Les Luthiers en Neuquén con «Más tropiezos que Mastropiero»: entrevista sobre la despedida definitiva

Les Luthiers se despide de los escenarioscon el aclamado espectáculo “Más Tropiezos de Mastropiero”. Se presentará el 13 de octubre en el estadio Ruca Che. En un diálogo con Río Negro, Carlos López Puccio habla del show que pone fin a 55 años de trayectoria y de su vida como un luthier.

Johann Sebastian Mastropiero, se supone, nació un 7 de septiembre, pero no se sabe (ni se supone) de qué año. Si se sabe que un antepasado inmediato, Freddy Mastropiero, nació en 1961. Su mentor: Marcos Mundstock.  Al tiempo, y como resultado de una extraña fusión con Johann Sebastian Bach, habría surgido el tal Johann Sebastian Mastropiero.  Su debut se remonta a la obra “¿Música? Sí, claro”, estrenada en el Teatro de Artes y Ciencias el 17 de mayo de 1967, del conjunto I Musicisti .  

Tres días antes del cumpleaños de Johann Sebastián Mastropiero, Gerardo Masana, tras su salida de I Musicisti, creó Les Luthiers. En este caso sí sabemos el año: 1967. Estos luthiers tan particulares se completaban entonces con Jorge Maronna, Daniel Rabonovich y el ya mencionado Marcos Mundstock, todos ellos ex I Musicisti como Masana. ¿Era Johann  Sebastian Mastropiero el “quinto luthier”? En 1969 se les unió Carlos Núñez Cortés. ¿Era Johann Sebastian Mastropiero entonces “el ¿sexto luthier”? Qué decir cuando en 1971 se sumaron Carlos López Puccio y Ernesto Acher: que Mastropiero seguía allí.  

A partir del estreno recibimos con mucha alegría las buenas devoluciones. Fue entonces, sólo entonces, cuando con Jorge (Maronna) llegamos a la decisión.

Nos dijimos: qué bueno es poder retirarnos con la alegría de un éxito en lugar de languidecer gradualmente con la mera evocación del pasado».   

Carlos López Puccio

En 1968, apareció por primera vez en el programa televisivo “Todos somos mala gente” y en 1970, por primera vez como cabecera de un sketch en la obra “Querida Condesa: carta de Johann Sebastian Mastropiero a la condesa de Shortshot”. Su (omni)presencia luthier trascendió definitivamente en 1977 cuando, por fin, tuvo su propio espectáculo: “Mastropiero que nunca”. En 2005, Les Luthiers volvió a homenajearlo con el espectáculo “Los Premios Mastropiero y en 2022, Jorge Maronna y Carlos López Puccio, decidieron convocarlo para la despedida definitiva, no de Mastropiero (quién sabe qué es y qué será de su vida), sino de los mismísimos Les Luthiers para el espectáculo final “Más tropiezos de Mastropiero”  

«Más tropiezos que Mastropiero», la obra con la que Les Luthiers se despide de los escenarios. (Foto: Andrés Macera)

“Más que una convocatoria fue una ‘evocatoria’, un repaso evocador de su historia y una exaltación de su calidad artística”, aclara López Puccio, entrevistado por Diario RÍO NEGRO. “¿Cómo no iba a estar presente Mastropiero en este espectáculo tan significativo? Ha sido siempre nuestro modelo, nuestro numen inspirador, nuestro maestro: con él aprendimos todo lo que no se debe hacer”.  

Les Luthiers, aquella sorprendente, original y muy creativa propuesta que combinaba ingeniosos textos humorísticos llevados a escena por un grupo de estudiantes universitarios y música interpretada con instrumentos hechos de materiales y objetos de la vida cotidiana se despide definitivamente, luego de 55 años de exitosa trayectoria. La formación actual que componen, desde 2019, los “originales” Maronna y López Puccio, junto a Horacio “Tato” Turano, Martín O’Connor, Tomás Mayer Wolf y Roberto Antier, último en ingresar tras la muerte de Mundstock en abril de 2020 es la encargada de cerrar esta maravillosa historia con un espectáculo que está a la altura de sus antecesores.  

«Más tropiezos que Mastropiero», la obra con la que Les Luthiers se despide de los escenarios. (Foto: Andrés Macera)

Les Luthiers se presentará en Neuquén el viernes 13 de octubre, a las 21, en el estadio Ruca Che. Carlos López Puccio (Rosario, 1946), director de orquesta y coros, multiinstrumentista y lúcido humorista a partir de su ingreso a Les Luthiers, del que es miembro estable desde 1971, dialogó con Río Negro sobre la despedida del grupo, contó detalles del espectáculo y se refirió al estilo que los caracterizó.   

P: ¿Cuándo decidieron que ya era el momento de despedir Les Luthiers y qué fue lo los decidió a hacerlo?  

