Eufóricos, serenos y olvidados

Esta tarde la política neuquina cerrará otro capítulo de una historia que comenzó el 15 de junio de 1955 con la ley que le dio la categoría de provincia. Seis años después se creó el MPN y se mantuvo en el poder. Desde el 2003 hasta el 2015 el porcentaje de votos que consiguió para ganar se fue desplomando y ese dato, junto a otras variables, sostienen los argumentos de un escenario de incertidumbre.

El bloguero Andy Tow, creador de un Atlas Electoral de Argentina, lanzó una consulta en Twitter proponiéndoles a sus seguidores que mencionen, solo con las iniciales, el orden de los tres candidatos que ellos creen que obtendrán más votos. La variedad de letras, similar a la que identifica a las empanadas de rotisería, mostró la dispersión de expectativas que hay alrededor del resultado. Si bien se trató de un juego en redes sociales, ratificó que está en la agenda nacional y un final abierto forma parte del imaginario político.

En el MPN hay serenidad por la obtención de un causal electoral que les permita repetir la performance que tuvieron en la anterior elección provincial.

Como nunca antes se habló de una “nacionalización” de las elecciones. Pocos pudieron explicar de qué se trata “nacionalizar” un llamado electoral provincial. Por un lado, está Vaca Muerta que es un objetivo de inversiones extranjeras. Por el otro, se planteó como la primera contienda entre Mauricio Macri y la expresidenta Cristina Kirchner.

Pese al buen título que da al periodismo nacional, ninguna de las dos líneas pareció interpelar a los neuquinos. Vaca Muerta fue tema principal para todas las fuerzas en la campaña, incluso uno de los operadores más activos para el MPN fue el petrolero Guillermo Pereyra; sin embargo la sola mención de los no convencionales saturó a los neuquinos y ningún estratega encontró un giro atractivo para el tema. Tampoco penetró la discusión alrededor del candidato más o menos amigable para la inversión extranjera.

Una gran porción de la opinión pública local no parece estar interpelada por Macri o Cristina. Incluso, a excepción de la expresidenta que grabó un video, fue escaso el apoyo en territorio local de funcionarios y dirigentes políticos nacionales.

Eso no detuvo una puesta en escena de nacionalización puertas afuera donde hay más táctica que estrategia. La consigna fue: juntos pero no tanto.

Omar Gutiérrez, Ramón Rioseco y Horacio Quiroga se presentaron como los mejor posicionados. El gobernador en busca de la reelección evitó entrar a discutir en la binomia nacional y nunca abandonó la provincia, incluso regalando minutos en los medios nacionales a sus opositores que llenaron grillas hablando de Neuquén. Cerró una campaña un tanto ortodoxa pegada a la militancia, con mucha estrategia electoral y baja exposición en sectores no cercanos.

La nacionalización de la elección por Vaca Muerta o la disputa Cristina-Macri no interpeló a los votantes, aunque puso eufóricos a los kirchneristas.

Rioseco, exultante, se mostró confiado y habló de ventajas en su favor. Utilizó un discurso más amigable con el establishment petrolero y, pese a que sus aliados de Unidad Ciudadana lo mostraron como la síntesis de la unidad posible en el camino a octubre, cada vez que pudo retomó el discurso provinciano.

Quiroga quizá fue quien tuvo la campaña más difícil. Ningún candidato en la provincia tiene el carisma del intendente neuquino, en las redes sociales se mostró en su estado más auténtico. Pero eso se empantanó con los evidentes desencuentros con Macri y el pésimo momento económico que atraviesa el país. La intervención que tomó la Casa Rosada, con idas y vueltas, poniendo el tema en la agenda nacional y casi anticipándose a una derrota, expuso a su candidato y mostró confusión en el primer round electoral del país.

En el 2015 la fórmula Gutiérrez-Figueroa consiguió 141.000 votos (40,57%), pese a un crecimiento del 8,3% del padrón son pocos en el oficialismo los que creen que habrá mucho más. Un experimentado del MPN dijo que llegan a las urnas “serenos”. En FN-UC están eufóricos. Además, lograron unir a todos los sectores afines en un espacio electoral, una tarea que el parrillismo puede dar por cumplida. Mientras, en Cambiemos parece sonar desde hace días el clásico popular “El Olvidado”.


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