienes estudian las distintas disciplinas artísticas, lo que genera un clima constante de creatividad y alegría», agregó Martínez.

Fue también una ceremonia emotiva por otras razones. Por un lado, porque esta edición del Patagonia cine está dedicado a la memoria de Cacho Lovello, el músico roquense que murió en agosto de este año. En la pantalla se vio un corto sobre su pasión por Maruchito, y sobre aquella vez que pedaleó 200 kilómetros para llegar hasta donde está el santuario. En su homenaje, el festival hizo remeras con una caricatura de Lovello.

Por otro lado, fue emotiva porque la organización le entregó un reconocimiento especial a Mario Bravo, docente del IUPA, por su trayectoria y su aporte a los medios de comunicación, la cultura y la educación de la región.

Emocionado, Mario Bravo recibió el reconocimiento en la apertura del Festival, el martes.

«Mario hizo mucho por la cultura, por la educación. Es el tipo que puso la primera FM en la ciudad, el que dictó el primer taller de cine y que llegó a hacer largometrajes a pulmón, con estudiantes de cine, que trabajó más de 30 años en canal 10. Es una persona muy generosa, que enseña con generosidad y con la humildad de escuchar siempre. Le gusta enseñar y tiene un amor por el cine impresionante. Mario cree en el cine como herramienta de transformación, cree en el cine como herramienta de transmisión, para mejorar la sociedad y la humanidad», dice Ezequiel Epifanio, que acompañó a Mario hasta el escenario.

«Estamos muy contentos. Vemos que el festival crece año a año y la concurrencia es mayor. Antes veíamos salas llenas con las proyecciones de gente como Pino Solanas y ahora vemos salas llenas con cine regional y eso es algo que nos pone muy contentos . Después, se mantiene la intención de acercar la experiencia de quienes llegaron a concretar películas y transmitirla y contarla al público de la ciudad, de la región y de los que estudian las carreras artísticas. Para que vean que, en realidad, con trabajo y perseverancia, se puede estrenar una película. Y además, traer obras y mostrar películas y cortos que de otra manera no llegarían acá, a las plataformas o salas comerciales. Esos objetivos se cumplen, y estamos felices con eso», analizó Epifanio sobre la movida que se desarrolla hasta el jueves a la noche en las instalaciones de Fundación Cultural patagonia y del Iupa, en la calle Rivadavia 2236.

El primer día se proyectó la película «La fieras», del roquense Juan Flores que a sala llena estrenó su largometraje filmado en la localidad. Mucha gente quedó afuera en esa primera jornada. Algo parecido ocurrió el martes, cuando, tras la apertura, se proyectó «Control remoto», de Néstor Ruggeri y Luis Correa, una historia ambientada en Sierra Paileman durante el Mundial de Qatar y mientras los habitantes del paraje vivían con preocupación el posible cierre de la única escuela. Y ocurrió por las tardes, con las proyecciones de «Estepa», del barilochense Mariano Benito, o del documental «Amigo que ayuda», de Sandro Vogelmann, o de !»Viedma, la capital que no fue», de Jorge Colás.

Son temas que hablan de la realidad local, de antes, de ahora. Y cada una a su manera, permite sacar la mirada obsesiva sobre lo estrictamente actual para conocer otras situaciones, otras preocupaciones, otras alegrías, otros mundos y a través del cine, como quiere Mario Bravo, conseguir una transformación en algo mejor.

Hay dos competencias de cortometrajes:
Categoría libre: Se presentaron 49 cortos a la convocatoria. Se seleccionaron 10. La categoría está abierta para todo el país y el extranjero. Este año se postularon cortos de España, y 1 fue seleccionado para la competencia oficial.
Jurado oficial: Ana García Blaya, Jorge Leandro Colás y Néstor Ruggeri

Categoría Comunidad IUPA: Se presentaron 22 cortos en la convocatoria y se seleccionaron 9.

El jueves, el jurado dará a conocer a los ganadores.


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