«Hay que leer esto como violencia institucional»: análisis de las críticas de Milei a Lali Espósito

Javier Milei ocupó minutos de Tv y radio a embestir contra la artista y cuestionar los fondos que se destinan a la realización de shows. El sociólogo Pablo Alabarces analiza el fenómeno detrás de los insultos.

“Todos los artistas que estuvieron ahí, digamos, por ejemplo, Lali depósito”, dice el Presidente de la Nación en una entrevista a La Nación +, enfrente Esteban Trebucq, Pablo Rossi y Luis Majul de traje y corbata lo miran atentos. “¿Cómo?” pregunta Trebucq, “Lali depósito” responde Milei. Los tres callan, prestan atención. ¿Lo punzan? ¿Indagan un poco más? ¿Le marcan el insulto que acaba de decir? “¿Depósito?” insiste Trebubcq, “ahh depósito”, remarca, “¿no te gustó lo que dijo?” subraya, “cobró la del Estado”, responde Milei.

El Presidente de la Nación eligió sus palabras, le cambió el apellido a Lali Espósito. Lo hizo de manera irónica, para construir una imagen ¿estigmatizante? de la cantante. La acusó de cobrar “de varios gobiernos” y hasta aseguró que esos gastos se financiaban con “el IVA que le saca el alimento a los chicos pobres del Chaco”.

En una entrevista en Radio La Red Milei insistió. Le habló directamente a ella: “¿Quién empezó con esto? ¿Empecé yo? Ella empezó. Si te gusta el durazno, bancate la pelusa. ¿Querés hacerte el guapo? Bancate que yo te responda”.

Milei no eligió enfrentarse a Lali Espósito al azar. Ella es mujer, joven, reconocida artista pop y crítica del gobierno: en redes sociales ya había manifestado su preocupación por el posible triunfo de Milei en las PASO. “Qué peligroso. Qué triste”, publicó en su cuenta de exTwitter. Y en Cosquín Rock, el fin de semana pasado, sobre el escenario Lali decidió contestar a las críticas que recibía en redes sociales. Cambió la letra de su canción ¿Quiénes son? y sumó: “que si fumo, que si bebo, que si vivo del Estado”.

Pero, ¿qué hay detrás de estos insultos? “Hay varias capas de análisis”, arranca Pablo Alabarces, magister en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural, “primero hay que leer esto como violencia institucional. No es un candidato el que habla, no es un showman, no es un panelista, no es Yanina Latorre, es el Presidente de la Nación”.

“Lo que pasa -continúa Alabarces- es que no soporta criticas. Tiene una intolerancia brutal. Porque para él, quien lo critica está equivocado, es malvado, actúa por intereses, es corrupto, o vendió su alma al diablo”.

Los mensajes de apoyo a Lali Espósito de artistas y personalidades reconocidas no tardaron en llegar. En redes sociales se expresaron: Ricardo Mollo, Martín Lousteau, Pablo Moyano, Daniel Grinbank, Guillermo Moreno, Jorge Rial, Abel Pintos, el colectivo Actrices Argentinas, Pablo Moyano y hasta la diputada exaliada del gobierno nacional Carolina Píparo, entre otros.

“Hay además -continúa Alabarces- la pretensión de que los artistas viven del aire. Y en realidad lo que hacen es vender una mercancía que es su producción artística en las mejores condiciones posibles” y se pregunta, “¿Por qué Lali cobra un caché tan alto?” y contesta: “como le gustaría decir a Milei, porque las reglas del mercado así lo ponen. Es una mercancía valiosa”.

“¿Quién le paga ese caché?” se pregunta también Alabarces. “En Córdoba le pagó una empresa privada, pero en La Rioja la pagó el Estado, ¿está mal? El trabajo artístico debe ser trabajo remunerado”. Y Alabarces refuerza su idea: “Milei hace mal las cuentas”. Y explica: “el Estado le deja de cobrar un impuesto al empresario que hace el Cosquín Rock, y a cambio le entra mucha más guita por el gasto que produce el público en el evento: más consumo, más afluencia turística, más ocupación de plazas hoteleras. En definitiva, una cuenta que al Estado de la provincia le conviene”.

Pero hay una capa más de análisis que suma el sociólogo y docente de la UBA: las políticas públicas. ¿Por qué el Estado debe invertir en cultura? Alabarces no da rodeos: “es la obligación del Estado contribuir al bienestar público de una sociedad. Un Estado no democrático se limita a proteger las fronteras y simplemente establecer la seguridad, evitar que la gente se mate entre sí. Pero, un Estado democrático tiene como misión promover el bienestar social. Y eso significa tender a disminuir las desigualdades y las diferencias”. Ahí es donde entran las políticas públicas en esta explicación: ¿qué especificidad tienen las destinadas a la cultura? Alabarces redondea la idea: “tienen el mismo sentido: distribuir los bienes culturales de una manera más democrática. El goce cultural, según Naciones Unidas, es un derecho humano. Entonces, como Estado tenés que garantizar que todos los habitantes tengan la posibilidad de acceder a bienes culturales. ¿Cómo se hace? Se hace pagando orquestas, pagando bibliotecas, bancando museos, financiando recitales”.


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