El Incaa después de Puenzo: tres miradas regionales sobre el conflicto en el cine argentino

El Incaa atraviesa una crisis que derivó en la salida de Luis Puenzo de la presidencia. Problemas de gestión, inacción y ausencia de políticas de fomento a las producciones federales.

El 24 de marzo de 1986, el cine argentino tocaba el cielo con las manos, si es que ese cielo es Hollywood: “La historia oficial” ganaba el Oscar a Mejor Película de Habla No Inglesa”. Su director era Luis Puenzo, por entonces de 40 años, quien tenía una sólida carrera en el ámbito de la publicidad. Su cinematografía incluyó otras tres películas: “Gringo viejo” (1989), Jane Fonda y Gregory Peck; “La Peste” (1991), con William Hurt y Robert Duvall; y “La puta y la ballena” (2003).


Puenzo no volvió a filmar, pero su voz siempre estuvo presente en el ámbito del cine. En 1994 participó activamente, junto a Pino Solanas, de la redacción de la Ley del Cine que reactivó la industria cinematográfica argentina y fue crítico de la gestión cultural macrista. Por eso, cuando en 2019 fue elegido por el presidente Alberto Fernández para presidir el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), contó con el apoyo de todo el ámbito cinematográfico del país.
Pero nada resultó como esperaban. El rechazo a su gestión fue en aumento al punto que el lunes pasado, frente a la sede del Incaa una multitudinaria protesta exigió su renuncia. Todo terminó de la peor manera tras la inexplicable represión de parte de la Policía de la Ciudad, que incluyó golpes y detenciones. A la noche del día siguiente, Alberto Fernández lo sacó del cargo que él mismo le había dado dos años antes. En lugar del director quedó, de manera interina, el productor Nicolás Batlle, hasta ese momento vice de Puenzo. El cambio se reflejó en una inmediata apertura al diálogo con todas partes.

Luis Puenzo y Alberto Fernández, en tiempos en que el presidente de la Nación designó al director en el Incaa.


¿Qué pasó para que aquel director que había conquistado Hollywood con una historia de apropiadores en tiempos dictadura haya defraudado de tal manera? RÍO NEGRO habló con tres realizadores locales para entender por qué pasó lo que pasó con Luis Puenzo y de qué manera afecta a la producción audiovisual de la región.
“Nos afecta en el sentido que no se llevaron a cabo las propuestas de la Asamblea Federal” afirma Martín Ferrari, actual director provincial de fomento de la industria del cine de la provincia de Neuquén y ex vicerrector de la de la sede neuquina de la Enerc, a la escuela de cine dependiente del Incaa.
La Asamblea Federal (AF) es una de las partes que cogobiernan el Incaa, junto con el Consejo Asesor y el propio presidente de la institución. La Asamblea Federal, conformada por todos los secretarios de cultura provinciales y de CABA, tiene como función principal proponer medidas de fomento que el presidente debe ejecutar. En 2020, la AF discutió y aprobó medidas de fomento que, en 2021, fueron desconocidas. “Nos sorprendió de tal manera que tuvimos que leerle la Ley de Cine a Puenzo”, remarca Ferrari poniendo énfasis en el incumplimiento incurrido por parte del propio Puenzo. Sin esas medidas, las producciones audiovisuales de las distintas regiones del país se quedaron sin apoyo alguno.
La realidad de lo que sucede en el Incaa se viene gestando desde hace un tiempo, desde el gobierno de Macri y luego, con la llegada de Puenzo a la presidencia lo que se esperaba era revertir algunas de esas cuestiones y no fue así”, afirma Romina Coronel, realizadora y docente radicada en Bariloche, quien a su vez preside la flamante Red Audiovisual Rionegrina.

Hacer cine en Río Negro: «Lleno de ruido y dolor», de Nacho Aguirre, hecha en su momento con el apoyo del Incaa


