Premios Oscars: la sobrevalorada «Todo en todas partes al mismo tiempo» es la favorita

El filme independiente que se metió en los Oscars con 11 nominaciones. Una comedia con metaverso y gags que la mayoría de las veces no funcionan.

A juzgar por la cantidad de premios que vienen acumulando en esta temporada que está a punto de llegar a su clímax con los Oscars (que será el próximo domingo 12 de marzo), “Todo en todas partes al mismo tiempo” es la película que hay que ver.


Dirigida por un dúo que se hace llamar Los Daniels (Daniel Kwan y Daniel Scheinert, ambos de 36 años), el filme se ha impuesto ante “Los Fabelmans” de Steven Spielberg, y ante “Los espíritus de la isla” , de Martin McDonagh, por citas apenas dos ejemplos en esta temporada alta de premios. Es la película independiente que todos aplauden y llenan de galardones.

En las redes sociales, el filme estuvo tan presente que, otra vez, no verlo parecía la peor de las pesadillas posibles, el motivo para quedar afuera de todas las conversaciones. Pero suele ocurrir: que sea tendencia en las redes no significa que sea una obra maestra, que esté desproporcionadamente inflada no significa que tenga algo en su interior, y mucho menos que sea imperdible.


Explicar la película puede ser casi tan difícil como intentar comprenderla del todo. Pero es algo así: Evelyn Wang (Michelle Yeoh), parte de una familia de inmigrantes chinos, dueña de una caótica lavandería y completamente sobrepasada por su familia (su marido, que le quiere pedir el divorcio; un padre despótico y semi inválido y su hija Joy, que trata de que ella y su pareja lesbiana sean aceptadas,) descubre en una oficina de impuestos que es la encargada de salvar el mundo gracias a su poder para dar equilibrio a los diversos universos.


Dividida en un prólogo realista y luego en tres mini películas tituladas Todo, En todas Partes, y Al mismo tiempo, el filme habla del famoso y ya algo remanido Multiverso.
¿Una Doctor Strange femenina? Ni de cerca. ¿Una Matrix? un poco lejos, pero quizás, en tono de comedia surrealista, con gags que muchas veces no funcionan para nada y tan sobrecargada que la mayoría de las veces resulta poco menos que empalagosa en sus más de dos horas de duración.


Todo en todas partes al mismo tiempo: a velocidad de vértigo



La película es larga y a la vez ocurre a velocidad de vértigo, así que es verdad que la mejor opción es entregarse, como cuando uno se sube poco convencido a una montaña rusa y una vez arriba no queda más remedio que soportar lo mejor posible todo ese viaje y las sensaciones de mareo o nauseas.


Porque si algo hacen los Daniels, es saltar de un multiverso al otro en una carrera de velocidad. Y sin saber si es homenaje o simple rejunte, se pasean por todos los géneros del cine: musical, artes marciales, ciencia ficción, comedia fantástica. Ahí están sus honores a “Kill Bill”, a “El tigre y el dragón”, “Matrix”, “Terminator”, y hasta “2001, odisea del espacio”. Pero es todo tan confuso y caótico que difícilmente esa pueda ser una razón para ver el filme. Mejor, mucho mejor, ver de nuevo los originales.
Lo que quizás si hay que reconocerle es que es original, y tiene algunos pocos toques de ternura, además de la presencia de la siempre querible Jamie Lee Curtis en un personaje que la deja bastante irreconocible, y de la protagonista, la malayo-china Michelle Yeoh que con sus 60 años da pruebas de manejarse muy bien en todos los universos y tópicos que proponen los Daniels.


La película fue filmada en tan solo 38 días entre enero y marzo de 2020, justo antes de la pandemia que nos encerró a todos y costó poco más de 14 millones de dólares.


El chiste, entre la gente que formó parte del filme es que ese presupuesto apenas alcanza para el catering de “Doctor Strange”, como una muestra del desprecio que sienten por las películas de Marvel.
En sus costos reside parte de su encanto y sorpresa: “Todo en todas partes al mismo tiempo”, ha logrado ser la película más nominada a los Oscar (aspira a 11 galardones), y lleva recaudado más de 104 millones de dólares en todo el mundo.


Que los números -los de la cantidad de menciones en las redes y la fabulosa recaudación en relación a sus costos-, sea la explicación de su éxito parece una razón pobre. Pero suele ocurrir cuando algo se infla en todas partes y al mismo tiempo.


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