Por momentos o todo el tiempo: las ceremonias al hacer y tomar café

El café es un mundo repleto de aromas y sabores y ceremonias. Bendito aquel pastor—cuenta la historia—de Etiopía que se dio cuenta del animado comportamiento de sus cabras que comían el fruto rojo del cafeto.

Conozco a muchas personas que no les gusta el café y las miro cual fanático religioso mira a los herejes que no conocen el paraíso. El café es un mundo repleto de aromas y sabores y ceremonias. Bendito aquel pastor—cuenta la historia—de Etiopía que se dio cuenta del animado comportamiento de sus cabras que comían el fruto rojo del cafeto. Los esclavos africanos también saboreaban estos granos. Los árabes lograron llevarse semillas y cultivaron café a partir del siglo XV; fueron ellos los que por primera vez tostaron los granos, los molieron y los hirvieron en agua, dando así origen a la bebida que todos conocemos. Los holandeses lo llevaron a Asia, primero a la India y luego a Indonesia; y en el siglo XVIII trajeron cafetos a América Central y del Sur. Al parecer, los comerciantes venecianos lo introdujeron en Europa en 1615, y fue en Venecia donde se abrió el primer establecimiento para tomar café en 1683.
Dejemos la historia y vamos a nuestras experiencias. Y te aclaro, soy un purista; nada de andar con un vaso descartable tomando café por la calle. El café necesita su ceremonia, además el vaso plástico o de tergopol mancilla su gusto, por eso no voy jamás a los locales de la cadena estadounidense de café. Está hecha para inexpertos y de paladar grueso; además el café que sirven (por eso no importa el continente) es verdaderamente horrible.
¿A qué hora del día te apetece más un café? ¿O te da lo mismo cualquier momento o lo tomás todo el tiempo? En mi caso, es sinónimo de la mañana, raramente en la noche y nunca en la tarde. La casa es otra cuando por las mañanas el aroma del café invade todos sus recintos y predispone a empezar mejor la jornada. No importa si el café es de filtro o expreso, importa su gusto y su perfume que nos anclan en la rutina diaria. En la noche, un pequeño café es sinónimo de sosiego, de quietud y reflexión sobre las vicisitudes del día, también a veces, es compartir con gente amiga la sobremesa.
Imagino que si leíste hasta acá no tomarás el café en saquitos, imagino…


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