“Siguió vigente el plan de fomento anterior que a nosotros como región nos perjudicaba mucho porque habían impuesto para acceder a subsidios un sistema de puntajes y antecedentes muy difíciles. Como una rueda que giraba en falso porque no podíamos acceder a los subsidios para realizar las producciones y a su vez, al tener dificultades para producir, no podíamos generar esos antecedentes que necesitábamos para acceder a esos subsidios”.
Al igual que Ferrari, Coronel también señala cuestiones institucionales al señalar que el Consejo Asesor, integrado por miembros de la cultura y del ámbito audiovisual de todas las regiones del país, no estaba siendo convocado cuando tiene que serlo mensualmente. “Es una forma de no aceptar otras miradas, otras propuestas”, razona.
Para Lara Decuzzi, realizadora, productora y docente de la carrera de cine del IUPA, de Roca, la salida de Puenzo es la crónica de una muerte anunciada. “Tuvo un modo de conducción muy particular. No hubo diálogo con las otras partes del Incaa, con el Consejo Asesor y Asamblea Federal. El espíritu federal fue cero con Puenzo, sin apoyo a festivales bu estímulos a nuevas producciones”.
La gota que rebalsó este vaso fue, para Decuzzi, llevar el costo medio de producción de 25 millones de pesos a 96 millones. El costo medio es un valor que se actualizaba a mitad de cada año y que sirve de parámetro para calcular cuánto cuesta hacer una película en Argentina teniendo en cuenta las múltiples paritarias involucradas, de los técnicos, los actores, Argentores, Sadaic, etcétera.
Basados en todos estos factores el costo medio se va modificando. No se actualizó en 2020 ni en 2021, sí se actualizó en marzo de este año, pero hasta entonces se estuvieron haciendo películas con un costo medio muy desactualizado. La actualización a 96 millones es excesiva, sostienen, porque con semejante cifra de referencia sólo podrán filmar las grandes productoras. El CF proponía una indexación de entre 60 y 65 millones.
“Si las porciones con que se reparte la torta se agrandan, pero el tamaño de la torta sigue siendo la misma, entonces las porciones a repartir son muy pocas”, grafica Ferrari. Además, “hay que presentar avales por la mitad de esos 96 millones, ¿quién puede eso?”, se pregunta Decuzzi, para quien la desconexión de Puenzo con los realizadores federales fue total.
Sin embargo, el problema más urgente, coinciden todos, es el de la caducidad del fondo de fomento. Este fondo, establecido por la Ley de Cine, de 1994, es la principal fuente de financiamiento del INCAA. Se integra con un impuesto del 10% sobre el precio de las entradas de cine, el 10% del precio de venta de “videogramas grabados” (como DVD’s) y el 25% de la recaudación del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), a partir del impuesto a la facturación de los canales de TV y servicios de cable, por el uso del espacio radioeléctrico.

Una modificación tributaria que pone en peligro al Incaa


En 2017, el gobierno de Macri sancionó de la ley 27.432, que estableció reformas tributarias, entre las cuales le puso fecha de vencimiento al impuesto a las entradas al cine y al impuesto sobre los “videogramas grabados”, que alimentan el Fondo de Fomento. Y esa fecha es el 31 de diciembre de 2022. Esos recursos seguirán siendo recaudados, pero serán destinados al Tesoro Nacional para el uso discrecional de los gobiernos. Cabe aclarar que estos recursos no solo financian el Incaa, sino también Instituto Nacional del Teatro, el Instituto Nacional de la Música y las bibliotecas populares. Por lo que, de caerse el Fondo de Fomento tal como funciona hasta ahora, quedará sin financiación buen parte de la cultura del país.
Al tratarse de una ley, la solución está en manos del Congreso de la Nación y son los tiempos parlamentarios los que apuran. A la fecha existe un proyecto del diputado Pablo Carro (Frente de Todos-Córdoba) cuyo único artículo propone extender 50 años más (hasta el 31 de diciembre de 2072) el Fondo de Fomento. Este proyecto cuenta con el apoyo de Nación y los distintos sectores de la cultura están trabajando para ampliar ese apoyo en el ámbito parlamentario.


“El cine es un reflejo de las identidades de cada lugar, no es lo mismo el cine de una región que de otra . Es muy importante sostener la producción audiovisual de cada provincia”, afirma Ferrari. “Hay que hacer todos los cines, a ‘Granizo’ la vieron 38 millones de personas y está buenísimo eso. Pero también está buenísimo que podamos hacer cine regional”.
¿Por qué la gestión de Puenzo decepcionó a tal punto de ser removido del Incaa? Para Coronel, “cuando asumió lo que esperábamos era que se modificaran las políticas regresivas anteriores. Por qué no lo hizo no lo sé. Pero creo que más que con qué tipo de director es o qué películas hizo, tiene que ver con tener una mirada sobre el cine independiente, sobre la producción audiovisual, sobre la representatividad y sobre el fomento. De lo que se trata es de separar al Puenzo cineasta del Puenzo funcionario o gestor cultural”,
Para Coronel, se necesita una mirada más federal que priorice un plan de fomento que refleje la producción de las regiones y de las provincias. “Un plan de fomento es un plan de trabajo que se lanza al inició de cada gestión Puenzo asumió en 2019 y aún o hay un plan de fomento, abril de 2022”.


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