«Eudeba era muy peligrosa para los militares»
"Los libros son tuyos", la flamante investigación de Hernán Invernizzi, explora los alcances que tuvo durante la dictadura la represión en el campo de la cultura.
ENTREVISTA: HERNAN INVERNIZZI, PERIODISTA
PABLO MONTANARO
Especial para «Río Negro»
«Los libros son tuyos, ven a buscarlos», fue la frase con la que el capitán de navío Francisco Suárez Battan, interventor tras el golpe del '76 en la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba), invitó al comandante del Primer Cuerpo de Ejército, Guillermo Suárez Masson, para proceder al retiro y posterior destrucción de libros calificados de subversivos por la entonces flamante dictadura. Punto de partida para que se ordenara la quema de un millón de ejemplares.
Y pasaron los años y la dictadura. Y luego de dos años y medio de investigación, recopilando documentación dispersa en distintos archivos y en la misma Eudeba, recogiendo testimonios del personal, el periodista Hernán Invernizzi publica «Los libros son tuyos», editado por Eudeba.
Una investigación rigurosa que revela la importancia estratégica que la cultura tenía para el proyecto político de la dictadura, trabajo que además deja en claro la trama de participación y complicidad civil con que se censuró a autores, se incineraron libros y se montó todo un andamiaje destinado a los objetivos mencionado.
El libro de Invernizzi alienta, además, un debate sobre un tema no necesariamente profundizado en la historia sobre aquellos tiempos de plomo: el vínculo dictadura-cultura, «un asunto postergado porque involucra muchos intereses», reflexiona ante «Río Negro», Hernán Invernizzi.
– La documentación que presenta en «Los libros son tuyos» confirma la hipótesis de la existencia de un plan sistemático de represión cultural en el proyecto genocida de la dictadura.
– La dictadura le daba mucha importancia a todo lo que tenía que ver con educación, cultura y comunicación. Para esas áreas, tenían un plan de acción sistemático al cual le dedicaron presupuesto, personal, oficinas, leyes, decretos, resoluciones, y amplios recursos de su aparato de inteligencia. Toda esta infraestructura llevaba adelante los proyectos definidos en documentos de uso interno, reservados y a veces, secretos. A su vez, estos proyectos y planes de acción tenían el respaldo de investigaciones llevadas adelante por equipos de profesionales que trabajaban para la dictadura.
– El libro tiene como eje lo acontecido en la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba). ¿Con qué se encontró?
– En el caso de Eudeba nos encontramos con una especie de modelo a escala de esta política que comentaba anteriormente. Esto es: equipos de profesionales civiles llevando adelante la política dictatorial, relaciones políticas y personales estrechas de estos profesionales civiles con los principales jerarcas del régimen, persecución sistemática contra el personal de la editorial, desaparición y exilio de personal, aplicación sobre la editorial de políticas económicas y administrativas neoliberales, desarrollo de planes editoriales de perfil neoliberal, promoción de autores afines a los objetivos estratégicos de la dictadura e inclusive, el aprovechamiento del prestigio de la editorial para promover el sistema de ideas funcional al régimen y sus objetivos de largo plazo. Todo esto se pudo analizar e investigar dentro del límite de una sola empresa.
– ¿En cuanto a la participación de profesionales civiles?
– Abogados, filósofos, contadores, historiadores trabajaron con entusiasmo en el desarrollo de las políticas dictatoriales. Fueron pésimos administradores pero pu
sieron su mejor empeño en promover el sistema de ideas y valores que compartían con la cúpula militar. Entre ellos, hasta había cuadros y dirigentes de partidos políticos tradicionales, que nunca dudaron en censurar por un lado y promover ideología por el otro.
– ¿Podemos decir que los militares utilizaron el prestigio de Eudeba para imponer sus ideas en la sociedad?
– Eudeba tenía y tiene mucho prestigio. Llegó a ser la mayor editorial de habla hispana y la mayor editorial universitaria del mundo, en los años '60. Y era claramente una editorial amplia, democrática y progresista, todo lo cual era peligroso para la dictadura. En vez de destruirla, decidieron poner su prestigio a favor de las ideas que querían promover en la sociedad, especialmente en los ambientes universitarios. La usaron para promover el pensamiento de autores nacionales y extranjeros que fueron la avanzada del pensamiento neoliberal conservador que se impuso en los '90.
– ¿Quiénes fueron sus principales propulsores?
– Los directivos que tuvieron mayor influencia en la Dirección de la editorial entre 1976 y 1983 fueron Jorge García Venturini, Eugenio Aramburu (hijo), Luis Pan, Jorge Oría, Raúl Abdala, Angel Lapieza y el general Arturo Corbetta.
– En el prólogo se menciona la palabra «reparación» como principal objetivo de esta investigación.
– La idea de la reparación se refiere a que la sociedad argentina, hablando en general, fue privada de su derecho a la cultura a través de esta política del régimen. Sería deseable que se intente recuperar, al menos, parte de lo destruido. A su vez, está pendiente el tema de la reparación -simbólica o material- hacia artistas e intelectuales cuyas obras fueron parcial o totalmente destruidas, obras, textos, imágenes que fueron desaparecidas.
