Estados Unidos ejerce una fuerte presión en la región

El golpe terrorista que sufrió Estados Unidos el 11 de setiembre no dejó de sentirse en la Triple Frontera.

La presión de la administración Bush sobre el gobierno de Cardoso determinó la apertura de oficinas tanto del FBI como de la CIA en San Pablo para analizar «in situ» los movimientos de la comunidad árabe en el vecino país, que alcanza, según estimaciones oficiales, cerca de medio millón de personas.

Pero la mirada de los servicios de inteligencia norteamericanos e israelíes está puesta, principalmente, en la Triple Frontera.

Brasil, se defiende. «Nuestro servicio de inteligencia no detectó nada en concreto que nos lleve a suponer la existencia de focos terroristas en nuestras tierras. Obviamente que la Triple Frontera nos preocupa porque es una región donde hay mucho contrabando», se lee en la tapa de un diario regional con fecha noviembre del 2001.

Según Cardoso, la presencia de árabes en esta zona es importante pero «muchos de ellos ya son ciudadanos brasileños con los mismos sentimientos que nosotros, que somos un país plural, cultural y racialmente, donde se convive con tolerancia».

La posición del Brasil frente a este tema llevó a Estados Unidos a presentar severas quejas por la falta de colaboración del gobierno. Oportunamente Bush envió un pedido de informes sobre 450 empresarios sirio-libaneses que trabajan en el Brasil, pero ese informe nunca fue contestado por la inteligencia brasileña.

Paraguay tiene otra posición. Ciudad del Este todos los días está siendo «rastrillada» para ubicar a presuntos terroristas islámicos entre las miles y miles de tiendas de ventas existentes en esta ciudad.

Conforme a información reservada conseguida por este diario, en esta «Meca» del contrabando hay en la actualidad 70 cuentas bancarias árabes, en los 25 bancos oficiales existentes en esa localidad, de las cuales unas 45 están siendo investigadas por la Policía del Paraguay.

El titular de la Secretaría de Lavado de Dinero de este país (Sepralad), César Arge, señaló que anualmente existen entre 6.000 y 8.000 millones de dólares que fluyen de manera irregular en la región.

«En una zona como es la Triple Frontera hay de todo: mafia china, comunidades árabes fuera de control… en fin, no tenemos indicios ciertos de que todo el dinero que se lava se destine a financiar grupos terroristas en el exterior, pero está claro que tampoco podemos aseverar los contrario», aseguró el funcionario, cuyas oficinas se encuentran en el centro de Ciudad del Este.

En los dos meses últimos cerca de 70 comerciantes árabes de distinto origen fueron capturados e interrogados por la Policía paraguaya a pedido de Estados Unidos. Todos hoy están libres ya que la Justicia no pudo vincular sus actividades con presuntos actos terroristas.

Algo más prudente se mostró el editor del diario «La Vanguardia» de esta ciudad, Héctor Guerín, al señalar que «aquí se puede decir que existe contrabando, que el tráfico de armas está a la orden del día, que las 4×4 que circulan por esta ciudad son la mayoría robadas de la Argentina, que ésta es una zona obligada para el paso de gran parte de la droga que va para el sur… pero de ahí a que aquí se adiestren grupos terroristas hay un paso importante».

Sin embargo, en una ciudad donde el contrabando de armas y el lavado de dinero trabajan para determinados objetivos, el sentido común deja poco margen para calificarla como una zona de alto riesgo. Este mismo concepto es el que tienen las autoridades norteamericanas y de ahí la ofensiva desplegada sobre la región.


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