R: Se suele decir que la edad, el paso del tiempo, confieren experiencia y sabiduría. Un aspecto de esa sabiduría es entender cuándo es el momento de terminar. El éxito de Mas tropiezos de Mastropiero, que escribimos conjuntamente Jorge Maronna y yo a lo largo de tres años y medio, fue sorprendente aun para nosotros. Antes de su estreno sufrimos mucho la carga de estar osando crear un espectáculo nuevo de Les luthiers sin el concurso de nuestros viejos compañeros, en especial de Marcos, junto con quien a lo largo de muchos años constituimos el motor creativo del grupo. Pero a partir del estreno recibimos con mucha alegría las buenas devoluciones, tanto de la crítica como del público. Fue entonces, sólo entonces, cuando con Jorge llegamos a la decisión. Nos dijimos: qué bueno es poder retirarnos con la alegría de un éxito en lugar de languidecer gradualmente con la mera evocación del pasado.   

«Más tropiezos que Mastropiero», la obra con la que Les Luthiers se despide de los escenarios. (Foto: Andrés Macera)

P: ¿Cómo es el espectáculo “Más tropiezos de Mastropiero?   

R: Es un espectáculo muy bueno, enormemente divertido. Tal vez sea el más reidero de todos los espectáculos de Les Luthiers (claro que esto es discutible y habrá opiniones diversas). Pero, además, el hilo conductor es una supuesta entrevista a Mastropiero quien, por primera vez, aparece encarnado en escena como eje de la narración. Porque, más allá del modelo clásico de collage de nuestros espectáculos, en este hay una narración; leve, velada, pero significativa: a lo largo de las dos horas que dura, se van revelando facetas desconocidas del compositor (y obras) que concluyen en un final inesperado. Así, el espectáculo se convierte en una suerte de homenaje al gran maestro. Y un poquito a nosotros mismos.   

«Me hace reír el humor que no se basa en reforzar un remate débil con una mala palabra fuerte. Me hace reír el humor que genera ideas, que estimula el pensamiento».   

Carlos López Puccio.

P: ¿Cómo surgían los textos, cómo era ese trabajo creativo hasta llegar a lo que luego el público disfrutaba en escena?   

R: Durante décadas los textos y las ideas iniciales las aportábamos Marcos, Jorge y yo. Luego, los textos a musicalizar pasaban a los compositores: Carlos Núñez (que se jubiló en 2017), Jorge, Ernesto Acher (mientras estuvo en el grupo) y yo. Luego llegaba el momento de ensayar y probar lo escrito. En estas dos instancias empezaba un momento fundamental en el cual los aportes de todos eran bienvenidos, en particular de Daniel Rabinovich, a quien el público estimulaba sobremanera y que disfrutaba mucho agregando cosas en cada función.   

«Más tropiezos que Mastropiero», la obra con la que Les Luthiers se despide de los escenarios. (Foto: Andrés Macera)

P: ¿Cuál era el momento que usted más disfrutaba de los espectáculos?   

R: Nunca fui un gran protagonista en escena. El escenario de Les luthiers, sin duda, tuvo siempre a Marcos y a Daniel como los grandes actores. Mi mayor placer siempre estuvo en la escritura, el darle forma a lo inexistente, fabricar risas, tender esas sorpresas que desatan la carcajada.   

«El espectáculo se convierte en una suerte de homenaje al gran maestro. Y un poquito a nosotros mismos».

Carlos López Puccio.

P: ¿Cuál cree que fue el (o los) gran hit de Les Luthiers, el espectáculo que más los identificó?   

R: Elijo “Mastropiero que nunca”, de 1977. No creo que haya sido el mejor, pero ese fue el espectáculo que definió gran parte del formato de todos los posteriores. Allí, por primera vez utilizamos elementos decididamente teatrales (por ejemplo: pusimos luz teatral, algo que antes del estreno algunos amigos tomaron como una herejía) y en el que más conscientes fuimos del crecimiento exponencial de nuestro público. Por primera vez habíamos tomado un teatro grande en pleno centro de Buenos Aires (el Odeón que, lamentablemente, pocos años después fue demolido) y presentamos, con enorme incertidumbre, un repertorio totalmente nuevo. Lo que recuerdo de ese tiempo es la explosión, el aluvión de público que sucedió al estreno y que creció día a día. Tanto que al año siguiente nos mudamos al Coliseo, que doblaba en tamaño al Odeón.   

“Nunca fui un gran protagonista en escena. Mi mayor placer siempre estuvo en la escritura”, afirma López Puccio. (Foto: Andrés Macera)

P: ¿Se imaginaban tantos años de vigencia?   

R: De ninguna manera. Al principio no se trataba sino de la diversión de un grupo de jóvenes estudiantes. Fuente de placer que, muy paulatinamente se fue convirtiendo en fuente de ingresos. Nuestro crecimiento y permanencia, a medida que pasaba el tiempo, siempre nos sorprendió. A comienzos de los ‘70, éramos todos menores de 30, Daniel decía que no se imaginaba un “Les Luthiers” con integrantes de 40 años. Evidentemente se equivocaba.   

P: ¿Y cuál cree que fue la clave para semejante vigencia?   

