Hígado graso: señales de alerta y qué cambios alimentarios ayudan a prevenirlo
Qué síntomas pueden aparecer y cómo mejorar la alimentación para cuidar tu salud hepática.
El hígado graso, también conocido como esteatosis hepática, es una condición que se produce cuando se acumula una cantidad excesiva de grasa en las células del hígado. Si bien muchas veces no presenta síntomas en sus primeras etapas, puede avanzar y generar complicaciones graves si no se trata a tiempo.
Señales que pueden indicar la presencia de hígado graso

Aunque muchas personas no experimentan síntomas, hay algunas señales de alerta que podrían indicar un funcionamiento hepático alterado:
- Fatiga crónica o sensación de cansancio constante
- Molestias en la parte superior derecha del abdomen
- Hinchazón o pesadez después de comer
- Pérdida del apetito o náuseas
- Coloración amarillenta de la piel o los ojos (ictericia), en casos más avanzados
Ante estos signos, es fundamental consultar a un profesional de la salud, quien podrá solicitar estudios como ecografías o análisis de sangre para evaluar el estado del hígado.
Cambios en la alimentación para prevenir el hígado graso

Una de las claves para prevenir y tratar el hígado graso es mejorar la alimentación diaria. Según especialistas en hepatología, estos son los cambios más efectivos:
1. Reducí el consumo de azúcares y harinas refinadas
Los alimentos ultraprocesados, gaseosas, golosinas y productos de panadería industrial contribuyen al exceso de grasa en el hígado.
2. Incorporá más frutas y verduras
Aportan fibra, antioxidantes y vitaminas que ayudan a depurar el organismo. Son especialmente recomendables los vegetales de hojas verdes y frutas como la manzana, el limón o la palta.
3. Optá por grasas saludables
Consumir aceite de oliva extra virgen, semillas, frutos secos y pescados azules (como el salmón o la caballa) en lugar de grasas saturadas o trans.
4. Limitá el alcohol
Aunque no es la causa principal del hígado graso no alcohólico, el alcohol puede empeorar la condición y acelerar el daño hepático.
5. Aumentá el consumo de agua
Una buena hidratación facilita las funciones metabólicas y hepáticas.
6. Controlá las porciones y el horario de las comidas
Evitar grandes comilonas nocturnas y mantener una rutina alimentaria ordenada también influye en la salud del hígado.
Un problema silencioso pero prevenible
El hígado graso está estrechamente vinculado con el síndrome metabólico, que incluye el sobrepeso, la obesidad, la hipertensión y el colesterol elevado. Por eso, una alimentación balanceada, combinada con actividad física y chequeos médicos periódicos, puede revertir la enfermedad en etapas tempranas.
Detectarlo a tiempo y cambiar los hábitos marca una diferencia clave en la prevención de enfermedades hepáticas más graves, como la cirrosis o la hepatitis no alcohólica.
Comentarios