Es posible controlar a las «chaquetas amarillas»
El INTA de Bariloche desarrolló un cebo que permite exterminar las colonias. Molestas al aire libre, estas avistas pueden picar a personas y a animales heridos.
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Mediante la colocación de cebos tóxicos y la destrucción puntual de sus nidos los expertos de la estación local del INTA han logrado reducir la abundancia de avispas chaqueta amarilla, especialmente molestas durante la temporada veraniega.
En base a las experiencias acumuladas por los científicos locales, que demostraron que la abundancia de avispas puede reducirse en un 80 por ciento, los procedimientos de control deben efectuarlos los propios vecinos, pero hay que aclarar que el problema se alivia solamente durante el verano en que se apliquen, y deberán repetirlo en cada temporada.
La inquietud que provocó la proliferación de «chaquetas amarillas» en ambientes urbanos durante los últimos años motivó que los científicos del INTA comenzaran a elaborar un proyecto de control de la plaga.
Finalmente, el equipo formado por Juan Corley, Paola D»Adamo, Mariana Lozada y Paula Sackmann, consiguió elaborar un cebo que el INTA vende en dosis experimentales a 3 pesos, y produce muy buenos resultados.
La población local y los turistas manifiestan su asombro y preocupación al verse acosados mientras desarrollan actividades al aire libre, y denuncian especialmente la predilección de las avispas por el asado, lo que le valió el mote de «abejas carnívoras».
Las consultas médicas referidas a la picadura de avispas se incrementaron también en los últimos tiempos, y aunque los investigadores reconocen que habrá que convivir con ellas, ya están en condiciones de limitar el desarrollo de sus colonias mediante métodos de control científico.
Estos voraces insectos, que se alimentan de frutas, néctar de flores y proteínas de origen animal, ingresaron al país en 1980 de manera accidental y hoy sus colonias se extienden desde San Juan y el sur de Buenos Aires hasta Santa Cruz, entre la cordillera y la costa.
La presencia de estas avispas ocasiona desde hace años un fuerte impacto en las plantaciones de fruta fina, en las colonias de abejas y en la apicultura, pese a que está poco desarrollada en la zona.
Los científicos desmienten la teoría de que estas avispas hayan sido importadas para combatir a los tábanos y a las tijeretas y aceptan que pueden picar a personas y animales -sobre todo en heridas expuestas- para proveerse de proteínas con las que alimentan a sus larvas, dado que las obreras no las pueden digerir.
Se supone que la especie es originaria de Europa -su nombre científico es vespula germanica-, de allí llegó a los Estados Unidos y en algún barco carguero desde San Francisco a Valparaíso.
El primer avistaje en Argentina se produjo en 1980 en Andacollo, situada a unos 60 kilómetros al oeste de Chos Malal y a 30 de la frontera con Chile, y sorprendió la velocidad con que se expandió por toda la región. Un año después se habían establecido desde Aluminé hasta Epuyén, invadiendo tres provincias.
El impacto mayor lo ocasionan en la apicultura, porque en otoño decrece la actividad de las abejas, en tanto que las avispas aceleran la suya. En ese tiempo alimentan a sus reinas antes de la hibernación y atacan las colmenas para matar las abejas y comerse la miel. La avispa no acumula alimentos. La obrera se alimenta y provee a sus reinas y zánganos, los que a veces regurgitan parte de las proteínas que sí pueden digerir. Abejas y tijeretas forman parte de la dieta de reinas y zánganos, y la fruta fina sufre también la depredación de las chaquetas amarillas, y los recolectores sus picaduras, siempre como respuesta a un estímulo o contacto.
«Cuando la densidad de chaquetas es muy grande dejan el carozo de cereza colgando del árbol», ejemplificó una experta, y también comentó sobre las graves consecuencias que puede acarrear un ataque masivo a un ser humano.
Los investigadores apuntan a conocer en profundidad al insecto y establecer un control a nivel regional, sin pensar por ahora en erradicarlo.
Cómo «tratar» los nidos
Los nidos subterráneos son más fáciles de eliminar, inundándolos con gasoil u otro combustible y tapando la entrada, pero los aéreos o los construidos dentro de una casa requieren mayores precauciones. Al inyectar un insecticida pueden buscar otras salidas e introducirse en la vivienda, por eso es más recomendable el cebo del INTA, usándolo correctamente.
En otoño, cuando el alimento natural escasea, las avispas se vuelven más molestas. A diferencia de las abejas, estas avispas que muerden y pican sobreviven a las picaduras, porque tienen aguijón liso. Para tranquilidad de los vecinos, los investigadores aseguran que las colonias mueren en invierno y sólo las reinas sobreviven. Al comienzo de la primavera siguiente comenzarán a formar las nuevas colonias y en ese momento deben tratar de localizar los nidos y destruirlos con combustible o veneno.
Características de la plaga
El aspecto de la chaqueta es similar al de la abeja y aunque su cuerpo es de color amarillo y negro usualmente se las confunde. Los nidos o colonias de hasta 4 mil individuos son construidos por una reina fundadora, fecundada en otoño que sobrevive al invierno bajo la corteza de un árbol u otro sitio protegido. Esos nidos, subterráneos o aéreos, son construidos en una pasta celulosa que las avispas elaboran con fibras vegetales. Los hacen en huecos o madrigueras ya construidos, o en paredes o altillos.
Las chaquetas amarillas se alimentan con carbohidratos, proteínas y agua. Los primeros los obtienen de mieladas y frutos maduros en descomposición, y las proteínas las incorporan al predar sobre invertebrados o restos, y atacando agresivamente colmenas de abejas y ganado doméstico que presente heridas. Sus hábitos necrófagos las hacen cohabitar con los humanos en áreas urbanas, alimentándose con desperdicios o comida desprotegida, y pueden llegar a morder a personas.
Los expertos señalan a la apicultura como la actividad más perjudicada por las chaquetas amarillas y en segundo lugar a la fruticultura, pero en Bariloche afectan de manera especial al turismo, porque constituyen una molestia para actividades al aire libre y pueden ocasionar serias picaduras, con graves consecuencias en personas alérgicas. En los asados al aire libre se aconseja prestar atención a lo que se lleva a la boca, porque suelen posarse sobre los alimentos y no se espantan con facilidad. El ganado resulta afectado por la plaga, dado que las chaquetas atacan a animales heridos, en el momento de la parición o durante el ordeñe.
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Mediante la colocación de cebos tóxicos y la destrucción puntual de sus nidos los expertos de la estación local del INTA han logrado reducir la abundancia de avispas chaqueta amarilla, especialmente molestas durante la temporada veraniega.
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