R: Que ofrecimos una mercancía escasa y por tanto muy valorada por quienes serían nuestro público: humor muy fuerte, muy eficaz, que siempre escapó a lo ramplón, a lo burdo, a la grosería; además, a que desde el origen nos obligamos a que estuviera construido con elegancia y buena estructura, y siempre incluyendo a la música, muy bien hecha, como elemento propio de la acción dramática (no es música de fondo). Estos elementos, junto a los instrumentos informales, se sumaron para definir el estilo y el producto Les Luthiers.   

A comienzos de los ‘70, éramos todos menores de 30, Daniel (Rabinovich) decía que no se imaginaba un “Les Luthiers” con integrantes de 40 años. Evidentemente se equivocaba».

Carlos López Puccio.

Otro ingrediente importante de la prolongada vigencia es que nuestro humor, dentro de estas normas de calidad, siempre fue multicapa. Se desarrolla simultáneamente en niveles diferentes, no está dirigido a una determinada edad ni a una franja de cierto nivel cultural, sino que hay un poco para cada uno, y basándonos no en lo circunstancial, en la noticia o la cara del día, sino en rasgos permanentes del ser humano. Los formatos van desde la payasada ingenua hasta el guiño más refinado, a veces oculto, sobre la cultura y los estereotipos culturales y sociales. Cada espectador disfruta más con la parte que mejor lo toca, pero todos se divierten. Esto ha ampliado nuestra base de audiencia y -lo decimos con orgullo- ha permitido que nuestros espectáculos puedan ser disfrutados por los padres y los hijos sin por ello ser ñoños.   

«Más tropiezos que Mastropiero», la obra con la que Les Luthiers se despide de los escenarios. (Foto: Andrés Macera)

P: Les Luthiers se mantuvo vigente por más de 50 años y a lo largo de ese tiempo tuvo lógicamente diversas modificaciones, ¿alguna vez pensaron que el grupo podía terminar con alguna de ellas o por otras circunstancias?   

R: Tuvimos algunos momentos de crisis casi devastadoras, pero fueron muy pocos si se tiene en cuenta que trabajamos más de cinco décadas. Te cuento una que, yo diría, fue fundacional: en 1973, con la muerte de Gerardo Masana, el fundador, tuvimos un sacudón afectivo y laboral obviamente muy grande: era la pérdida del padre. Y ante los enormes cambios de dinámica interna que necesariamente aparecieron, atinamos a emprender un trabajo terapéutico, autoprotector, con un excelente psicoanalista especializado en dinámica de grupos de trabajo. Esa “terapia”, aunque fue una empresa dura, la continuamos a lo largo de muchos años y nos ayudó a superar tanto aquella como otras grandes y pequeñas crisis que aparecerían en los años siguientes.   

P: ¿Qué es el humor para Les Luthiers?    

R: Tengo una deformación histórica, me hace reír todo humor bien construido, con recursos nobles, con inteligencia. Además: sin malas palabras, sin violencia, sin agresión. sin burlas a terceros. Y más ademases: sin complicidades demasiado locales o circunstanciales y sin reírse a costa de otro. Digamos: el humor sin bullying. Siempre ese humor en el que el remate revela de pronto una realidad escondida, o que cambia el sentido de lo entendido hasta ese momento.   

Me hace reír el humor que no se basa en reforzar un remate débil con una mala palabra fuerte. Me hace reír el humor que genera ideas, que estimula el pensamiento.   

Tal vez por esto, el único humor satírico que me hace reír es el buen humor político, algo que casi desapareció desde que nos dejó Tato Bores (tal vez cierta parte de su lugar hoy podría estarla ocupando Ariel Tarico, tipo muy talentoso).   

«Más tropiezos que Mastropiero», la obra con la que Les Luthiers se despide de los escenarios. (Foto: Andrés Macera)

P: ¿Cómo imagina su día después del último show de Les Luthiers?   

R: Será un día en el que se mezclarán tristeza, alegría y cierto estupor: hace demasiado tiempo que no paso un día sin, en algún momento, pensar en o para Les Luthiers. Pero no voy a deprimirme, he llegado a una edad en la cual más que hundirme en la desazón ante el futuro o barajar sueños irrealizables, puedo disfrutar del orgullo por lo hecho en el pasado. Además, tengo una deuda: me espera una pila de libros que debí haber leído.    


Las entradas, a la venta en Flipper, boleterías del Complejo Cultural Cipolletti y de Casino Magic y, por sistema, a través de entradauno.com.


Johann Sebastian Mastropiero, se supone, nació un 7 de septiembre, pero no se sabe (ni se supone) de qué año. Si se sabe que un antepasado inmediato, Freddy Mastropiero, nació en 1961. Su mentor: Marcos Mundstock.  Al tiempo, y como resultado de una extraña fusión con Johann Sebastian Bach, habría surgido el tal Johann Sebastian Mastropiero.  Su debut se remonta a la obra “¿Música? Sí, claro”, estrenada en el Teatro de Artes y Ciencias el 17 de mayo de 1967, del conjunto I Musicisti .  

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