– Desde hace muchos años, se perciben las consecuencias de la política cultural llevada adelante por la dicta
dura.
– Frente a las problemáticas culturales, la simplificación es muy peligrosa. Pero podríamos señalar, al menos, dos ejes. Por un lado, la promoción del pensamiento conservador neoliberal, y por el otro, la persecución del pensamiento crítico. Durante los años '90, el pensamiento económico-social de Martínez de Hoz fue casi hegemónico. Esta ideología exitosa en los '90 fue sistemáticamente promovida por todo el aparato cultural, educacional y comunicacional de la dictadura. Si bien se trata de una ideología que expresa un interés de clase, no es menos cierto que, como cualquier ideología, necesita promoción y marketing, defensores y voceros. La primera parte de ese trabajo se hizo durante la dictadura y, sin duda, fue exitosa. En cuanto al pensamiento crítico, la dictadura tuvo un éxito relativo. Entre los errores de la dirigencia democrática y los aciertos de las políticas dictatoriales, consiguieron que el pensamiento crítico quedara relegado a un segundo plano durante bastante tiempo. Pero no consiguieron su desaparición. La dictadura quisiera tener en su salón de trofeos la cabeza del pensamiento crítico desaparecido, pero hasta ahí no consiguieron llegar. Anduvieron cerca.
– En el libro se hace referencia a un contrato secreto entre la editorial, representada por el general Corbetta, y el Ministerio del Interior, a cargo del general Harguindeguy. ¿Qué alcances tenía este acuerdo?
– Los considerandos sostienen que el contrato es una de las armas en la lucha contra el comunismo y que tiene por objetivo influir en la formación de los futuros cuadros dirigentes del país, los cuales en su mayoría se forman en la Universidad de Buenos Aires. Se establece que Eudeba publicará una serie de libros seleccionados por el Ministerio del Interior. Estos libros bajo ningún motivo debían llevar una identificación especial o cualquier signo que permitiera deducir que se trataba de una colección de la dictadura. Y así lo hicieron. Publicaron docenas de títulos clandestinizados dentro de las colecciones clásicas de Eudeba, sobre todo de la colección Temas. Destaquemos que no se trata de bibliografía nazi o fascista sino de teóricos del pensamiento conservador neoliberal.
– ¿Cuál era el concepto de cultura que manejaban los militares?
– Una de las definiciones más elaboradas acerca de la cultura se encuentra en el Informe Especial número 10 del Estado Mayor del Ejército, de octubre de 1977. Ese informe fue evidentemente elaborado por profesionales con formación académica, entre los cuales seguramente también había militares. No se trata de un griterío cuartelero sino de un trabajo intelectual relativamente sofisticado. Sintetizando, se usa una versión bastante moderna de la idea de cultura, una definición muy amplia, en la cual cultura es casi todo lo que hace el hombre. Una definición semejante es funcional a la necesidad represiva: si cultura es casi todo, entonces queda legitimado que casi todo debe ser controlado. Por eso, no escapaban del sistema de control, la música moderna o los concursos de plástica, el trabajo de los artesanos o el habla popular, las editoriales de libros, los canales de televisión, el cine, el teatro, la capacitación de los docentes de primaria. Y también es funcional a la necesidad de promover los valores propios del régimen.
– ¿Los militares fracasaron en la batalla cultural?
– Ellos piensan que sí. Todavía hoy sus voceros siguen diciendo: «Si hubiéramos triunfado en la batalla cultural, hoy en vez de enjuiciarnos, nos estarían felicitando». Lo vienen expresando desde 1983.
Aquellos días de plomo
Hernán Invernizzi tiene 53 años. Es hijo de Eva Giberti, psicóloga de reconocida formación profesional e intelectual.
En setiembre del '73, Hernán cumplía el servicio militar en el Comando de Sanidad del Ejército, Capital Federal. Miembro del entonces ERP, una madrugada franqueó la puerta de esa unidad a una sección de ese grupo armado. La rápida intervención policial y de efectivos del Regimiento Patricios derivó en combate corto y duro. Cae muerto el mayor Duarte Hardoy.
Hernán y los atacantes se rinden. Una foto inmortaliza el hecho: el comando del ERP alineado boca abajo en la vereda de la unidad, cercana a la hoy ex cárcel de Caseros.
El comando estaba integrado, entre otros, por Eduardo Anguita , autor con Martín Caparrós de la trilogía «La Voluntad», trabajo imprescindible para conocer la historia de la militancia de los '70.
Ya detenido y conducido a Patricios, Hernán Invernizzi es torturado por oficiales de Ejército. Por alguna razón que se desconoce, según confesó Anguita a este diario ya hace años, el resto del comando no es tocado.
Todos fueron condenados. Recién después de varios años de democracia, recuperaron la libertad.
Y se reintegraron de lleno a la vida del país del «Nunca Más».
ENTREVISTA: HERNAN INVERNIZZI, PERIODISTA
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