Estados Unidos inicia una campaña para ahorrar energía

Actualizado a las 12:50

Por Christiane Oelrich, (dpa) – Un presidente de Estados Unidos vestido con una chaqueta de punto gris sentado frente a la chimenea y que, con gesto serio, se dirige a los ciudadanos por televisión instándoles a ahorrar energía. Era Jimmy Carter hace casi 30 años, en una puesta en escena que es contemplada incluso hoy en día con condescendencia por los conservadores. Pero tras años de desenfrenado consumo, el nuevo mandatario, el republicano George W. Bush, ha iniciado también el rumbo del ahorro energético.

Aunque prefiere dejar el mensaje de ahorro a una pandilla de cerdos. «Boss Hogg» y su pelo cortado al cepillo, «Mork Pork» con un piercing en la nariz y otro en la oreja y otros seis cerdos compinches se encargan desde este lunes de animar a los estadounidenses a ahorrar energía. Los spots se emiten tanto en radio como por televisión. En uno de ellos, una familia de dibujos animados descubre en su casa a un malvado cerdo vestido con chaqueta de cuero que roba energía, y lo echa.

En la página web www.energyhog.org (hog significa cerdo) se puede jugar a la caza de los «cerdos derrochadores de energía». «¡Sustituir viejas bombillas por bombillas de bajo consumo ayuda a ahorrar energía!», es una de las enseñanzas, así como: «Al bañarse se derrocha agua caliente». Los huracanes «Katrina» y «Rita» han puesto de relieve el derroche de energía de Estados Unidos. En el Golfo de México sólo vuelve a extraerse alrededor del siete por ciento de petróleo. Una cuarta parte de las refinerías no funciona. Los precios de la gasolina han subido a una velocidad nunca antes vista por los estadounidenses. Para ellos, pagar 0,78 dólares por litro es algo inaudito. Y de cara al invierno (boreal) que se acerca los precios seguirán subiendo: se espera un incremento de 34 por ciento del aceite combustible, advierte el Departamento de Energía, la electricidad un 11 por ciento.

Al igual que Ronald Reagan en sus tiempos Bush, que viene del negocio del petróleo en Texas, solía presentar a Estados Unidos como el país de las posibilidades ilimitadas. En esta imagen resultaba incómodo hablar de escasez de petróleo o de ahorro energético. Su receta: extraer más crudo, por ejemplo en la zona protegida de Alaska, y construir más refinerías. En Estados Unidos vive menos del cinco por ciento de la población mundial, pero el país consumió en 2004 el 24,9 por ciento del petróleo de todo el planeta, según la última estadística de BP. El vicepresidente, Richard Cheney, quien también amasó su multimillonaria fortuna en los negocios del petróleo, consideraba hace cuatro años el ahorro de energía como «quizás una señal de virtud personal».

Aún en septiembre el secretario de Transporte, Norman Mineta, anunciaba un par de nuevas directivas sobre el consumo de combustible en coches. Según éstas, hasta 2011 se pretenden ahorrar 37.000 millones de litros. Algo que suena a mucho, pero que sólo supone lo que los estadounidenses consumen en 25 días. Pero con el «Katrina» y el «Rita» la situación ha cambiado drásticamente. «Todos podemos contribuir para ahorrar energía», dice ahora Bush. Así, en la Casa Blanca ha ordenado subir el termostato del aire acondicionado y que las luces se apaguen antes.

Por la tarde, las computadoras y los faxes deberán ser apagados, y quien renuncie a llegar a la oficina en coche recibirá un abono gratis para el metro. Bush ha conjurado a todo el equipo de gobierno para el ahorro de energía. Varios departamentos deberán presentar cuentas dentro de un mes sobre lo que han hecho para consumir menos. «Conducir más despacio, inflar más las ruedas, apagar el motor», aconseja el secretario de Energía, Samuel Bodman. Con todo, Bush llegó al Departamento de Energía para emitir su mensaje en un convoy compuesto por dos limusinas, tres grandes vehículos monovolumen, seis todoterrenos y una ambulancia.

«Menos de lo habitual», asegura la Casa Blanca. Y el mandatario tampoco está dispuesto a prescindir -por motivos de seguridad, dice, al «Air Force One», el avión presidencial que consume combustible por un valor de 6.000 dólares la hora.


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