Estanislao Del Campo y la versión criolla del Fausto
El viejo mito alemán llega a las orillas del Plata. Efectivamente, en agosto de 1866, en el teatro Colón, se representa la ópera “Fausto” de Gounod, basada en la obra de Goethe. Ese hecho cultural es tomado como excusa por Estanislao Del Campo para desplegar el habla de su personaje: Anastasio el Pollo en su diálogo con otro paisano, Don Laguna, a orillas del río.
La estructura del “Fausto” es dialogal, pero hay siempre una voz narradora que tiene a su cargo pasajes líricos de gran belleza y que son pilares importantes de la obra. Aquí el comienzo del poema. “En un overo rosao,/ flete nuevo y parejito,/ caía al bajo, al trotecito,/ y lindamente sentao,/ un paisano del Bragao,/ de apelativo Laguna:/Mozo jinetazo ¡ahijuna!,/ como creo que no hay otro,/ capaz de llevar un potro/ a sofrenarlo en la luna”.
El tema central del diálogo es un tanto inverosímil, el hecho de que Anastasio el Pollo haya podido ingresar al teatro Colón a presenciar la ópera de Gounod es muy improbable; pero más allá de esto, la narración del protagonista de lo que vio y las interrupciones, acotaciones y preguntas de Don Laguna generan una atmósfera de comicidad muy amena. La clave de esta gracia está en que ambos gauchos creen que lo visto en el teatro no era una representación sino que sucedió en realidad; por lo que Anastasio el Pollo pasó en el Colón una de las noches más terroríficas de su vida.
Al contar la historia, inevitablemente, Anastasio el Pollo, reinterpreta la ópera y la anécdota refiere la manera de ver y hablar de este gaucho. Así relata la aparición del diablo: “¡Viera al Diablo! Uñas de gato,/ flacón, un sable largote,/ gorro con pluma, capote/ y una barba de chivato”.
Terminada la historia, ambos amigos, ensillan sus caballos y se van a comer a una fonda en la que sigue la charla. Celebración de la amistad dicen algunos críticos del “Fausto” de Del Campo; yo acotaría también que por momentos en el poema nos salen al cruce verdaderos hallazgos poéticos como este: “¿Sabe que es linda la mar?/ -¡La viera de mañanita/ cuando a gatas la puntita/ del sol comienza a asomar!…”.
El viejo mito alemán llega a las orillas del Plata. Efectivamente, en agosto de 1866, en el teatro Colón, se representa la ópera “Fausto” de Gounod, basada en la obra de Goethe. Ese hecho cultural es tomado como excusa por Estanislao Del Campo para desplegar el habla de su personaje: Anastasio el Pollo en su diálogo con otro paisano, Don Laguna, a orillas del río.
La estructura del “Fausto” es dialogal, pero hay siempre una voz narradora que tiene a su cargo pasajes líricos de gran belleza y que son pilares importantes de la obra. Aquí el comienzo del poema. “En un overo rosao,/ flete nuevo y parejito,/ caía al bajo, al trotecito,/ y lindamente sentao,/ un paisano del Bragao,/ de apelativo Laguna:/Mozo jinetazo ¡ahijuna!,/ como creo que no hay otro,/ capaz de llevar un potro/ a sofrenarlo en la luna”.
El tema central del diálogo es un tanto inverosímil, el hecho de que Anastasio el Pollo haya podido ingresar al teatro Colón a presenciar la ópera de Gounod es muy improbable; pero más allá de esto, la narración del protagonista de lo que vio y las interrupciones, acotaciones y preguntas de Don Laguna generan una atmósfera de comicidad muy amena. La clave de esta gracia está en que ambos gauchos creen que lo visto en el teatro no era una representación sino que sucedió en realidad; por lo que Anastasio el Pollo pasó en el Colón una de las noches más terroríficas de su vida.
Al contar la historia, inevitablemente, Anastasio el Pollo, reinterpreta la ópera y la anécdota refiere la manera de ver y hablar de este gaucho. Así relata la aparición del diablo: “¡Viera al Diablo! Uñas de gato,/ flacón, un sable largote,/ gorro con pluma, capote/ y una barba de chivato”.
Terminada la historia, ambos amigos, ensillan sus caballos y se van a comer a una fonda en la que sigue la charla. Celebración de la amistad dicen algunos críticos del “Fausto” de Del Campo; yo acotaría también que por momentos en el poema nos salen al cruce verdaderos hallazgos poéticos como este: “¿Sabe que es linda la mar?/ -¡La viera de mañanita/ cuando a gatas la puntita/ del sol comienza a asomar!…”.
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